• 03/05/2024 10:54

Sin noticias de los unicornios en Italia

(origen) (abc) Jun 6, 2022 , , ,
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Hoy una de las medidas del dinamismo de una economía es su capacidad de generar unicornios. Se trata de empresas emergentes de base tecnológica que han alcanzado una valoración de mercado superior a los mil millones de dólares, sin cotizar en bolsa. No es de extrañar que Italia cuente con una sola startup unicornio, a la cola de Europa, porque la tercera economía de la eurozona sigue con algunos de sus problemas antiguos que le impiden alinearse en los más avanzados parámetros europeos: demasiada burocracia, insuficiente capacidad de innovación, dificultad para atraer capital extranjero y una legislación imperfecta. Esto explica por qué Italia cuenta con un solo unicornio (otros dos «volaron», cedidos a inversores extranjeros).

Italia no es todavía un país para unicornios. Le costará mucho tiempo, porque cuenta con pocas empresas innovadoras. El 90% de las startups están condenadas al fracaso. El camino para que una startup se convierta en unicornio es muy difícil: una empresa tiene solo un 0,000006% de posibilidades de lograr ese resultado, y, en cualquier caso, necesita un promedio de siete años para lograrlo. La excepción en Italia es Scalapay, unicornio fundado en el 2019 por Simone Mancini y Johnny Mitrevski, superando en menos de tres años los 1.000 millones de euros. En solo dos rondas de financiación, en septiembre y febrero, recaudaron 700 millones.

Scalapay, la startup del ‘Buy now pay later’ (BNPL), ‘compra ahora, paga más tarde’, es una app de pago diferido sin intereses: permite a los clientes comprar de inmediato y pagar en tres o cuatro cuotas en los portales de comercio electrónico. El servicio es totalmente gratuito para el cliente final y se financia con una comisión que se aplica a los minoristas, a los que Scalapay les paga el importe de forma inmediata.

Antes de Scalapay, el país transalpino tuvo otros dos unicornios, Yoox y Depop, pero cayeron en manos de inversores extranjeros, perdiendo en cierta forma su carácter italiano. Depop, plataforma de compraventa online de ropa, complementos y calzado de segunda mano, tiene su sede en Londres. Incluso sobre Scalapay surgen interrogantes sobre su ‘italianidad’, porque la sociedad tiene su base operativa en Milán, con más de 150 trabajadores (llegarán a 400 a finales de año), y su sede legal en Dublín. Incluso la idea de Scalapay nació en Australia, donde vivían sus dos primeros ejecutivos: Simone Mancini y Johnny Mitrevski. Decisivo en el nacimiento de Scalapay fue el capital australiano y la coincidencia de la pandemia, según ha explicado Simone Mancini, quien a los tres años emigró con sus padres, misioneros laicos, a Australia: «En la primera ronda de financiación tuvimos como inversores los fundadores de una empresa australiana que se ocupaba de ‘Compre ahora, pague después’, que nos enseñaron mucho. También nacimos en el momento adecuado: la pandemia ha visto un gran auge en el comercio electrónico, sin saberlo elegimos el momento perfecto».

Italia ocupa el quinto lugar, por la cola, a gran distancia de Alemania y Francia, en lo que respecta a la capacidad de innovación, según el ‘Ambrosetti InnoSystem Index’, cuyo informe acaba de ser publicado. Entre 22 países, los primeros puestos en innovación son ocupados por Estados Unidos, Israel y Alemania; en el puesto 18º aparece Italia. Entre los 14 indicadores del informe, se destaca que Italia cuenta con muchos científicos, sin embargo, se han registrado pocas patentes. Es decir, la excelencia científica italiana no se traduce en valor económico e industrial a través del registro de patentes, un área en la que Italia ocupa el puesto 19 de los 22 países estudiados. «Hay demasiada burocracia y presupuestos no adecuados», afirma Corrado Panzeri de la firma consultora Ambrosetti.

El resultado es que ni siquiera las mejores innovaciones del país logran escalar los mercados y llegar hasta el olimpo de los unicornios, aquellas empresas emergentes, una vez startups, que rápidamente consiguen convertirse en gigantes gracias una capacidad excepcional para identificar nuevas áreas de negocio y convertirse en líderes gracias a la tecnología y a la innovación.

Tarea pendiente
Desde hace años, el Estado italiano apoya el nacimiento y el desarrollo de empresas innovadoras, con notables ventajas fiscales, sobre todo con deducciones del impuesto sobre la renta del personal y deducciones del IRES para empresas. Pero muchas reformas debe promover aún Italia para captar inversión extranjera, eliminar burocracia y formar una cultura empresarial proyectada en la innovación, con el fin de transformarse en un país para unicornios. Así lo explica Corrado Panzeri de la firma consultora Ambrosetti: «Es necesario fortalecer el sistema financiero en materia de capital riesgo. Además, la estructura de nuestro sistema industrial, particularmente desequilibrado sobre las pequeñas y medianas empresas, dificulta tanto la investigación en casa como su traducción al mercado, por falta de recursos y de competencias».

Creatividad a pequeña escala
Italia siempre ha sido considerado un país creativo y con capacidad para innovar. De hecho, a finales del 2021 tenía 14.077 startups innovadoras; de ellas, el 75% se dedica a prestar servicios tecnológicos. Pero muy pocas superan la primera fase de desarrollo. Según el ministerio de Desarrollo Económico, solo el 9% había superado los 500.000 euros de facturación. Y menos del 4% sobrepasaron el millón de euros. Se entiende fácilmente que llegar a superar los 1.000 millones de euros se considerase un tiempo como una utopía y se le diera el nombre de unicornio, término que deriva del animal legendario del mismo nombre, de forma de caballo y con un cuerno recto en mitad de la frente, símbolo de imaginación y fuerza.


Artículo de (abc) publicado en https://www.abc.es/economia/abci-sin-noticias-unicornios-italia-202206060213_noticia.html