El atasco global en las cadenas de suministro y el brutal encarecimiento de las materias primas están dejando su huella en todos los sectores, y las energías renovables no son una excepción. Tras varios años de caída ininterrumpida en los costes de instalación de proyectos de eólica terrestre y solar fotovoltaica, en la primera mitad de 2022 estos subieron un 7% y un 14%, respectivamente, según un estudio de BloombergNEF. Con todo, siguen siendo sustancialmente más bajos que hace una década: han caído un 86% y un 46% desde 2010, hasta convertirse en la fuente de energía más barata —de largo— en prácticamente todo el mundo.