Escribe: Juan Ortiz (Director General ECODES)
Charles de Gaulle, artífice de la Francia moderna, vio su influencia declinar una década después de su ascenso, tras su derrota en el segundo referéndum crucial con el que pretendía implementar reformas profundas en las estructuras del país. A él, quien experimentó en carne propia las adversidades de defender el interés general, se le atribuye la reflexión: ‘No hay política que valga fuera de las realidades”.
Hoy vivimos el resurgir del poder mundial de las superpotencias acelerado por la vuelta de Trump a la presidencia de EE.UU. Este escenario apunta desde diversos objetivos a la Unión Europea – tercera economía mundial en PIB y la segunda en PIB per cápita -, siempre condicionada por la necesidad de superar la debilidad política que le confiere la fragmentación de sus estructuras de decisión. El momento es, sin duda, el más crucial al que se enfrenta desde la propia creación de la Unión.
Innovación, descarbonización y seguridad
Si no hay política que valga fuera de las realidades, debemos orientar bien el análisis de nuestras debilidades y fortalezas para enfocar acertadamente las soluciones. El informe Draghi es señalado hoy como nuestro Oráculo de Delfos capaz de orientar a la economía europea hacia esta nueva realidad geopolítica.
Sin duda el informe acierta de pleno en los tres desafíos más importantes que debemos abordar: innovación, descarbonización y seguridad.
Resulta difícil posicionar ninguno de ellos por encima de los otros.
La dramática pérdida de posiciones de Europa en materia de innovación socava las fortalezas de nuestra economía de base exportadora. El conjunto de la UE cae hasta la quinta posición mundial en solicitudes anuales de patentes. Pero es que en los últimos 50 años no se ha creado desde cero ninguna empresa europea con una capitalización de mercado superior a los 100.000 millones de euros. En ese mismo periodo, en EE UU han surgido las que hoy son ya las seis empresas más valiosas del mundo, con valoraciones superiores a un billón de euros.
En materia de seguridad resulta necesario hablar de defensa, pero sobre todo de soberanía y riesgos. Necesitamos aumentar la autonomía de Europa y eso engarza de pleno con el tercero de los retos, la descarbonización, imprescindible para abordar la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles. No en vano, el 95% del petróleo y el 88% del gas consumido en la UE es importado.
Pero si la descarbonización se vincula con la soberanía energética y la seguridad, igual de cierto es que supone la principal oportunidad de las economías europeas para recuperar impulso en materia de innovación. Las solicitudes de patentes a la Oficina Europea de Patentes (OEP) vinculadas a las tecnologías de energía limpia aumentaron un 64,8% durante la última década, posicionándose como el campo tecnológico de mayor crecimiento de los 35 que recoge la OEP desde 2015.
Clean Industrial Deal (CID)
Por eso el Clean Industrial Deal (CID) que la Comisión Europea dio a conocer el pasado 26 de febrero acierta de pleno en el momento y en el enfoque, sabiendo posicionar la estrategia europea ante la oportunidad de acelerar la transición hacia un modelo industrial alineado con los principios del Green Deal y los compromisos climáticos internacionales, o lo que es lo mismo, con la consolidación de una industria, como también apoyamos desde ECODES, más competitiva, innovadora y resiliente.
No obstante, tenemos que ser conscientes de que, como señala el Informe Draghi, Europa adolece de determinadas inercias y debilidades que nos hacen vulnerables a la dilación excesiva de los procesos que conducen a la pérdida del momento y la ambición. Por ello, la movilización de los 100.000 millones de euros comprometidos para fomentar una industria limpia en la UE es muy positiva, siempre que la procedencia de estos fondos sea realmente complementaria a otras políticas ya existentes, como el Green Deal o el Fondo Social para el Clima, y no en su detrimento. Además, estos fondos deben orientarse estrictamente a promover soluciones limpias, sin caer en los cantos de sirena que promulgan, escudados en el pragmatismo, el prolongar sine die la dependencia de combustibles fósiles.
Por ello, resulta preocupante que el CID adopte un enfoque de neutralidad tecnológica como principio rector. Además de diluir el compromiso explícito con la promoción de energías renovables, esto permite financiar tecnologías costosas, arriesgadas y con resultados inciertos, como la energía nuclear o la captura y almacenamiento de carbono indiscriminado.
Priorizar la eficiencia energética y renovables
De manera clara y sin ambages, el CID debe priorizar la eficiencia energética y fomentar el uso de energías renovables, la electrificación y almacenamiento de calor con el objetivo de reducir la dependencia de combustibles fósiles y mejorar la competitividad del sector industrial. Es urgente un despliegue adecuado y la inversión en infraestructuras eléctricas que asegure un suministro renovable, estable y asequible.
Es tiempo de alzar una voz propia y ofrecer al mundo un liderazgo europeo. El CID pude y debe ejercer de hoja de ruta que impulse la ambición climática de la UE como factor diferencial y base de nuestra competitividad, asegurando que las políticas industriales actúen como catalizadores de la descarbonización. Es imprescindible, por ello, cumplir con los objetivos energéticos y de reducción de emisiones alineados con la neutralidad climática antes de 2050.
Si bien esta iniciativa marca un punto de inflexión en la política industrial europea, su éxito dependerá, en parte, de la reducción de la carga administrativa y la excesiva burocracia para las empresas de la UE, algo que la Comisión Europea también ha querido reforzar con el Paquete Ómnibus.
Garantías ambientales
Cualquier proceso de simplificación administrativa debe estar vinculado a garantías ambientales sólidas, asegurando que no se logre a expensas de la sostenibilidad y la protección del medio ambiente. Pero aquí sí cabe advertir de que el Paquete Ómnibus fomenta en mayor medida la desregulación al introducir modificaciones que erosionan los avances logrados en materia de sostenibilidad dentro del Pacto Verde Europeo, lo que pone en riesgo la integridad del marco normativo europeo en sostenibilidad.
Resultará muy difícil alcanzar los pretendidos objetivos de competitividad e innovación si no se restaura el alcance completo de la Directiva de Debida Diligencia, garantizando la responsabilidad de las empresas a lo largo de toda la cadena de suministro y preservando los mecanismos de sanción y rendición de cuentas. También es clave mantener el calendario original de la Directiva sobre Informes de Sostenibilidad Corporativa, evitando cualquier reducción en la cobertura de las empresas obligadas a reportar su desempeño en sostenibilidad. En materia de comercio internacional, es necesario reforzar y expandir los mecanismos de ajuste en frontera por carbono, ampliando su alcance a más sectores e implementando medidas que cierren posibles lagunas regulatorias, asegurando así un mecanismo eficaz para evitar distorsiones en el mercado.
Lejos de incentivar la innovación, la eliminación de obligaciones clave genera incertidumbre regulatoria y penaliza a las empresas que ya han avanzado en sus compromisos de sostenibilidad. Por eso, la desregulación sin evaluaciones rigurosas propuesta en este Paquete Ómnibus socava protecciones ambientales, sociales y sanitarias fundamentales.
En definitiva, Europa con el Clean Industrial Deal se mueve en el buen camino para consolidar y expandir nuestras ventajas competitivas en sectores estratégicos. Pero no caben atajos ni falsos espacios de confort. Para que sea un verdadero motor de transformación y de generación de bienestar en la sociedad, debe mantener una visión ambiciosa alineada con los objetivos climáticos europeos, respetando la biodiversidad y garantizando la equidad social. Solo así se podrá garantizar que la economía europea sea verdaderamente competitiva e impulse una transición ecológica y justa del modelo productivo y genere bienestar dentro de los límites del planeta.
Juan Ortiz
Director General ECODES
Ingeniero de Caminos, Canales y Puertos, por la Universidad Politécnica de Madrid (UPM), especialista en Transporte Sostenible, también por la UPM, y especialista en Gestión de Infraestructuras, por la Universitat Politècnica de Catalunya.
Su trayectoria se ha desarrollado tanto en la administración pública, como en la empresa privada y el tercer sector.
Fotografía principal: Archivo EFE/JAVIER BELVER.
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