Después de casi tres décadas de cumbres para salvar el clima, el balance del último informe de los expertos científicos internacionales del IPCC es desolador: la ventana de oportunidad para evitar que la temperatura aumente más de 1.5º, se está cerrando rápidamente. Es más, con los compromisos actuales de reducción de emisiones de los diferentes países, la Tierra se calentaría más de 2,6ºC, situándonos en los peores escenarios climáticos, sociales y económicos. Y no es una cuestión de futuro. Nos afecta ahora y aquí. De hecho, durante los últimos meses en España y Europa, hemos vivido en carne propia las consecuencias de una crisis climática fuera de control donde las olas de calor, sequía e incendios nos matan y nos empobrecen.
En este alarmante contexto la pregunta es inevitable ¿Qué podemos esperar de la COP27 en Egipto? No hay otra vía que escuchar a la ciencia. Todos los gobiernos tienen que aumentar de inmediato sus compromisos de reducción de emisiones para cumplir el Acuerdo de París. Esto incluye al Gobierno de España, cuya ley climática nació vieja cuando se aprobó el año pasado, y urge revisarla al alza antes de que finalice la legislatura. Es la única vía realista para salvar vidas hoy y mañana. No hay lucha climática sin ambición.
Pero después de 30 años de lucha climática ya sabemos que las buenas intenciones no bastan. Los compromisos solo serán coherentes y creíbles cuando los gobiernos dejen de financiar a los combustibles fósiles. Son la principal causa del calentamiento global y es preciso que en la COP27 los gobiernos manden un mensaje inequívoco, acelerando su abandono. Esto significa terminar con cualquier subvención a las energías sucias y poner fin inmediato a los proyectos fósiles, tal y como recomienda la Agencia Internacional de la Energía. En este sentido, es incomprensible el empeño de España en el BarMar, antiguamente MidCat, una obra insostenible y faraónica al servicio del gas fósil. No hay acción climática sin abandono de las energías sucias.
Otra de las cuestiones centrales en la cumbre egipcia es la justicia climática. Quien más paga las consecuencias de la emergencia climática son los países y personas que menos han contribuido a crearla. Y quién más tiene que pagar son los países enriquecidos. Esto pasa por cumplir de una vez con el compromiso de 100.000 millones de dólares de los países enriquecidos hacia los países vulnerables, únicamente a través de subsidios, y con un equilibrio correcto entre adaptación y mitigación. Además, es fundamental que los países más vulnerables puedan recibir financiación rápida y adecuada para gestionar los daños de la crisis climática. Por ello, establecer un mecanismo financiero para las Pérdidas y Daños, basado en los principios de “quién contamina paga” y de “responsabilidades diferenciadas”, debe ser un objetivo prioritario de la COP27. No habrá justicia climática sin justicia financiera.
Por último, no olvidemos que la emergencia climática es un asunto de democracia. En este contexto, las ONG y la sociedad civil juegan un papel fundamental. Y digámoslo claro: es altamente preocupante e indignante la represión y falta de libertad de expresión en Egipto. El Gobierno egipcio y la presidencia de la COP27 deben respetar escrupulosamente la participación y la libertad de expresión de la sociedad civil. No hay lucha climática sin derechos humanos. La COP27 es una nueva oportunidad para que los gobiernos, incluido el de España, se comprometan de forma creíble a salvar el clima. Porque hoy salvar el clima significa salvar vidas.
(*) Florent Marcellesi, coportavoz de Verdes Equo y ex-eurodiputado de Verdes/ALE
Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de Medio Ambiente y Ciencia en EFEnoticias y EFEverde
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