• 20/05/2024 05:57

Don Quijote entre pinturas rupestres

(origen) jfcheca May 9, 2024 , , ,
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Madrid.- José Luis Fernández Checa.- Las lluvias de primavera han llenado de agua la Batanera y las Lastras. Son unas buenas fechas para visitar la zona, con el río saltando de roca en roca, pero también merece la pena acercarse en cualquier otra época del año: los motivos sobran en este rincón de Ciudad Real, Fuencaliente, un lugar en el que se mezcla la naturaleza, las leyendas y el arte.

La Cascada de la Batanera es un lugar mágico: el ruido del agua cayendo en el lecho de roca se anuncia mucho antes de llegar a sus orillas, la vegetación del bosque mediterráneo se mezcla con el bosque de ribera que se aferra al borde del río.

Un sonido que, alarmó a don Quijote y aterró a Sancho, tal y como se relata en el episodio de los batanes, una aventura que según cuentan Cervantes situó en este paraje manchego.

Mucho antes, miles de años antes, otros hombres también percibieron la magia del lugar: junto a su orilla, apenas a una decena de metros, un abrigo acoge unas pinturas y símbolos prehistóricos.

El Rio Cereceda desciende de Sierra Madrona, al sur del valle de Alcudia, en Ciudad Real, en busca de las dehesas de la comarca de los Pedroches, ya en Córdoba. Su trayecto en el municipio de Fuencaliente discurre por un frondoso bosque de ribera, flanqueado a su vez por un bosque mediterráneo encaramado en las abruptas laderas de los montes.

Un vergel a las puertas de la dehesa

El alcalde de Fuencaliente, Rubén Paz, señala que este zona es un espacio muy singular: «es un auténtico vergel, muy cerca de la campiña cordobesa, con unos grandes valores tanto naturales como culturales».

Añade que su municipio acoge uno de los grandes bosques mediterráneos más meridionales de Europa, con especies que resulta difícil ver en estas latitudes, y que tanto en vegetación como en fauna cuentan «con todas las joyas de la corona».

De hecho, muy cerca se encuentran los parques naturales de Sierra de Andújar (Jaén) y  Sierra de Cardeña y Montoro (Córdoba), lugares que junto a Doñana fueron los dos últimos refugios en los que los linces sobrevivieron a principios del presente siglo, en el momento más crítico de la supervivencia de esta especie. Como señala Paz, ahora, en estas tierra,  «lo raro es no ver algún lince».

También se pueden observar, con un poco de suerte, el águila imperial ibérica, la cigüeña negra, el águila perdicera, águila real, águila culebrera, buitre negro y leonado, el alimoche, el halcón peregrino y el búho real, entre otras especies.

Todo ello en un entorno dominado por los encinares, pero en el que también aparecen alcornocales, quejigales e incluso  robles melojos.

En cuanto al paisaje, quizás el lugar más destacable sea la Chorrera de los Batanes, un salto de agua de unos 18 metros de altura,  especialmente llamativo en época de lluvias. También el paraje conocido como las Lastras, unas losas de piedra tan grandes como resbaladizas.

Pinturas rupestres

Apenas unos metros por encima del salto de la Chorrera se encuentran unas figuras pintadas sobre la pared de roca, en tonos rojos y ocres… se trata del yacimiento de arte rupestre de la Batanera que junto al de Peña Escrita, un poco más lejos, en lo alto de la sierra, constituye uno de los conjuntos de arte esquemático rupestre más importantes de la Península.

Rubén Paz recuerda a EFEverde que estas figuras fueron descritas por primera vez por el sacerdote y naturalista Fernando José López de Cárdenas, quien remitió en 1783 la noticia del descubrimiento al conde de Floridablanca, con quien colaboraba en la recogida de minerales para el Real Gabinete de Historia Natural.

Se trataría, por tanto, de la primera descripción de unas pinturas rupestres en España, aunque también es cierto que López de Cárdenas no era consciente de su valor y atribuyó los dibujos a fenicios o cartagineses.

Una confusión más que comprensible y que se extiende al significado e interpretación de las imágenes rupestres: ante los paneles explicativos del yacimiento, Paz señala que ciertas figuras que pueden interpretarse como estructuras o edificios podrían también tener algún significado vinculado con el agua.

No es la única incógnita: una figura femenina muestra entre sus piernas un recién nacido… o quizás sea un arma.

 

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