• 27/04/2024 16:14

El propósito y la ley del péndulo. Por (*) Pablo Sánchez

(origen) generico Jul 22, 2022 , , , ,
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Hace ya casi 500 años Galileo Galilei observó como un sacristán de la Catedral de Pisa encendía la lámpara colgada de la cúpula y al empujarla se producía un movimiento oscilatorio. A partir de ahí, empezó a formular la ley del péndulo en la que dos fuerzas de signo distinto explican su movimiento: la fuerza de la gravedad, que acelera el péndulo hacia el centro o eje, y la fuerza centrípeta o la inercia, que lo aleja del mismo.

Este movimiento oscilatorio se ha replicado en nuestro sistema económico en las últimas décadas. Más que oscilaciones, hemos dado bandazos para sortear las crisis y sus severos efectos económicos sobre la sociedad, sin acabar de dar con la tecla adecuada.

Ello se debe, en buena medida, a una poderosa fuerza centrípeta de la gestión empresarial que nos lleva alejando del equilibrio y la armonía desde los años 70 del siglo pasado: la llamada primacía del accionista.

Efectivamente, las empresas, que contribuyen en más de un 80% a la creación de la riqueza mundial, siguiendo el mantra del laureado economista Milton Friedman, han priorizado por encima de otras consideraciones su retorno económico y la maximización del valor para el accionista.

Los efectos hoy son conocidos: desequilibrios sociales con graves efectos sobre el bienestar y cohesión social; y una crisis climática cuyos efectos convivirán con nosotros las próximas décadas.

Sociedades de Beneficio e Interés Común

Ante este escenario, el Congreso de los Diputados aprobó, en medio de este caluroso verano, el pasado 30 de junio en el marco de la tramitación del proyecto de ley Crea y Crece, una medida de gran calado que pretende alterar esa corrosiva inercia: la aprobación de las Sociedades de Beneficio e Interés Común, que da sentido y reconoce a aquellas “empresas con propósito” que, más allá de cumplir con sus responsabilidades y mitigar sus efectos negativos, se explican a sí mismas por su vocación intencionada y proactiva de generar un impacto positivo sobre la sociedad y el medio ambiente.

Es decir, quieren hacer las cosas bien a propósito.

Esta medida no surge de la iniciativa política, sino de la voluntad de miles de personas y cientos de organizaciones, que hoy ya se reconocen como empresas con propósito y que, conscientes de la magnitud de los desafíos que tenemos por delante, quieren y pretenden utilizar la fuerza de la empresa para cambiar el mundo.

¿Cómo? Asumiendo su responsabilidad en la construcción de nuestro futuro común e incluyendo en sus estatutos sociales el compromiso de generar un impacto social y ambiental positivo, cumplir con elevados estándares de desempeño social y ambiental, y actuar con mayores criterios de responsabilidad y transparencia para velar por el bienestar social y ambiental en el medio y largo plazo.

España necesitaba aprobar esta medida, y seguir la senda de nuestros vecinos italianos y franceses, para permitir que los actores del mercado puedan reconocer y premiar a las empresas con propósito y, con ello, acelerar la adopción de esta figura en España.

Esta medida es un primer paso hacia esta revolución empresarial, ya que tendremos en nuestro ordenamiento jurídico la posibilidad de reconocer a las empresas que avanzan hacia un nuevo paradigma de desarrollo económico.

Como afirma Antón Costas, el presidente del Consejo Económico y Social, para recuperar la prosperidad se necesitan buenas empresas.

Ahora podremos reconocerlas.

Creación de valor económico, social y ambiental

Tal y como sucede con el péndulo, que siempre regresa a su eje; el propósito actúa como la fuerza gravitatoria interna que guía a la empresa en su toma de decisiones, logrando equilibrar su actividad con la creación de valor económico, social y ambiental.

Con la aprobación de las SBIC, se ofrece un marco normativo riguroso para integrar esta forma en nuestro ordenamiento jurídico y evitar las tentaciones de “greenwashing” o ecoblanqueo que algunas empresas puedan tener ante la mayor atención social que generan sus comportamientos.

La reflexión jurídica y normativa de esta propuesta puede encontrarse en el “Libro Blanco de las Empresas con Propósito”, publicado por Ediciones La Cultivada y disponible gratuitamente en internet.

Queda por delante todavía mucho trabajo por hacer: avanzar en el desarrollo reglamentario; y lograr que el texto legal resultante conserve el espíritu inicial de la propuesta.

Pero con la aprobación de las SBIC hemos cruzado el Rubicón; ya no hay marcha atrás en esta revolución empresarial.

 

(*) Pablo Sánchez es director ejecutivo de B Lab Spain

 

 

 

 

Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de Medio Ambiente y Ciencia en EFEnoticias y  EFEverde

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