Estas pólizas ofrecen, además del seguro frente a impago, estudio de solvencia de los inquilinos, asesoramiento jurídico, gestión de posibles conflictos y defensa de derechos frente a los inquilinos e, incluso, indemnizaciones por daños a la propiedad.
Ser propietario de un inmueble en alquiler puede ser, en ocasiones, un verdadero quebradero de cabeza. Inquilinos problemáticos, desperfectos e impagos del alquiler, son los principales problemas que todo arrendador teme a la hora de ofrecer su propiedad en el mercado de alquiler.
Sin embargo, este tipo de inconvenientes no tienen por qué quitarnos irremediablemente el sueño, ya que actualmente existen formas de protección contra los impagos, que previenen las consecuencias económicas más nefastas para aquellos propietarios que cuenten con ellas.
¿Cómo evitar inquilinos morosos?
Antes que nada, hay que recordar que el primer paso para protegerse de las consecuencias negativas es prevenirlas. En este caso, lo mejor que puede hacer cualquier arrendador es alquilar su propiedad a un buen inquilino que esté siempre al corriente de todos los pagos.
Pero ¿cómo hacer eso? Parece una tarea casi imposible, pues nadie alquila a alguien un inmueble si cree que este no le va a pagar. Sin embargo, hay formas de reducir las posibilidades de escoger mal.
Estudiar la solvencia de los posibles inquilinos
Para ello se le debe pedir algún tipo de documento que justifique que sus ingresos son suficientes para hacer frente al pago del inmueble. Pueden ser nóminas y contratos de trabajo, en el caso de las personas asalariadas; o declaraciones de Hacienda en el caso de rentistas o autónomos.
Establecer un precio de alquiler razonable
Contrariamente a lo que pueda pensarse, poner un alquiler alto puede ser contraproducente, ya que habrá menos personas que se interesen por el inmueble y, por tanto, menos posibilidades de encontrar al candidato ideal.
Además, que alguien se ofrezca a pagar gustosamente un precio desorbitado podría ser una señal de alarma, pues posiblemente acepte porque no tiene intención de pagarlo realmente.
Buscar asesoramiento jurídico
A la hora de hacer el contrato de alquiler, hay una serie de cláusulas que pueden protegernos frente a futuros impagos. Sin embargo, no vale simplemente con coger cualquier plantilla base por Internet y añadir toda cláusula que se nos ocurra o nos parezca beneficiosa. El contrato ideal se debe ajustar a cada situación y lo mejor es recurrir a asesoramiento jurídico.
Algunas pólizas, como los seguros de alquiler DAS, ofrecen también asesoramiento jurídico y gestión documental, así como muchos otros servicios que protegen al arrendador frente a los inquilinos problemáticos.
Consultar el FIM
El Fichero de Inquilinos Morosos es una herramienta que el propietario puede consultar, para saber si el futuro inquilino ha tenido impagos de alquiler con anterioridad. Con ella, también es posible obtener un informe detallado acerca de su solvencia y el riesgo de que deje de pagar en algún momento.
No escoger confiando en “el perfil ideal”
A la hora de escoger inquilino, no es buena idea dejarse llevar por apariencias o estereotipos superfluos. De hecho, esto es muy arriesgado, ya que los estafadores y morosos profesionales juegan precisamente con este tipo de prejuicios a su favor, intentando parecerse todo lo posible al ideal de lo que muchas personas creen que es una “persona de fiar”.
Lo más recomendable es guiarse siempre por datos útiles y comprobables, como contratos de trabajo, nóminas, etc.
Protegerse en caso de impago
Una vez que el inquilino ha decidido dejar de pagar todo el proceso que se inicia para reclamar los pagos y el desalojo puede alargarse durante mucho tiempo; especialmente si no hemos sido cuidadosos con el contrato.
Nuestra recomendación es contar siempre con un seguro de impagos. Por alrededor de 300 euros al año (dependerá del valor del alquiler mensual), quedan totalmente cubiertos los siguientes servicios: estudio de solvencia de inquilinos antes de efectuar el contrato, la defensa y el coste de todo el proceso de desahucio en caso de que el inquilino dejara de pagar, la compensación por el impago de alquiler y, en caso de desahucio, de los suministros y, la correspondiente indemnización por los actos vandálicos producidos durante el mismo.
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