El transporte es el principal emisor de CO2 en España con un 29,6 % de las emisiones totales y el segundo en Europa, con un 22,4 %, sólo 3,9 puntos por debajo de las energéticas.
Estos datos podrían diluirse en el mar de información sostenible que nos llega cada día, pero merece la pena no ignorarlos ya que ese CO2 está contribuyendo de forma directa al calentamiento global que está alterando profundamente los ecosistemas naturales, las estructuras sociales y las economías globales, afectando la disponibilidad de recursos, desplazando poblaciones e incrementando la frecuencia y severidad de desastres naturales.
En Europa hemos visto ejemplos claros de estos impactos en los últimos años, con olas de calor extremo o inundaciones catastróficas en Alemania y Francia que causaron daños materiales extensos. En España, la sequía ha afectado la producción agrícola en regiones como Andalucía, el número de incendios forestales ha crecido en un 20 % en los últimos 10 años y las gotas frías, como la DANA de octubre de 2024, son cada vez más frecuentes y virulentas, causando pérdidas humanas y económicas devastadoras.
Estos eventos ponen de manifiesto la urgencia de tomar medidas efectivas contra el cambio climático y disminuir las emisiones de gases de efecto invernadero sobre todo en los sectores más intensivos, como el transporte, que en su versión terrestre destaca principalmente debido a que un 96 % de las mercancías que se consumen en España viajan por carretera, impulsada en su inmensa mayoría por combustibles fósiles. Para descarbonizar este sector se hace necesario, un cambio en el modelo actual hacia otro más sostenible y es aquí, donde el ferrocarril se presenta como la mejor alternativa.
El tren, en comparación con el camión, para una misma carga y trayecto, emite entre un 80 % y un 100 % menos de CO2. Un 80 % en caso de locomotora diésel y hasta el 100 % si la locomotora es eléctrica y la electricidad consumida es verde, como sucede en España. De esta manera, usando el ferrocarril se reduce drásticamente la huella de carbono del transporte de mercancías. Y no solo eso, el tren además consume 6 veces menos energía que la carretera, genera 3 veces menos ruido, emite 8 veces menos contaminantes atmosféricos y reduce las externalidades en un 40 % debido, entre otros factores, al menor mantenimiento de carreteras, disminución de la congestión, menor siniestralidad y reducción en las atenciones hospitalarias relacionadas con accidentes de tráfico y enfermedades respiratorias.
Por lo tanto, se hace evidente que trasladar mercancías de la carretera al ferrocarril es una solución muy efectiva y ya disponible para disminuir el impacto climático del transporte terrestre, totalmente alineada con compromisos internacionales sostenibles como el Acuerdo de París, políticas europeas como el Green Deal o estrategias nacionales como el Plan Mercancías 30, que establecen la voluntad y los objetivos a alcanzar para la descarbonización de la economía.
No obstante, siendo realistas, a pesar de que el tren destaca como una opción clave para el transporte de medias y largas distancias, con la capacidad de mover cargas equivalentes a las de unos 40 camiones en un solo viaje y transportar prácticamente cualquier tipo de mercancía, en la mayoría de los casos no puede actuar por sí solo, por lo que su combinación con otros modos de transporte en un modelo intermodal vertebrado en el ferrocarril es lo más práctico y efectivo. De esta manera, el camión y el tren no son enemigos sino aliados y la combinación sostenible e inteligente de ambos, no solo aliviaría la escasez de conductores de camiones que presenta el sector, sino que facilitaría el transporte en la primera y última milla, donde el ferrocarril no llega y disminuiría la huella de carbono al reducir la dependencia de los camiones en trayectos largos.
Actualmente, existe una gran voluntad para materializar este impulso hacia la intermodalidad como demuestra el Plan Mercancías 30, derivado del PRTR y de los fondos europeos Next Generation, que busca incrementar una cuota estancada por más de 15 años en el 4 % a un 10 % en 2030.
Este plan incluye programas específicos como los PATSYD que han destinado cerca de 445 millones de euros hasta la fecha para la modernización y renovación de activos ferroviarios, los eco-incentivos, con un presupuesto total de 75 millones de euros (2022-2025), que premia a las empresas ferroviarias por aumentar el transporte de mercancías por tren y el plan de renovación de infraestructuras, con una inversión inicial de 5.800 millones de euros, destinado, entre otros, a proyectos clave como los Corredores Mediterráneo y Atlántico.
Sin embargo y a pesar de este contexto prometedor y de que la demanda del servicio, actor clave para esta transición presenta cada vez mayor interés por entender cómo disminuir el impacto climático asociado al transporte de su carga, todavía persisten barreras que dificultan el cambio modal para ellos.
Por un lado, las obras de mejora en las infraestructuras están afectando al tráfico ferroviario actual, generando incertidumbre en los clientes. Uno de los grandes retos es garantizar que las empresas que confían en el tren no abandonen este medio durante el período de ejecución de las obras, o que, si lo hacen, regresen una vez que finalicen.
Y por otro, la falta de flexibilidad del ferrocarril respecto a otros modos de transporte, como el camión, sigue siendo un desafío para quienes buscan soluciones rápidas y adaptables a sus necesidades logísticas.
Se hace fundamental entender las inquietudes y necesidades de los que ya confían en el ferrocarril para transportar sus productos y de aquellos que están considerando hacerlo. Acompañarlos en este proceso de transición, ser pedagógicos y destacar los beneficios económicos, logísticos y medioambientales de optar por el ferrocarril es totalmente necesario. Y no solo con ellos, sino también con el consumidor final cuyo poder de compra puede ser un motor clave para exigir un transporte más respetuoso y descarbonizado.
Iniciativas como Mercancías al Tren, liderada por Transfesa Logistics, acercan al consumidor final este mensaje, para despertar conciencias, hacerles reflexionar sobre la huella que generan los productos que llegan hasta sus manos y materializar el cambio que haga posible un aumento de la cuota modal del ferrocarril. Al mismo tiempo, sirve de foro de debate a los diferentes actores implicados como son operadores, traccionadores, cargadores, asociaciones de carretera, administración pública y ONG´s para definir entre todos de manera colaborativa, el mejor camino hacia la descarbonización del sector transporte. Porque a una Europa más sostenible, competitiva y saludable, se llega en tren.

Isabel Núñez es responsable de sostenibilidad del grupo Transfesa Logistics
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