Barcelona (España), 9 ene (EFEverde).- Una investigación ha descubierto que las raíces de los árboles caducifolios no duermen durante el invierno y que se dedican a almacenar reservas de carbohidratos y otras sustancias ricas en nitrógeno, para luego tener alimento suficiente para que las hojas salgan y se reactive la fotosíntesis.
El estudio, publicado este por la revista Nature Ecology and Evolution y que ha sido elaborado con la participación del Centre de Recerca Ecològica i Aplicacions Forestals (CREAF) y del CSIC, demuestra por primera vez que los árboles no entran en un estado de dormición completo y mantienen las raíces activas.
En concreto, los resultados de la investigación revelan que el suelo forestal es un embornal de carbono con más capacidad de la que se creía hasta ahora y también cambia la percepción de cómo los árboles de hoja caduca podrían adaptarse al cambio climático.
El experimento se ha llevado a cabo con más de 300 árboles de cuatro especies que habitan en bosques de Bélgica, España y Noruega.
Los árboles caducifolios (como las hayas y los abedules) cambian de color con cada estación, y sus hojas caen entre el otoño y el invierno, que es cuando el árbol entra en un estado de hibernación en el cual el tronco deja de crecer y así guarda la energía para reactivarse en la primavera cuando las hojas vuelven a rebrotar.
Hasta ahora se creía que las raíces también cesaban su actividad y se «dormían» junto con el resto del árbol, pero el trabajo de investigación demuestra que las raíces no descansan en ningún momento y continúan creciendo.
Este estudio ha sido liderado por la investigadora de la Universidad de Amberes (Bélgica) Loréne J. Marchand y ha contado con la participación del CREAF y el CSIC, y sus resultados sugieren que el suelo forestal es un embornal de carbono con más capacidad de la que se creía, porque acumula carbono durante todo el año, y no sólo cuando las hojas realizan la fotosíntesis y el árbol está más activo.
Esto supone un cambio en la percepción de cómo los árboles de hoja caduca podrían adaptarse al cambio climático en un futuro, ya que, según explica el investigador del CREAF y coautor del estudio Paolo Zuccarini, «los resultados demuestran que la parte aérea y la parte subterránea del árbol siguen calendarios separados».
Es decir, explica este mismo investigador, estos árboles «priorizan el crecimiento subterráneo durante el invierno y el crecimiento aéreo al comienzo de la primavera».
Este desacoplamiento podría suponer una ventaja estratégica, ya que en invierno las raíces almacenan reservas de carbohidratos y otras sustancias ricas en nitrógeno, como las proteínas o aminoácidos, mientras que el resto del árbol está inactivo.
Así, cuando se «despiertan», tienen alimento suficiente para que las hojas salgan y se reactive la fotosíntesis, que es imprescindible para que el tronco y las brancas crezcan.
Según Zuccarini, «es como tener ladrillos de construcción preparados para utilizar en la primavera, cuando la prioridad del árbol es generar hojas para volver a hacer la fotosíntesis»
El estudio se ha llevado a cabo con cuatro especies de árboles en diversos bosques templados de España, Bélgica y Noruega, y en total, se han incluido 330 árboles, tanto maduros como plántulas de tres años, de haya europea (Fagus sylvatica), abedul (Betula pendula), roble (Quercus robur) y álamo bordo (Populus tremula).
Los investigadores recolectaron 1.000 muestras de raíces gruesas de más de dos milímetros, ya que a partir de esta medida es cuando la raíz experimenta la formación de madera, conocida como xilogénesis.
La autora principal del estudio, Lorène J. Marchand, explica que «los datos reflejan que las raíces gruesas mantienen su actividad, incluso en temperaturas del suelo inferiores a 3 °C, lo que desmiente la creencia de que el frío detiene el crecimiento subterráneo».
Más carbono bajo el suelo
Otro de los aspectos que destacan es que el valor del suelo forestal como reservorio de carbono sería mejor de lo que se pensaba, ya que la investigación demuestra que los árboles caducifolios lo fijan durante todo el año.
Según los investigadores, los árboles almacenan carbono en su estructura utilizándolo para el crecimiento de la madera en las raíces y el tronco.
Este carbono almacenado es muy estable, ya que se integra en los tejidos vegetales en forma de biomasa lignificada, compuesta por celulosa, hemicelulosa y lignina. EFEverde
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