El poder recaudatorio probablemente acabe siendo menor de lo deseado, pero el mensaje político y económico es contundente. Con los mercados energéticos en llamas y los consumidores afrontando facturas disparatadas, dos de los mayores países de Europa —el Reino Unido e Italia— han, respectivamente, lanzado y aumentado en las últimas semanas gravámenes específicos sobre los beneficios caídos del cielo de las empresas energéticas, los derivados de la brutal escalada de precios del gas, el petróleo y la electricidad. No están solos: Grecia y Hungría también han seguido esa senda. En el segundo caso, metiendo también en el saco a compañías de otros sectores, como bancos y aseguradoras.