• 23/04/2024 15:23

En esta hora: Las reivindicaciones de la abogacía

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Lo que nos hace continuar en nuestra profesión son los acontecimientos positivos tras los acaecimientos desagradables. Lo que nos da fuerza cada día es la esperanza de obtener una resolución favorable tras la notificación de un fallo contrario a los intereses de nuestro cliente.

Encontrarnos en una sala de vistas de una ciudad que visitamos por primera vez con una jueza educada y respetuosa que escucha con atención nuestros argumentos, que no nos interrumpe en nuestros interrogatorios y que nos permite ejercer nuestra defensa libremente nos confirma que hay muchos jueces que no nos ven como aquellos que solo vamos a incordiar y a alargar los actos procesales.

Ir a un juzgado y preguntar a la funcionaria por esos mandamientos de pago retenidos meses y meses provenientes de una consignación judicial de una compañía de seguros, y que esa servidora pública nos dé la razón y critique la actitud de la jueza obstaculizando sin fundamento alguno la entrega del dinero que solo pertenece a las víctimas de un grave accidente, nos alienta a seguir creyendo en la justicia y en sus funcionarios.

Porque días antes, nos encontramos con un juez que impidió miserablemente que nuestra compañera del bufete nos acompañase en unas declaraciones en su despacho, habiendo permitido con anterioridad que el compañero del abogado de la acusación sí estuviese ahí.

“¡Es que ya somos muchos! ¡Es que no hay sitio!”, se justificaba el instructor faltando a la verdad y enviando a la joven abogada de camino al despacho perdiéndose observar unas diligencias de un caso en el que ella participa.

Era su vil venganza por vernos ejercer la defensa con ahínco.

Un magistrado nos pide disculpas a mi defendido y a mi porque una vista antes de la nuestra se está alargando y tendremos que esperar, dándonos todo tipo de explicaciones. Sentado en ese banco de una antesala de la audiencia, constato otra vez la grandeza de tantos jueces.

Después, nos recibe en el plenario educada y atentamente, de modo que podemos ejercer nuestra digna profesión como deberíamos hacerlo siempre y no incómodamente como consiguen algunos togados que enturbian el funcionamiento normal de la justicia.

Una abogada penalista me narraba hoy su angustia al ser la última en informar en un juicio con jurado cuando ya habían expuesto sus alegaciones finales el fiscal, dos acusaciones particulares y la otra defensa.

Ella era la última y eran las dos y media de la tarde. El otro abogado defensor había hablado durante una hora y media pero desde que ella comenzó a exponer su alegato, veía como al trascurrir cada minuto las caras de los jueces populares exhibían cansancio y, lo que es peor, cómo la LAJ ponía cara de hartazgo. No así, la jueza, respetuosa en todo momento.

Podían haber pospuesto el alegato de la segunda defensa para la tarde o el día siguiente, pero no, había que terminar ese trámite hoy a toda costa antes de seguir con el siguiente.

LA CONCENTRACIÓN DE LOS ABOGADOS EN MADRID

Muchos abogados se manifestaron el jueves frente al Congreso de los Diputados y me alegró ver allí como portavoz a mi amigo y admirado compañero Francisco Javier Lara, decano emérito del Colegio de Abogados de Málaga.

Los que desde el primer día que nos pusimos la toga hemos luchado por la dignidad de la profesión y no solo individualmente por la nuestra, exponiéndonos a más de una embestida viéndonos solos en el ruedo, apreciamos la valentía de un decano enérgico que está procesado por defender a la abogacía y haberse negado a seguir la órdenes injustas de una jueza.

También he visto en la manifestación a Alberto Cabello, presidente de los jóvenes abogados de Madrid y España, apreciado compañero y amigo a quien conozco desde hace muchos años sabiendo de su sacrificio por apoyar día a día a miles de abogados.

Y allí estaban también la secretaria general del Sindicato de Abogados Venia, Belén García, que tanto está haciendo por nosotros, y el presidente de Aproed, mi amigo e ilustre abogado Ángel Juárez, defensor incansable de la libertad de los abogados, los líderes de Altodo, con Virginia de la Cruz, su nueva presidenta capitaneando, y otras asociaciones, como Defenda, con su portavoz María Amparo Martínez, a la cabeza.

Además de los decanos de los colegios de Madrid, Eugenio Ribón, Alcalá de Henares, Ángel Francisco Llamas, Toledo, Ángel Cervantes, Valencia, José Soriano, o Cartagena, Ángel Méndez, lo cual les ennoblece.

Sin olvidar a Juan Gonzalo Ospina y Miguel Durán, quienes tomaron parte en las últimas elecciones al ICAM, que tuvieron lugar el pasado mes de diciembre.

En esta concentración se reclama un turno de oficio digno, unas retribuciones suficientes y un trato adecuado por parte de los funcionarios de justicia, incluidos los jueces, además de la conciliación.

Aunque ha tenido esta protesta el apoyo de la abogacía institucional, no estaban allí sus representantes, a excepción de los decanos mencionados.

Yo no soy optimista en cuanto a los frutos de esta protesta aunque la intención sea la mejor. Yo ya tomé mi decisión a los cuatro años de ejercer la abogacía de oficio dándome de baja, no vi otra opción más válida y eficaz tras constatar cómo entonces el Ministerio de Justicia desoía nuestras pretensiones y las condiciones de trabajo eran pésimas con unas remuneraciones ridículas frente a nuestro sacrificio y responsabilidad.

Entendí hace ya casi treinta años que esa era mi mejor aportación a la mejora del turno de oficio y pensé que si muchos más compañeros hicieran lo mismo, ya se preocuparían los políticos de mejorar las condiciones para que unos profesionales tan cualificados como los abogados dedicaran el tiempo de su bufete, su familia y su vida, a un servicio público que no recompensaba adecuadamente a los defensores.

Estas tres décadas he asistido a otras protestas escritas y verbales de muchos abogados, he oído mil historias de los compañeros que sirven a la justicia gratuita y he observado como las cosas siguen igual que en 1991, cuando cursé alta en el turno de oficio.

A dos o tres euros la hora en los días de guardia y a 0,03 euros por folio de las actuaciones en las macro causas penales, a 150 o 200 euros por procedimiento, cubriendo los gastos los propios abogados, así no puede mantenerse una abogacía de oficio digna.

Felicito a los que siguen, los comprendo, pero yo ese tiempo lo dedico a mis clientes que sí consideran que deben retribuirme con unos honorarios dignos.

DIGNIDAD Y TRATO

En cuanto a nuestra dignidad y el trato que recibimos, ya me he referido a ello con ejemplos recientes al inicio de mi exposición, pero últimamente oigo como además a los abogados de oficio, y más si son jóvenes, se les da un trato a veces vejatorio en los juzgados y salas de vistas, desde la negación de las copias de un expediente, a la tardanza en la tramitación de diligencias solicitadas, así como la humillación en actos y vistas de quien no sabe ejercer el cargo sino con arrogancia y soberbia.

Después de tantas afrentas, no podríamos seguir ejerciendo tan bonita e importante profesión como la abogacía, si no fuera por nuestra fuerte vocación y los momentos que compartimos con nuestros compañeros, por eso no podemos ser nuestros propios enemigos aún en la defensa de los derechos e intereses de nuestros clientes. Los clientes pasan, los compañeros quedan.

Que esta fuerza reivindicativa prosiga, que no decaigan las reclamaciones de la abogacía, que continuemos unidos y no nos olvidemos, como me decía hace unos días un joven abogado madrileño que lleva ejerciendo solo dos años pero ya es todo un ejemplo para muchos abogados, que para él la mayoría de los jueces no nos dispensan un trato correcto, literalmente “nos tratan mal”.

Hasta coincidimos en fijar un porcentaje de dos tercios respecto a estos últimos frente a los jueces que sí tienen un trato amable o al menos cabal con nosotros, un tercio.

¿Qué es lo que ha visto y ha vivido este joven abogado penalista para que en dos años que lleva vistiendo la toga y batiéndose en sala diga esto? ¿Sólo una tercera parte de los jueces son apacibles en el trato con los abogados en la jurisdicción penal? ¿Por qué lo soportamos?

EL JUICIO CON JURADO QUE NO FUE GRABADO, PRESENTE EN MI MEMORIA

No puedo dejar de referirme al juicio con jurado que no se grabó el pasado mes de junio en la Audiencia Provincial de Sevilla y por cuyo recurso de apelación se descubrió que ningún juicio había grabado el LAJ encargado de la Oficina Permanente del Tribunal del Jurado desde el primero que se celebró en esa capital.

Tras el nuestro, todos los demás sí se están grabando. Felicito a Confilegal por informar a toda la comunidad jurídica de estos desmanes.

Pues debo precisar que no todos los abogados, incluso conocidos penalistas, han estado de acuerdo con el cese de tamaña anomalía procesal e incluso han criticado que yo hubiese denunciado ésta y solicitado la nulidad y repetición del juicio, hoy esperando el pronunciamiento del Tribunal Supremo.

Sí, digo bien, hay una compañera que llegó a decir frente a otros abogados: “Estábamos tan tranquilos con el acta en los juicios con jurado y llegó Luis y tuvo que recurrir”.

No digo ya otros dos que por apoyar, eso creían ellos, al letrado judicial, hasta publicaron un artículo en la prensa local criticando a su colega por no respetar la “costumbre procesal en esa audiencia”.

Más grave aún es que uno se entere que por redactar y presentar un recurso en defensa de los intereses de su cliente, cumpliendo con su obligación, puede verse perjudicado hasta el punto de que a su procurador le sugieran que se retire del recurso y que hasta debería renunciar a todas las representaciones del bufete del abogado reclamante. Y que al negarse valientemente éste, le advirtiesen de las “consecuencias”.

Por eso decía antes que nuestra fuerza es nuestra perseverancia, nuestra vocación, nuestro entusiasmo por ejercer una de las profesiones más bonitas y estimulantes, nuestra esperanza por conseguir alguna vez una justicia de calidad y propia de una democracia.

Frente a esos nubarrones que nuevamente se aproximan con la continuidad de la huelga y los paros de los funcionarios de justicia, la anunciada huelga permanente de jueces y fiscales, tras haber finalizado recientemente la huelga de los LAJS con cientos de miles de actos suspendidos muchas veces sin previo aviso a los profesionales y a las partes que se desplazaban para darse media vuelta desde todos los confines de la patria, no nos callemos nosotros frente a los huelguistas cuando ellos nos vilipendien vulnerando el sagrado derecho de defensa, la tutela judicial efectiva y un proceso con todas las garantías sin dilaciones indebidas.

¿A qué tenemos miedo?

¿Por qué decidimos estudiar Derecho y ser abogados?

¿Qué hemos conseguido callándonos tantos años?

¿De qué ha servido tomar canapés y vinos con ellos?

¿Acaso esa diplomacia ha corregido esa previa toma de posición anímica en contra de la abogacía?