Los operadores de telecomunicaciones llevan camino de convertirse en meras marcas comerciales, solo distinguibles por sus logos y publicidad. Comenzaron externalizando sus servicios de atención al cliente, franquiciando sus tiendas o vendiendo sus sedes. Ahora han ido un paso más allá y se están deshaciendo del más valioso de sus activos: las redes. En los últimos cinco años han vendido a empresas independientes de infraestructuras (las llamadas towercos) sus redes móviles pasivas: las torres de transmisión, las antenas y los inmuebles asociados.