Demonizar a los latinos, inmigrantes y migrantes como «invasores», «malditos mexicanos» o «una isla flotante de basura» legitima y amplifica la violencia y el odio. Necesitamos proteger nuestras comunidades.
A medida que se acerca el día de las elecciones, nuestra nación enfrenta una amenaza grave: la normalización de la retórica xenófoba y sus aterradoras consecuencias en nuestras comunidades. Esto no se trata solo de política; es una crisis moral y humana que pone en peligro a las familias latinas y, de hecho, a todos los estadounidenses.
Desde etiquetar a los inmigrantes como «violadores» e «invasores» que «envenenan la sangre del país», hasta referirse despectivamente a Puerto Rico como una «isla flotante de basura», Trump y sus aliados de MAGA están perpetuando un discurso de odio y violencia que pone en peligro a nuestra gente y comunidades. Aunque algunos puedan creer que esta retórica no los afecta, a los ojos de aquellos que esparcen odio, todos somos considerados «el otro»: los estadounidenses no blancos que viven en EE.UU. y exactamente a quienes tienen en mente excluir cuando dicen «América para los americanos».
El FBI reportó 5,227 incidentes basados en raza/etnicidad/ascendencia en 2020, un aumento del 32% respecto a 2019. De estos, 517 fueron incidentes anti-hispanos o latinos. Esto no es una coincidencia. El aumento de la violencia anti-latina se correlaciona directamente con años de lenguaje dañino que envenena el discurso público. Cuando los líderes usan palabras como «invasión» o «reemplazo» para sugerir que los inmigrantes son una amenaza, no solo están compartiendo una opinión, están incitando y respaldando la violencia. Las consecuencias de esta retórica tienen resultados reales y, a menudo, trágicos.
Un ejemplo devastador de cómo las narrativas supremacistas blancas y anti-inmigrantes pueden alimentar la violencia extrema es el tiroteo de El Paso en 2019. En este ataque, 23 personas fueron asesinadas cuando un hombre armado apuntó a un Walmart frecuentado por compradores hispanos. El tirador, en su manifiesto, expresó miedo a una supuesta «invasión hispana en Texas», eco de la teoría conspirativa racista y xenófoba conocida como el «Gran Reemplazo». Combatir una «invasión» también fue la excusa utilizada por los asesinos en masa que mataron a compradores afroamericanos en Buffalo en 2022 y a judíos en la sinagoga Tree of Life en Pittsburgh en 2019.
Esta teoría del «reemplazo» afirma falsamente que los inmigrantes, particularmente los latinos, están siendo traídos a Estados Unidos por las élites para «reemplazar» a la población blanca nacida en el país. Tal retórica busca deshumanizar a las comunidades inmigrantes al retratarlas como peones y una amenaza uniforme para la identidad y seguridad de la nación, incitando al miedo, la división y la violencia extrema.
El Proyecto 2025, una agenda política impulsada por exfuncionarios de Trump y posiblemente futuros funcionarios, está diseñada para deshacer décadas de progreso y reforzar las ideologías nacionalistas blancas bajo el pretexto de la seguridad. Esta agenda no es meramente teórica; es un plan para políticas que devastarían nuestras comunidades. Si se implementa, transformará esta peligrosa retórica en operaciones para separar familias, aumentar las deportaciones y socavar las contribuciones de millones de latinos.
Los latinos, de los cuales el 80% son ciudadanos estadounidenses, son vitales para la economía estadounidense. Pero incluso aquellos que son inmigrantes o no ciudadanos juegan un papel importante. Por ejemplo, en Arizona, los inmigrantes representan el 16.2% de la fuerza laboral y contribuyen con miles de millones en ingresos fiscales. En Nevada, los inmigrantes son esenciales para las operaciones de la industria del turismo y la hospitalidad, el núcleo de la economía de Las Vegas. El Milwaukee Journal Sentinel ha señalado que la industria lechera de Wisconsin «colapsaría sin el trabajo de los inmigrantes latinos». En Michigan, casi una quinta parte de los trabajadores de STEM del estado son inmigrantes. Más del 20% de los emprendedores autónomos de Georgia son inmigrantes, sumando $3.4 mil millones en ingresos empresariales. En Pensilvania, más de una cuarta parte de los médicos son inmigrantes.
Cortar este suministro de mano de obra, particularmente en industrias como la agricultura, la construcción y la hospitalidad, interrumpiría toda la economía, llevando a aumentos de precios y escasez que afectarían a todos los estadounidenses.
Estamos en una encrucijada. Este año, 36.2 millones de latinos son elegibles para votar. Los votantes latinos son ahora el segundo grupo más grande de votantes elegibles del país, detrás de los votantes blancos.
Nuestro poder es innegable, pero está siendo atacado. Las campañas de desinformación y las tácticas de supresión de votantes buscan específicamente silenciar nuestras voces. Al votar, protegemos nuestros derechos, nuestras familias y nuestras comunidades. No votar significa permitir que el odio dé forma al futuro. Para contrarrestar estos esfuerzos, debemos movilizarnos, educarnos y difundir el mensaje. No podemos permitirnos estar en silencio o ser complacientes; cada voto es un escudo contra la violencia incitada por agendas xenófobas.
Esta elección no es solo otro evento político; es una batalla por el futuro de nuestra nación. Permitir que la retórica antiinmigrante y las políticas discriminatorias prevalezcan tendrá consecuencias terribles. Veremos más violencia, más crímenes de odio y una mayor erosión de las libertades civiles. Si no hacemos nada, nos volvemos cómplices.
Pero aún tenemos tiempo para actuar. Podemos unirnos, educarnos, movilizar nuestras comunidades y activar nuestros grupos de chat y redes. Nuestro voto es nuestra voz, y es la herramienta más poderosa que tenemos para asegurar que cada persona, independientemente de su origen, sea tratada con dignidad y respeto.
FUENTES:
FBI Hate Crime Statistics https://www.justice.gov/hatecrimes/hate-crime-statistics
Pew Research Center on Latino Voters https://www.pewresearch.org/race-and-ethnicity/2024/09/24/in-tight-u-s-presidential-race-latino-voters-preferences-mirror-2020/
The Vote That Can Halt Hatred Against Latinos in the US. By Vanessa Cárdenas, Executive Director of America’s Voice
Demonizing Latinos, immigrants, and migrants as «invaders,» «f***ing Mexicans,» or a «floating island of garbage» legitimizes and amplifies violence and hatred. We need to protect our communities.
As election day approaches, our nation faces a dire threat: the normalization of xenophobic rhetoric and its frightful consequences on our communities. This isn’t just about politics; it’s a moral and human crisis that puts Latino families, and indeed all Americans, in harm’s way.
From labeling immigrants as «rapists” and “invaders» who «poison the blood of the country,» to derogatorily referring to Puerto Rico as a «floating island of garbage,» Trump and his MAGA allies are perpetuating a discourse of hatred and violence that endangers our people and communities. While some may believe that this rhetoric does not target them, in the eyes of those who spew hate, we are all considered «the other»—the non-White Americans living in the U.S. and exactly who they have in mind to exclude when they say «America for the Americans».
The FBI reported 5,227 race/ethnicity/ancestry-based incidents in 2020, a 32% increase from 2019. Among these, 517 were anti-Hispanic or Latino incidents. This is not a coincidence. The rise in anti-Latino violence directly correlates with years of harmful language poisoning public discourse. When leaders use words like “invasion” or “replacement” to suggest that immigrants are a threat, they’re not just sharing an opinion—they’re stirring and endorsing violence. The consequences of this rhetoric have real, often tragic, outcomes.
A devastating example of how white supremacist and anti-immigrant narratives can fuel extreme violence is the 2019 El Paso shooting. In this attack, 23 people were killed when a gunman targeted a Walmart frequented by Hispanic shoppers. The shooter, in his manifesto, expressed fear of a so-called “Hispanic invasion of Texas,” echoing the racist and xenophobic conspiracy theory known as the “Great Replacement.” Fighting an “invasion” was also the excuse used by mass murderers who killed African-American shoppers in Buffalo in 2022 and killed Jewish worshippers at the Tree of Life Synagogue in Pittsburgh in 2019.
This “replacement” theory falsely claims that immigrants, particularly Latinos, are being brought to the United States by elites to “replace” the native-born white population. Such rhetoric aims to dehumanize immigrant communities by portraying them as pawns and a uniform threat to the nation’s identity and security, inciting fear, division, and extreme violence.
Project 2025, a political agenda fueled by former and perhaps future Trump officials, is designed to undo decades of progress and reinforce white nationalist ideologies under the guise of security. This agenda is not merely theoretical; it is a blueprint for policies that would devastate our communities. If enacted, it will transform this dangerous rhetoric into operations to tear families apart, increase deportations, and undermine the contributions of millions of Latinos.
Latinos, 80% of whom are U.S. citizens, are vital to the American economy. But even those who are immigrants or non-citizens play an outsized role. For example, in Arizona, immigrants account for 16.2% of the workforce and contribute billions in tax revenues. In Nevada, immigrants are essential to the operations of the tourism and hospitality industry—the core of Las Vegas’ economy. The Milwaukee Journal Sentinel has noted that Wisconsin’s dairy industry would «collapse without the work of Latino immigrants.» In Michigan, nearly one-fifth of the state’s STEM workers are immigrants. More than 20% of Georgia’s self-employed entrepreneurs are immigrants, totaling $3.4 billion in business income. In Pennsylvania, over one-fourth of the physicians are immigrants.
Cutting off this labor supply, particularly in industries like agriculture, construction, and hospitality, would disrupt the entire economy, leading to price spikes and shortages that would affect all Americans.
We stand at a crossroads. This year, 36.2 million Latinos are eligible to vote. Latino voters are now the nation’s second-largest group of eligible voters behind White voters.
Our power is undeniable, but it’s being targeted. Disinformation campaigns and voter suppression tactics specifically aim to silence our voices. By voting, we protect our rights, our families, and our communities.
Failing to vote means allowing hate to shape the future. To counter these efforts, we must mobilize, educate ourselves, and spread the message. We cannot afford to be silent or complacent; every vote is a shield against the violence incited by xenophobic agendas.
This election isn’t just another political event; it’s a battle for the future of our nation. Allowing anti-immigrant rhetoric and discriminatory policies to prevail will have dire consequences. We will see more violence, more hate crimes, and a further erosion of civil liberties. If we do nothing, we become complicit.
But we still have time to act. We can unite, educate ourselves, mobilize our communities, and activate our chat groups and comadre networks. Our vote is our voice, and it’s the most powerful tool we have to ensure that every person, regardless of their background, is treated with dignity and respect.
SOURCES:
FBI Hate Crime Statistics https://www.justice.gov/hatecrimes/hate-crime-statistics
Pew Research Center on Latino Voters https://www.pewresearch.org/race-and-ethnicity/2024/09/24/in-tight-u-s-presidential-race-latino-voters-preferences-mirror-2020/
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