Escribe: Miguel Ángel Gallardo, presidente de AFELMA
Cada 22 de abril, con motivo del Día Internacional de la Madre Tierra, nos detenemos a pensar en el impacto que tenemos en el planeta. Una reflexión que tendría que ser constante durante todo el año y que lamentablemente no lo es. Por ello, en días como hoy cabe al menos hacer una llamada a la acción para reducir ese impacto medioambiental. Hablamos de combatir el cambio climático, de la necesidad de reducir emisiones y de apostar por la sostenibilidad. Pero, más allá de estos objetivos, hay un reto clave que muchas veces pasa desapercibido: descarbonizar nuestros edificios.
España, como el resto de Europa, se enfrenta a un reto urgente en materia de descarbonización. Para muchos, la lucha contra el cambio climático se centra en las energías renovables, la movilidad eléctrica o la reducción del consumo de plásticos. Todo eso es importante, sin duda, pero hay un ámbito en el que el impacto puede ser incluso mayor y en el que aún queda muchísimo por hacer: la eficiencia energética de nuestros edificios. Y, dentro de esta cuestión, el aislamiento de los edificios juega un papel crucial.
España tiene un parque de edificios envejecido y poco eficiente, ya que casi el 58% de las viviendas fueron construidas antes de la primera normativa de eficiencia energética. Eso significa que la mayoría de nuestros hogares son auténticos devoradores de energía. Un edificio mal aislado es sinónimo de un gasto excesivo en calefacción en invierno y en aire acondicionado en verano. Esto no solo repercute en la economía de las familias y las empresas, que ven cómo sus facturas energéticas se disparan, sino que también tiene un impacto directo en las emisiones de CO₂. De hecho, el sector de la edificación representa más del 30% del consumo energético y el 26% de las emisiones de CO₂ en nuestro país. Si queremos reducir de manera significativa la huella de carbono, no basta con instalar más energías renovables o cambiar nuestros coches por modelos eléctricos, también es fundamental reducir la demanda energética de los edificios.
En el informe que AFELMA presentó junto a la consultora ARUP, demostramos con datos que un buen aislamiento térmico es capaz de contribuir a la descarbonización de los edificios. En este sentido, los materiales de aislamiento, como las lanas minerales, son aliados fundamentales para lograrlo. Un edificio bien aislado puede reducir hasta en un 50% su consumo energético, lo que se traduce en facturas más leves para los ciudadanos y menos emisiones para el planeta.
Pero la eficiencia energética no solo se debe considerar desde el punto de vista del usuario final, sino también desde una perspectiva más amplia. El impacto ambiental de un edificio no empieza ni termina con su uso, sino que abarca todo su ciclo de vida, desde la extracción de los materiales hasta su demolición. Por ello, es importante seleccionar materiales sostenibles, que no solo contribuyan a la eficiencia energética, sino que también tengan un bajo impacto ambiental en su fabricación y reciclado. Las lanas minerales, por ejemplo, son reciclables y tienen una larga vida útil, por lo que son compatibles con un modelo de construcción sostenible.
En los últimos años se han dado pasos importantes para impulsar la rehabilitación energética de los edificios en España. Los fondos europeos Next Generation han abierto una oportunidad única para mejorar la eficiencia del parque edificatorio, y cada vez hay más conciencia sobre la necesidad de construir y renovar con criterios sostenibles. Sin embargo, aún queda mucho camino por recorrer. La tasa de rehabilitación energética en España sigue siendo muy baja, y los incentivos para mejorar el aislamiento de los edificios aún no han calado lo suficiente en la ciudadanía. Es fundamental que tanto las administraciones como el sector privado redoblen esfuerzos para acelerar este proceso. No se trata solo de cumplir con los objetivos climáticos marcados por la Unión Europea, sino de mejorar la calidad de vida de las personas, reducir la dependencia energética del país y fomentar una construcción más responsable con el entorno.
Este Día de la Madre Tierra, más que nunca, deberíamos preguntarnos: ¿qué más podemos hacer para reducir nuestro impacto ambiental? En el sector de la construcción, la respuesta está clara: apostar por edificios más eficientes y sostenibles. No solo es una cuestión climática, sino también económica y de calidad de vida para todos.
El momento de actuar es hoy. No hay un segundo planeta, pero nuestros edificios pueden contribuir a darle una segunda vida.
Miguel Ángel Gallardo es presidente de AFELMA
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