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Cortar árbol a árbol, llega la silvicultura irregular

(origen) efeverde Oct 30, 2022 , , , , ,
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Roberto Cubero
Bilbao, 30 oct (EFEVerde).- Elegir árbol a árbol cuál cortar, cada cinco años, en vez de talar todo el bosque a la vez, es la silvicultura irregular por la que apuesta uno de sus pioneros, la cooperativa ERREZ (Aramaio, Alava).

Iñaki Etxebeste, de esta cooperativa, explica a EFE cómo funciona esta gestión forestal, que promete dar mejores resultados económicos y medioambientales que la «industrial». La aplica en un robledal de Legazpi (Gipuzkoa), donde colabora con el proyecto Life Urbaso de gestión del agua, de Neiker, financiado por la Unión Europea.

Nahia Gartzia Bengoetxea, y Ander Arias, de Life Urbaso, apoyan la silvicultura irregular en los bosques situados aguas arriba de las captaciones de agua potable. Van a monitorizar el impacto en el suelo de la silvicultura irregular, es decir, el desgaste del mantillo, la capa que protege el suelo.

EFE/Luis Tejido

Si, como se presupone, la erosión es mucho menor que en la silvicultura tradicional, menos lodo irá a parar a las captaciones, lo que dará más agua potable y más limpia.

El modo tradicional

En Euskadi domina la silvicultura tradicional de pino radiata, que básicamente es como un cultivo agrícola a largo plazo: todos los árboles tienen la misma edad, y cuando llegan a 30-40 años, se cortan todos a la vez mediante la matarrasa o corta a hecho. Lo mismo sucede con el eucalipto que domina en Galicia, aunque se corta cada quince años.

Tras la tala no queda bosque, y al usar las máquinas el suelo queda desnudo, erosionado, hasta que en unos años empiezan a surgir helechos.

Este método, explica Etxebeste, «no tiene la rentabilidad que han conocido nuestros padres. Los que somos propietarios forestales sabemos lo que ha supuesto es nuestras casas el pino radiata: en los caseríos cambiábamos los tejados cuando se hacía la matarrasa, pero hoy no es así».

«Hoy es una explotación fundamentalmente sostenida por las arcas públicas, que pagan un porcentaje altísimo de la inversión, o sea, todos, y hay que buscarle una vuelta desde lo económico», subraya.

El siglo XXI deja más motivos: «El envejecimiento del propietario, la falta de arraigo de lo rural, con lo que tendemos a subcontratar más los trabajos que se hacen en el monte, o la globalización, se puede traer madera lejana…».

Y lo ecológico: «Tanto desde el punto vista de mantenimiento de suelo como de la biodiversidad, la silvicultura industrial que conocemos no es sostenible, por muchos certificados que se hagan».
Como la madera es y seguirá siendo necesaria para industrias como el papel, los muebles o los embalajes, «lo que tenemos que hacer es producirla de otra manera».

Pie a pie

¿Cómo? La silvicultura irregular también se llama «pie a pie», porque consiste en elegir árbol a árbol cuál cortar y cuál dejar, para que crezca más, y no se tala todo el bosque, sino una parte cada cinco años.

Etxebeste señala un roble hermoso: «Está en un diámetro de 40, pero no está en su óptimo, porque va a acumular capital unos años más, va a engordar. No hay que cortarlo ahora, sino dejarle sitio, gestionar la luz para que alcance un desarrollo óptimo. Ese árbol ya vale dos mil euros, pero todavía no ha acumulado. Tenemos robles en Francia que se han pagado muchísimo, seis mil euros».

«Pie a pie» va a cortar los árboles «de cosecha» y dejar los «de porvenir», hasta la siguiente tala. No se gestionan por años, sino por diámetro, y cada cinco años se saca la misma cantidad.

«Aquí (en el robledal) tienes dos mil euros en un árbol y eso que no ha acumulado. El pino radiata está dando unos 20-24.000 euros por hectárea -que tiene unos 200 árboles-, y se cobra una vez cada 40 años, con inversiones y ayudas. Con la irregular tienes un aporte de dinero cada cinco años, sin ayudas ni nada, inversión cero».

Por eso, «hasta económicamente es más rentable que lo que estamos haciendo, sin duda», defiende Etxebeste.

Además, se protege la diversidad de especies: «Hace treinta años mi abuelo me diría quita ese castaño, échale motosierra, o quita ese roble que está podrido, al suelo, y el acebo, fuera. Hoy, con ese planteamiento pierdes dinero, empleas tiempo de trabajo en algo que realmente no importa. El roble muerto da biodiversidad, el acebo le hace sombra al roble, da calidad».

Y con ello, otra ventaja, se protege el suelo, «que es realmente el fondo de inversión a largo plazo que sustenta el bosque. Su estructura es sagrada, hay que minimizar los impactos», concluye Etxebeste. EFEVerde

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Artículo de efeverde publicado en https://efeverde.com/silvicultura-irregular-arboles/