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¡Fuera el ecologismo irracional del campo!

(origen) JavierBorrego Jul 22, 2022 , , , , , ,
Tiempo estimado de lectura: 2 minutos, 38 segundos

Cuando entramos en un restaurante de los que tienen la cocina a vista del público, a nadie se le ocurre entrar en ella e imponer al personal de cocina cómo tiene que hacer su trabajo para proteger la carne, el pescado y las verduras sobre las que trabajan.

Pero en el ecologismo irracional y excesivo que padecemos, desde los despachos, movidos por activistas llamados ambientalistas, no dejan de dictar instrucciones, órdenes, incluso de tipificar delitos, movidos por la protección de la naturaleza.

Por ejemplo, poseer propágulos de una especie protegida de flora silvestre tiene pena privativa de libertad (Propágulo es un vástago o parte de una planta capaz de originar vegetativamente otro individuo, término sin duda muy conocido y usado por la gente del campo, según los redactores en 2015 del artículo 332 del Código Penal).

O realizar actividades que impidan o dificultan la reproducción o migración de especies protegidas de fauna silvestre, lleva aparejada pena privativa de libertad con arreglo al artículo 334.1.c) Código Penal.

Llevada la protección de la naturaleza al exceso o irracionalidad, no se pueden desbrozar los montes porque se perjudica la calidad de la vida y la reproducción de los animales.

Prevenir los incendios forestales es la mejor forma para evitarlos, pero ¡ojo!, en las tareas a realizar para ello, hay que prestar atención a no molestar a los animales y cuidado con la flora silvestre.

Dos ejemplos del absurdo al que hemos llegado: en una residencia de ancianos, en la salida de humos se instala un nido de cigüeñas.

No se puede quitar sin permiso de la gente que ocupan los despachos.

La burocracia suele ser lenta, y si hay contaminación en los mayores por estar obstruida la salida de humos, o hay riesgo de incendio, esto no tiene importancia frente a la protección de las cigüeñas.

LO QUE HAY QUE HACER CON UNA CIGÜEÑA MUERTA

Otro ejemplo real: Si aparece una cigüeña muerta, hay que recogerla y guardarla hasta que la gente de los despachos envíen a recogerla y analizar las causas de la muerte de la cigüeña.

Si trascurren dos meses y la descomposición de la cigüeña muerta produce un olor horrible en la casa cuartel, que a nadie se le ocurra enterrar a la cigüeña, hay que vivir con dicho olor hasta que envíen a recoger a la cigüeña la gente de los despachos.

Vivimos en una sociedad, donde ciertas ideas, nuevos becerros de oro, se llevan al paroxismo, pero que nos dicen, y aborregados nos callamos en un ejemplo real de la espiral del silencio de Elizabeth Neumann, y peor, adoramos esa idea.

En un restaurante extremeño, observé con satisfacción que la igualdad entre hombres y mujeres se aplicaba: En los aseos, tanto masculinos como femeninos, adosada a la pared había una tabla abatible para poder cambiar, padres o madres, los pañales a un bebé.

Pero la igualdad entre los sexos también se lleva al paroxismo: “las personas en proceso de autodeterminación de sexo pueden hacer uso de los baños o vestuarios en función del sexo sentido”, artículo 5.5 de la Ley 1/2019, de la Actividad Física y el Deporte en Canarias.

La llamada protección de la naturaleza, el fervor talibán de algunos ecologistas que contagian a los despachos de las administraciones, suele llevarse al exceso, y utilizan para ello el papanatismo de los catetos de “es una exigencia de Europa”: ZEPAS y demás figuras de protección se utilizan como palabras mágicas que hay que postrarse ante ellas.

Olvidan que la Directiva 2011/92/UE, relativa a la evaluación del impacto ambiental, impone que el primer factor a considerar, antes que la biodiversidad, etcétera, es la población y salud humana, (artículo 3).

Talleyrand escribió que todo lo excesivo, termina siendo insignificante.

El problema que tenemos es que en la protección de la naturaleza y en otra buenas ideas, estamos ya en un nivel de exceso que es irracional, y que al final, aparte de insignificante, ese exceso es letal y gravemente dañoso para la gente del campo, la gente común.

Por cierto: No conozco ninguna reclamación, recurso, denuncia o querella, planteada por asociación ecologista, por la muerte o heridas en personas, consecuencia de proteger la naturaleza luchando contra incendios forestales. Tal vez es que hoy el ser humano ya no es una especie protegida para algunos.       

In memoriam de Daniel Muñoz Varas, manguerista fallecido por el fuego el domingo 17 de este mes en el incendio de Ferreluela de Tábara (Zamora), y de los fallecidos por los incendios forestales.

Por la recuperación de la salud de Ángel Martínez Arjona, agricultor con quemaduras graves en el 80% de su cuerpo en el incendio de Tábara, y por la recuperación de los heridos por los incendios forestales.


Artículo de JavierBorrego publicado en https://confilegal.com/20220722-fuera-el-ecologismo-irracional-del-campo/