La Gran Recesión, el unilateralismo de Trump y ahora la guerra de Putin, dejan maltrechos los goznes de la economía mundial. Al compás de la invasión el daño se ahonda. Muchos hablan de “desglobalización”. O sea, de un cóctel de proteccionismo salvaje, relocalización de empresas deslocalizadas, autarquías regionales, fragmentación de los mercados, ruptura de las cadenas de valor y de suministros, desplome o decrepitud de los organismos multilaterales, como la OMC, la OMS o el G-20.