La Unión Europea ha logrado pactar una norma que regule el salario mínimo en toda Europa y reforzar la negociación colectiva. La directiva, acordada este martes de madrugada entre el Consejo de la UE y el Parlamento, supone un paso adelante en derechos sociales y laborales en los mercados de trabajo de los Veintisiete y un avance más en la homogenización de condiciones laborales. Aunque lograr este paso adelante ha costado mucho esfuerzo. Y no solo porque entre salario mínimo de Luxemburgo (2.256 euros) y el de Bulgaria (332,34 euros) se abra un abismo, también porque no ha sido nada fácil poner de acuerdo a los países que regulan estos sueldos a través de leyes o decretos -la mayoría de Los Veintisiete, entre ellos España- con los que tienen una sólida y negociación de sueldos mediante convenios, como los nórdicos e Italia. La vía para poner de acuerdo a los Estados miembros ha pasado por respetar los mecanismos actuales de cada país, pero apuntando qué criterios deben tenerse presentes.