El secretario general de la Organización Meteorológica Mundial (OMM), Petteri Taalas, subrayó en la COP27 la estrecha relación entre falta de agua y crisis climática y advirtió de un «declive generalizado» en las reservas globales de agua subterránea y sobre todo en la región Mediterránea.
En una rueda de prensa antes del encuentro de alto nivel sobre cambio climático y agua en el marco de la cumbre del clima de la ONU de Sharm el Sheij, Taalas recordó que “muchos de los impactos climáticos se manifiestan a través del agua”, con fenómenos extremos como inundaciones o la disminución de la disponibilidad.
Entre otros fenómenos, el diplomático recalcó el derretimiento de glaciares que “se está acelerando en todo el mundo”, la irregularidad en las precipitaciones, la menor humedad del suelo que “perjudica los cultivos”, la intrusión salina en los acuíferos por el aumento del nivel del mar y el agotamiento de las reservas subterráneas.
Escasez de agua en Egipto
El ministro de Recursos Hídricos de Egipto, Hani Sewilam, repasó ante los periodistas los riesgos climáticos a los que se expone su país -el anfitrión de la cumbre del clima este año- que ya sufre escasez al no alcanzar su suministro de agua el mínimo anual fijado por la ONU de 1.000 metros cúbicos per cápita.
Sewilam aseveró que para evitar el agotamiento de sus pozos -cuya agua no es renovable, recordó- no encuentra por el momento “ninguna solución seria”.
“Nuestro gobierno ha invertido miles de millones de dólares en tratar de expandir el periodo en que se pueda usar esa agua”, alegó, diseñando nuevos sistemas de riego e impulsando una “gobernanza real que controle la descarga de los acuíferos”.
Asimismo, recordó que “el delta de Egipto es una de las zonas más amenazadas por la intrusión de agua” a consecuencia de la subida del nivel del mar Mediterráneo, y lamentó que “en los últimos años ha habido un incremento en la salinidad del agua subterránea” por lo que se necesitaría «empezar a pensar en la desalinización”.
El suministro en Egipto depende en un 97 % del río Nilo, señaló Sewilam, pero la escasez de agua agravada por el calentamiento global no concierne sólo a su país, sino que «trasciende las fronteras» al comprometer la seguridad hídrica de todos los países en la cuenca de este río, sentenció.
Protección de glaciares
Por su parte, el ministro de Asuntos Exteriores de Tayikistán, Sirojidin Muhidin, puso en valor su llamamiento a la comunidad internacional para declarar el 2025 como año de protección de los glaciares, iniciativa sobre la que se espera una resolución de la Asamblea General de la ONU antes de que termine el año.
El derretimiento de los glaciares afecta directamente a Tayikistán, un país montañoso cuyos recursos hídricos provienen principalmente de estas masas de hielo en peligro por el calentamiento del planeta.
En las últimas décadas, la OMM calcula que este país ha perdido más de mil glaciares, mientras que Europa ha vivido un año especialmente duro en este sentido, pues el deshielo de glaciares llegó a batir récords, según el último informe de la Organización Meteorológica Mundial.
Subida del nivel del mar
Taalas recordó también que el derretimiento de los glaciares no sólo afecta al suministro de agua dulce, sino también al aumento del nivel del mar -que a su vez acelera el derretimiento de las masas heladas-, que amenaza la seguridad de las personas y la producción agrícola.
El manto de hielo de Groenlandia perdió masa por 26º año consecutivo y, por primera vez en un mes de septiembre, se registraron lluvias en lugar de nevadas, informó el documento.
Según esta organización, ya es “demasiado tarde para muchos glaciares y el deshielo continuará durante cientos, o incluso miles de años”.
El ritmo de aumento del nivel del mar se ha duplicado en los últimos 30 años, aseveró Taalas en un comunicado, en el que añadió que “aunque todavía medimos ese incremento en milímetros por año, en un siglo representará un aumento del nivel de las aguas de entre medio metro y un metro. Para los países de baja altitud y para muchos millones de habitantes de zonas costeras es una grave amenaza a largo plazo”.
Respecto a cómo hacer frente al impacto climático de la irregularidad de las precipitaciones, el secretario general de la OMM afirmó no confiar en la geoingeniería para ayudar a paliar el estrés hídrico, puesto que esa tecnología necesita de un mínimo de humedad en la atmósfera para generar lluvia artificial y los intentos no se han demostrado exitosos, dijo.
En los casos en los que sí ha podido funcionar, Taalas aclaró que sólo ha logrado hacer llover en una zona concreta, con el efecto secundario de dejar la zona inmediatamente alrededor aún más seca, advirtió. EFEverde
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