En el último piso del hotel Luxury Suites, el rostro agigantado y en blanco y negro de Beatriz Saura Alberdi se impone en un cartel a un lado de la abogada representada, que llega entre sonrisas y abrazos. La convocatoria para el lanzamiento de su candidatura al decanato del Ilustre Colegio de Abogados de Madrid (ICAM) tiene algo de reunión informal de colegas.
«Nosotros esperamos a tener todo el equipo constituido antes de lanzar la campaña», afirma Pilar López Asensio, que aspira a la secretaría del grupo. «Algunas de las candidaturas siguen armándose» después de anunciarse», comenta.
Se respira el optimismo en el salón con vistas al Palacio de Cibeles, se repiten los «Vamos a ganar» y los «Es la mejor candidata». Todos los miembros del equipo coinciden en el atractivo de su propuesta. Ofelia Tejerina, candidata a bibliotecaria del grupo, lo expresa de forma sucinta. «Hay muchas candidaturas de continuidad, pero nosotros ofrecemos algo fresco», dice.
Saura, que ha ejercido como Secretaria Judicial en el Juzgado Central de Instrucción de la Audiencia Nacional y como fiscal de provisión temporal en la Fiscalía provincial de Madrid , presenta a su candidato a vicedecano, Daniel Gómez de Arriba, que resume brevemente los lineamientos de la campaña: «Queremos un colegio más moderno, donde quepan los abogados más jóvenes y los menos jóvenes y los menos jóvenes, los ejercientes y los no ejercientes».
Desde el principio, el tono de Saura es reivindicativo, reclamante. «El colegio no sabe trasladar la imagen de la abogacía, nuestra labor profesional y nuestro compromiso a la sociedad», afirma, señalando las precariedades del turno de oficio, por el que algunos abogados reciben apenas 30 euros para visitar a un preso («No cubre ni la gasolina, dice»), y las actividades pro bono y haciendo hincapié en la necesidad de una mayor participación y compromiso por parte del órgano.
En este sentido, Saura prometió que, en caso de que ganara, se organizarían «cargos por áreas y especialidades que afecten distintas materias y necesidades formativas y legislativas», además de «canales de comunicación presencial y tecnológica» para que los colegiados puedan «dirigir sus quejas, propuestas o felicitaciones».
Otros problemas que señaló la candidata abarcan la necesidad urgente de consolidar la «comunicación permanente entre la abogacía y el Colegio» y el derecho al descanso de los juristas y atender los conflictos que impiden el trato respetuoso en el ejercicio de sus funciones, insistiendo en el «no enfrentamiento con jueces y fiscales» y las «soluciones amigables antes de que se tomen medidas administrativas».
El detonante de esta campaña, en palabras de la candidata, fue la foto del aniversario número 425 del ICAM, en la que no aparecían juristas mujeres. «Muchos abogados pierden el interés [en el decanato del colegio] y dejan que se voten entre ellos, pero eso es parte del problema», explica Saura, subrayando el hecho de que los miembros de su conjunto no pertenecen a las agrupaciones que históricamente han dirigido el colegio, que «suelen ser los mismos, intercambiándose entre ellos».
La apuesta de Saura se apoya en la innovación que promete su equipo, que no ha formado parte anteriormente del decanato del ICAM y se separa de las susodichas «campañas de continuidad que no garantizan cambios radicales».
En conversación con los periodistas y con sus colegas, el discurso de Saura se vuelve más reflexivo. «Los abogados están muy desilusionados», apunta, señalando que la participación en las elecciones del ICAM apenas alcanza el 8%, con lo que los elegidos para presidir el cuerpo «nada más cuentan con el apoyo del 3% de la abogacía madrileña».
«Están los clásicos, los que quieren que las cosas sigan iguales y siguen votando por los mismos de siempre, pero todos los demás están pidiendo que las cosas cambien», dice. Son estos los abogados a los que quiere hacer llegar su mensaje, incluso si no cuenta con el patrocinio de las organizaciones de abogados. «Sabemos que el apoyo de los dirigentes de las asociaciones no es lo mismo que el voto de sus miembros», afirma con una nota de esperanza que solo el tiempo justificará.
