• 19/04/2024 18:48

Cartas desde Londres: La guerra de las togas, Churchill Gowns contra Ede & Ravenscroft

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Como en su derecho, las formalidades lo son casi todo en la sociedad británica clásica. A la menor ocasión, si tenemos que acudir a un evento social o profesional, será habitualmente bajo un determinado código de vestimenta (el ‘dress code’) que establecerá qué podemos o no llevar, bajo pena de ser considerado un despistado o, incluso peor, ‘underclass’, es decir, de clase baja.

Y es que el atuendo es una de esas obsesiones de la tradición inglesa, desde antes incluso de que el gran Beau Brummell marcara los términos del “dandismo” en el vestir con la ayuda inestimable del entonces Príncipe de Gales, del que proviene el actual traje y corbata.

No es de extrañar que otro dandi como Oscar Wilde advirtiera en “El retrato de Dorian Gray” que “Sólo las personas superficiales no juzgan por la apariencia”.

En su muy recomendable obra ‘England, a class of its own’, el abogado alemán Detlev Piltz recordaba una curiosa anécdota de otro autor, Arthur Marwick, cuando apareció en un programa de televisión en la BBC y recibió poco después la siguiente carta de un espectador:

“Me pregunto si, antes de que vuelva usted a entrar en mi salón, podría hacer un esfuerzo por mejorar su aspecto desaliñado. Por su acento y su forma de vestir, anoche quedó claro que, a fuerza de estudiar, ha salido usted de la clase trabajadora.

Y remachó el televidente:

«Su acento es completamente aceptable, pero su aspecto no lo es«.

Ya ven por dónde van los tiros.

Pero ojo, porque no se trata de unificar al personal en una amalgama, sino bien al contrario, identificar claramente a cada individuo, de ahí que esas reglas clásicas en el vestir no deberían pasarnos desapercibidas desde el mismo momento en que pisamos suelo británico.

Todo tiene un código, incluso la vestimenta de los recién graduados universitarios.

Churchill Gowns llevaba muy a gala que sus togas eran de plástico reciclado, medioambiental y sostenible, lo que se demostró que era falso.

TOGAS DE GRADUACIÓN EXCLUSIVAMENTE DE “EDE & RAVENSCROFT”

Pues sí, precisamente por una tradición que se remonta al Medievo, los chavales que han finalizado sus estudios en las universidades del país deben llevar obligatoriamente a la ceremonia de graduación la rigurosa toga académica (‘gown’) de color negro y el clásico birrete cuadrado.

Por cierto, muy a diferencia de otros países como España, donde últimamente se han puesto de moda las bandas de colores, como si de un certamen de  “Miss Costa Brava 1972” se tratase.

Pero sobre todo, no confundan las togas o ‘gowns’ con las también célebres ‘Toga Party’como la que aparece en aquella fantástica película llamada “Desmadre a la Americana” (‘Animal House’), con el desaparecido John Belushi en uno de sus mejores papeles.

En fin, la cuestión es que la dichosa vestimenta procede desde antaño de una única y también tradicional sastrería de Chancery Lane, Londres: la famosísima “Ede & Ravenscroft”, negocio cuyos orígenes se remontan nada menos que a 1689 y que suministra trajes de ceremonia incluso para la Reina Isabel II, así como pelucas y togas para ‘barristers’.

No en vano es, seguramente,  la compañía de sastrería más antigua del mundo

Al parecer, gracias a su larga experiencia, esta decana de la sastrería cuenta con acuerdos exclusivos, de tal manera que casi la totalidad de las universidades e institutos que fueron encuestados por el dominical de “TheTimes”, decían en sus páginas web que los chavales deben obtener la toga de graduación de Ede & Ravenscroft a 45 libras por el alquiler durante un día y entre 135 y 175 libras por la compra.

Y ya tenemos el follón montado con demanda incluida ante la autoridad de la competencia en el Reino Unido, el famoso ‘Competition Appeal Tribunal’ o ‘CAT’, algo parecido a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, la CNMC española

 Así, en un artículo publicado en 2019 en The Boar, se explicaba que la Universidad de Keele comunicó a los estudiantes en un correo electrónico que las togas debían comprarse al “proveedor autorizado de trajes académicos Ede & Ravenscroft”, advirtiendo que los estudiantes que llevaran “togas incorrectas” no serían admitidos el día de la graduación.

The Times también informó de que, cuando un estudiante de la Universidad de Liverpool preguntó si podía llevar togas de graduación de una compañía distinta, le respondieron que: “Su vestimenta académica deberá coincidir exactamente con la toga y el birrete proporcionados por Ede & Ravenscroft o no podrá graduarse”.

Como comprenderán, no están los estudiantes como para jugarse la graduación.

En este momento es cuando entra en juego ‘Churchill Gowns’, una joven compañía de sastrería que había ganado el famoso concurso televisivo de ‘start-ups’ llamado ‘Dragons’ Den’ indicando que sus togas se elaboraban a partir de plástico reciclado preguntándose que, si no hay propiedad intelectual en un modelo una toga de hace 500 años y Ede & Ravenscroft no tiene derechos de diseño ni de autor.

¿Por qué entonces no pueden elegir los estudiantes?

Y ya tenemos el follón montado con demanda incluida ante la autoridad de la competencia en el Reino Unido, el famoso ‘Competition Appeal Tribunal’ o ‘CAT’, algo parecido a la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia, la CNMC española.

Para esta ocasión el CAT estaba integrado un trío de lujo: como ponente, el juez Mr Justice Zacaroli, el litigador y exsocio de Freshfields Bruckhaus Derringer, Paul Lomas y finalmente el economista experto en competencia, Derek Ridyard.

El ‘Competition Appeal Tribunal’ es el equivalente británcio a nuestra Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia.

LA DEMANDA DE CHURCHILL GOWNS CONTRA EDE & RAVENSCROFT POR MONOPOLIO EN EL MERCADO DE LA ROPA ACADÉMICA UNIVERSITARIA

Esencialmente la demanda alegaba en virtud de los artículos 2 y 18 de la Ley de Competencia de 1998 (Competition Act 1998) que, o bien Ede & Ravenscroft había abusado de su posición dominante en el mercado de trajes académicos mediante acuerdos de proveedor oficial con las universidades (en infracción del capítulo II de la CA1998), o bien que dichos acuerdos tenían como efecto impedir, restringir o falsear la competencia en el Reino Unido (capítulo I de la CA1998).

En concreto, Churchill Gowns indicaba que esos acuerdos con las universidades por los que se concedía el estatus de “proveedor oficial” tenían el efecto de conferir una exclusividad de iure o de facto a Ede & Ravenscroft, de manera que la joven compañía se veía excluida del acceso al mercado de trajes académicos directamente a los estudiantes.

Por su parte, Ede & Ravenscroft no se quedó precisamente de brazos cruzados y además de negar la existencia de un monopolio, añadió que Churchill Gowns había hecho afirmaciones engañosas o fraudulentas (‘fraudulently or at least with criminal negligence‘) sobre la composición de sus batas ya que los fundadores de la compañía Oliver Adkins and Ruth Nicholls publicitaban que sus prendas eran “100% recicladas, fabricadas a partir de un residuo de plástico postconsumo”.

Así, durante una audiencia preliminar celebrada ante el CAT en septiembre de 2021, los abogados de Ede & Ravenscroft afirmaron que habían realizado pruebas a las togas de Churchill Gown, en las que se comprobó que “no contenían ni una sola fibra fabricada a partir de botellas de plástico recicladas”, instando a que se impidiera a Churchill Gowns hacer tales afirmaciones en su publicidad.

Ya ven ustedes que no hay que desaprovechar ocasión ninguna para dar un codazo al contrario.

Vaya si pegaron fuerte.

Tras once largos días de vistas celebradas para este caso, el CAT resolvió unánimemente el pasado día 15 de julio de 2022 en la decisión Churchill Gowns Limited and Student Gowns Limited v Ede & Ravenscroft Limited and Others [2022] CAT 34.

Por si tienen interés, aquí tienen el expediente y la transcripción de todas las vistas así como de las conclusiones.

LA SENTENCIA DEL CAT EN EL CASO “CHURCHILL GOWNS CONTRA EDE & RAVENSCROFT”

A la vista de las pruebas, el CAT consideró que Ede & Ravenscroft ocupa efectivamente una posición dominante en el mercado de la prestación de servicios a las universidades, siendo uno de ellos el alquiler de trajes académicos a los estudiantes para las ceremonias de graduación. 

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos de la demandante, a juicio del CAT Churchill Gowns no pudo demostrar que la imposibilidad de acceder al mercado de forma rentable a través la venta o alquiler directamente a los estudiantes fuera el resultado de un comportamiento de Ede & Ravenscroft mediante el abuso de su posición dominante en virtud o como consecuencia de los acuerdos celebrados entre los demandados y las universidades.

Por el contrario, para el CAT la dificultad para acceder a ese mercado reside en las propias preferencias de las universidades en cuanto a la mejor manera de organizar sus propias ceremonias de graduación, de ahí que establezcan el sistema que mejor tengan por conveniente, con independencia del resultado para la competencia.

Gracias a una demanda por infracción de la competencia, se ha podido saber que el producto estrella de Churchill Gowns consiste en togas de plástico reciclado, medioambiental, sostenible y demás, son en realidad una auténtica patraña

Por tanto, para la autoridad británica de la competencia y a la vista de la defensa desplegada por Ede & Ravenscroft ni había infracción por el capítulo I (es decir, la existencia de acuerdos prohibidos) ni del capítulo II (abuso de posición dominante) de la Competition Act de 1998.

El resultado, como se imaginarán fue la desestimación directa de la demanda de Churchill Gowns.

Por último y aunque no afectó a la sentencia, el CAT concluyó finalmente que Churchill Gowns había falseado la realidad respecto a que sus togas estaban fabricadas con plástico 100% reciclado, al efectuar tales afirmaciones sin preocuparse de si tal afirmación era cierta, lo cual ya es suficiente para que se realizara con imprudencia a los efectos de la existencia de un ilícito civil (‘fraudulent tort’).

Es decir, que gracias a una demanda por infracción de la competencia, se ha podido saber que el producto estrella de Churchill Gowns consiste en togas de plástico reciclado, medioambiental, sostenible y demás, son en realidad una auténtica patraña

Lo que no he llegado a saber es si los ‘barristers’ de ‘Churchill Gowns’ llevaron en las audiencias las togas supuestamente “ecológicas” de sus clientes o confiaron en las tradicionales de seda y paño.

Hasta la semana que viene.


Artículo de JosepGlvez publicado en https://confilegal.com/20220816-cartas-desde-londres-la-guerra-de-las-togas-churchill-gowns-contra-ede-ravenscroft/