Fernando García repetía a menudo un comentario a sus compañeros al volver al trabajo tras las vacaciones de verano: “Me tenía que haber casado para tener dos semanas más”. Sin embargo, su pareja y él optaron por una unión de hecho. “Mi jefe me dijo que no tenía derecho a esas dos semanas de las que tanto se habla. Tampoco me quejé mucho porque no tenía muy claro cómo funcionaba”, dice este madrileño de 34 años.