• 05/05/2024 14:53

La alta velocidad portuguesa vuelve a pasar por alto a Madrid

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Tan cerca y tan lejos. Madrid y Lisboa parecen condenadas a perpetuar su falta de conexión ferroviaria. El Gobierno portugués sigue empeñado en enfocar en exclusiva sus planes de desarrollo de la alta velocidad rumbo a Galicia, dejando fuera de plano a Madrid. Recordar el viaje en tren de Madrid a Lisboa o de Lisboa a Madrid supone un ejercicio de nostalgia que brilla por su ausencia hoy en día. Hubo en su momento un Talgo diurno y después tomó el relevo el Lusitania Express, que tardaba 10 horas y media pero al menos no dejaba sin transporte a las decenas de usuarios que se apeaban en cualquier población del camino. Ahora solo existe un enlace ferroviario de Portugal a España o viceversa: es el Oporto-Vigo. Nada de alta velocidad, pero el trayecto dura dos horas y 20 minutos, de acuerdo con CP, el equivalente luso de Renfe.

El primer tramo de alta velocidad en Extremadura, que comenzó a circular hace unos días y no se extenderá a Portugal, ha vuelto a poner esta incomunicación sobre la mesa. Suele verse el itinerario de Lisboa a Madrid como una ‘imposición’ española y las autoridades lusas se empeñan en presentarse ante su opinión pública como los que toman la iniciativa en este asunto. Nada más lejos de la realidad. El Gobierno luso, habitualmente ampuloso en unos planes que después suele cumplir con retraso (si es que llegan a abandonar el cajón de los proyectos), augura que el tramo desde la capital hacia el nudo gallego exigiría una inversión de 5.400 millones. Un cálculo que no parece muy realista y, a buen seguro, se dispararía.

El ministro de Infraestructuras, Pedro Nuno Santos, no ha mencionado en ningún momento que España está mucho más avanzada en cuestiones de alta velocidad. Y, de hecho, la ciudad de Bragança no ha dudado en sumarse a las ventajas del AVE español ya que está a 55 kilómetros de Puebla de Sanabria, con lo cual se aprovecha de la conexión Madrid-Zamora. Es un asunto siempre controvertido este en la tierra del fado, que gastó miles de euros en la época en que gobernaba José Sócrates para encargar informes que nunca se llegaron a traducir en nada concreto.

El propio Antonio Costa aviva la llama de la polémica en cuanto tiene ocasión, como cuando efectuó aquellas declaraciones que volvían a poner en primer plano el espinoso tema. Cuestionado sobre la idoneidad de recuperar el proyecto de AVE Madrid-Lisboa, bien por Extremadura o bien por Salamanca, respondió de forma desconcertante: «Es una cuestión bastante tóxica en Portugal».

Las reacciones no se hicieron esperar y los portugueses se preguntaban en las redes sociales dónde se halla semejante «toxicidad», mientras él trataba de apaciguar los ánimos al apuntar: «Con el tiempo, será una discusión que volverá». ¿Cuándo? No se sabe, aunque es verdad que cada cierto tiempo vuelve a la palestra. Y ahora es otro de esos momentos porque resulta insólito que Lisboa y Madrid se den la espalda en el siglo XXI con el triste honor de representar las dos únicas capitales de la UE sin conexión ferroviaria pese a su cercanía. «Tengo la seguridad de que el tema se abordará otra vez, pero no en forma de debate sobre la unión entre Lisboa y Madrid, sino sobre la inserción de Portugal en el conjunto de la red de alta velocidad de la Península Ibérica», añadió el primer ministro antes de proseguir: «La cuestión no está suficientemente madura, ni hay condiciones económicas para que surja el tema. Tal vez de aquí a siete años» [ya han transcurrido cuatro].

Pasa el tiempo y la alta velocidad aún es ciencia ficción en Portugal, cuya desidia institucional le ha llevado a estar a la cola de Europa en este aspecto. Portugal, que no tiene ni un solo kilómetro construido de esta modalidad de transporte, reclama una celeridad que ellos no se aplican porque, argumenta Nuno Santos, «no queremos llegar primero al límite geográfico con unos vagones que puedan andar a 300 kms/hora y tener que pararnos ahí».

Una ocasión negada
«La alta velocidad debería llegar a la frontera entre los dos países más o menos al mismo tiempo», señala el polémico ministro portugués de Infraestructuras, Pedro Nuno Santos. Que se lo pregunten a los habitantes de Braga, la tercera ciudad de Portugal, muy atenta a la puesta en marcha de la línea Madrid-Galicia. También Viana do Castelo disfruta de una ubicación que puede calificarse de estratégica, pues se alza a 100 kilómetros de Vigo y 75 de Oporto.

Igualmente, los polígonos industriales de Vila Nova de Cerqueira giran sus ojos para la conexión gallega porque puede representar un polo de desarrollo que el Ejecutivo de Costa no parece priorizar, al menos a causa de su retraso desmesurado. El caso es que la alta velocidad implica unas oportunidades que Portugal niega en la actualidad a su propio tejido empresarial, una actitud que los ciudadanos apenas logran entender en un contexto como el de hoy.


Artículo de abc publicado en https://www.abc.es/economia/abci-alta-velocidad-portuguesa-vuelve-pasar-alto-madrid-202207031137_noticia.html