• 03/05/2024 20:17

Por una economía integrada en la naturaleza. Por (*) Luis M. Jiménez Herrero (ASYPS)

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Parece que las sociedades modernas somos mucho más conscientes que las recientes multicrisis pandémicas, bélicas y de recursos que se superponen a la vieja crisis climática-ambiental, que ya estaba aquí desde hace tiempo, son globales y están claramente interrelacionadas, y nos han mostrado, de forma mucho más elocuente, la fragilidad de nuestros modelos de desarrollo y la vulnerabilidad de nuestras economías, ecosistemas y sistemas de salud.

Y su común denominador es la insostenibilidad de los modos de producción y consumo que son propios de una economía capitalista globalizada en permanente crecimiento, que impone excesivos costes ambientales y sociales frente a los beneficios aportados, pero desigualmente repartidos.

La alteración del sistema climático, la destrucción de la naturaleza, la contaminación y la insolidaridad mundial definen una situación de Emergencia Planetaria que es urgente encarar mediante la gran “transformación socioecológica” del siglo XXI1, encauzando las transiciones de sostenibilidad entrelazadas (climática; energética; economía verde-azul-circular-hipocarbónica) operando entro de los límites planetarios seguros y justos2.

Transiciones de sostenibilidad inciertas

Pero, las transiciones son el resultado de procesos altamente impredecibles, con escasa certeza en cuanto a su velocidad y dirección. Los posibles escenarios de cambio están abiertos y su desenlace es incierto.

Podemos conocer la dirección al comenzar el viaje, pero no el destino y el desenlace final. Los cambios pueden responder a procesos graduales o a bifurcaciones inesperadas, con saltos disruptivos transformadores sostenibles, o bien con involuciones que sigan amparando los insostenibles modelos actuales.

Estas situaciones, potencialmente contradictorias, se manifiestan claramente en la UE, justo a las puertas de unas elecciones europeas que pueden ser claves para configurar y guiar los procesos de transición.

El Pacto Verde europeo3, presentado a finales de 2019, ha sido considerado como la gran estrategia comunitaria hacia una sociedad más sostenible y equitativa para 2050, y ha estado ampliamente apoyada por una amplia mayoría política.

Precisamente ahora, esta agenda verde europea se encuentra en entredicho por las fuerzas más a la derecha del espectro político.

De esta manera, aumenta la presión de los movimientos “negacionistas” o “retardistas” que tratan de frenar los avances sobre las transiciones de sostenibilidad para mantener los intereses y posiciones de los sectores dominantes.

En este sentido, un buen ejemplo es la fuerte oposición a la Ley de Restauración de la Naturaleza4 de la UE, ya rebajada en sus objetivos iniciales, lo que ha permitido una situación de bloqueo que pone en peligro la urgente necesidad de mejorar del capital natural, proteger la biodiversidad y recuperar los ecosistemas europeos, de los cuales más del 80% están degradados según la AEMA5.

Reinventar el futuro para la salud planetaria y el bienestar global

Un futuro orientado a la “salud planetaria” necesita otros sistemas y modelos de gobernanza que puedan entender mejor la interdependencia vital entre las economías, las sociedades y el mundo natural.

La humanidad tiene que recuperar una visión integral de nuestro progreso con un sentido de coevolución con la vida y los procesos vitales.

Esta es una concepción mucho más profunda que una simple y romántica vuelta a la naturaleza.

Se trata de empezar a reconocer el valor intrínseco del capital natural en aras de la “supervivencia colectiva”. Y, sobre esta base, reincorporar la Biofilia, esa “tendencia innata a dirigir nuestra atención a la vida y a los procesos vitales” como la definió E. O. Wilson6.

La necesidad humana de la naturaleza es mucho más intensa que la estrictamente vinculada a su explotación material como un mero “recurso”. La influencia del mundo natural en bienestar humano global es decisiva por los ecoservicios que presta “gratuitamente”,

Desde Naciones Unidas abogan por considerar a la naturaleza como un “aliado vital” para potenciar las acciones transformadoras.

También nos advierte de la importancia económica de la naturaleza, ya que dos tercios del PIB mundial se relacionan con los ecosistemas y la diversidad biológica del mundo7.

Múltiples sectores productivos dependen de genes, especies y servicios ecosistémicos que usan como insumos esenciales.

Tanto la economía productiva como la teoría económica tendrían que asumir nuevos conocimientos y replantear de manera completamente nueva su forma de concebir y ejercer su relación con el medio ambiente.

La actividad económica no puede subsistir por ella misma, puesto que requiere materia, energía y el mantenimiento de los sistemas vitales.

La forma en la que organizamos la economía no da la importancia suficiente a nuestra dependencia de la naturaleza. la relación no es biunívoca.

No hay economías sin entornos naturales, pero sí hay entornos naturales sin economía.

Una economía social y ecológicamente justa, centrada en las personas, la naturaleza y el bienestar sostenible debe ser “regenerativa” por diseño para devolver al planeta más de lo que se saca de él.

Pero, sobre todo, tiene que ser independiente del crecimiento económico material a fin de permitir una reducción en el uso de los recursos para un consumo “suficiente”, satisfactorio y compatible con los límites del planeta y la vida en su conjunto.

Desde una visión teórica, pensar en sistemas es un buen fundamento para asumir nuevos conceptos para el cambio y la adopción de decisiones más sabias.

Las formas de pensar, hasta ahora demasiado parcelarias y compartimentadas, siguiendo el enfoque de “silos”, necesitan dejar paso a un pensamiento integrador en términos de sistemas.

La economía es un “subsistema” del ecosistema global que funciona como un sistema abierto al medio ambiente y con el que intercambia materia, energía e información y, por tanto, está sujeto a la lógica de “lo vivo” y a las leyes de la naturaleza y de la termodinámica, que siempre estarán por encima de las leyes del mercado.

Entender que el subsistema económico es un subconjunto del mundo biofísico, que engloba procesos ambientales más grandes y de los que depende para su existencia, y que el proceso económico no es “mecánico”, sino eminentemente “entrópico”, como señalaba Nicholas Georgescu-Roegen8, es un paso esencial hacia la gran transformación.

Otro sentido del progreso

Precisamente, las leyes naturales y termodinámicas ponen en evidencia la obsesión económica y política en pos del objetivo del crecimiento permanente y las bondades del venerado indicador del PIB.

Un indicador que es aceptable como medida macroeconómica, pero que es claramente inadecuado para reflejar la medición del desarrollo (cualitativo y transformador), el progreso colectivo y el bienestar general (humano y ambiental).

El PIB no muestra el costo de la contaminación ambiental y de la degradación del capital natural y los servicios ecosistémicos (excepto parcialmente los comercializados en el mercado), así como muchos otros aspectos relevantes para la salud y el bienestar global, dado que difícilmente contabiliza actividades que van a su favor o en su contra.

La naturaleza sustenta todas las actividades económicas y el bienestar humano, pero siendo el activo más importante del mundo no se refleja bien en la Cuentas Nacionales y en un buen método de medición de la “verdadera riqueza” de las naciones.

Solo reorientando el objetivo del crecimiento económico en favor de medidas ambientales y sociales más integrales, y utilizando nuevas métricas e indicadores más allá del PIB para medir la realidad socioecológica, las sociedades tienen opciones de mejorar a lo largo del tiempo el bienestar sostenible general.

El crecimiento económico, que desde hace bastante tiempo se ha venido utilizando como sinónimo de desarrollo, bienestar y casi ha pretendido acercarse a la felicidad (satisfacción vital), también se ha asemejado frecuentemente al vigente concepto de progreso.

Pero, la idea de “este progreso” basado en el crecimiento continuo es una concepción nociva que pone en peligro los sistemas de soporte vital del planeta y que son el sustento de las economías y de las sociedades.

Por eso, es importante establecer un debate flexible y sereno sobre los modelos alternativos para gestionar el Antropoceno o, mejor dicho, la era real del Capitaloceno.

Esto incluye analizar desde las opciones reformistas del Crecimiento Verde y el Green Deal, enmarcados en el Desarrollo Sostenible, hasta los planteamientos más radicales del Poscrecimiento y el Decrecimiento, que tratan de comprender el imperativo ecológico, la estabilidad económica y la justicia social con otras lógicas que superen la “crecimanía”.

Gobernar un futuro con principios de sostenibilidad, equidad y resiliencia es la base para cambiar el sentido convencional del progreso, afincado tradicionalmente en la eficiencia y el crecimiento económico.

Pero, este gran cambio pasa por asumir colectivamente un nuevo concepto de progreso coevolutivo entre el sistema humano y el sistema natural integrados en el “sistema socioecológico”, donde se difuminan las fronteras sociales y ambientales para dar un sentido integral a la vida y a los procesos vitales de los que siempre dependerá la economía.

(*) Luis M. Jiménez Herrero es presidente de la Asociación para la Sostenibilidad y el Progreso de las Sociedades (ASYPS), profesor Honorífico de la UCM y exdirector del Observatorio de la Sostenibilidad en España (OSE).

1 https://efeverde.com/luis-h-jimenez-asyps-consumo-materiales-50-gases-efecto-invernadero/ ; https://efeverde.com/emergencia-planetaria-y-transicion-socieoecologica-gobernar-un-futuro-sostenible-y-resiliente-en-alianza-con-la-naturaleza-de-luis-m-jimenez-herrero/, Jiménez Herrero Luis M. (2023), Emergencia planetaria y transición socioecológica. Gobernar un futuro sostenible y resiliente en alianza con la naturaleza. Editorial Ecobook, 2023.

2 Rockström, J., Gupta, J., Qin, D. et al. (2023), “Safe and just Earth system boundaries”. Nature 619, 102–111, 31 May 2023, https://doi.org/10.1038/s41586-023-06083-8

3 European Commission (2019), “The European Green Deal”. COM(2019) 640, 11 December

6 Wilson, E. O. (2021), BIOFILIA. El amor a la naturaleza o aquello que nos hace humano, Editorial ERRATA NATURAE EDICIONES,2021 ISBN: 978-84-17800-57-4

7 UNEP (2021), United Nations Environment Programme, Making Peace with Nature: A scientific blueprint to tackle the climate, biodiversity and pollution emergencies. Nairobi (2021)

8 Georgescu-Roegen, N (1971), The Entropy Law and The Economic Process,

Harvard University Press, Cambridge, Mas.

 

 

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