• 28/04/2024 01:11

El capital olvidado. Por (*) Bertrand Piccard

(origen) Redacción EFEverde Nov 15, 2022 , , , ,
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Durante demasiado tiempo, la biodiversidad ha sido el patito feo de la familia  y a menudo ignorado de la crisis climática. Esto se debe, en parte, a que existen soluciones técnicas concretas, alineadas con las nociones de economía de mercado para combatir el cambio climático, mientras que la biodiversidad, se protege mejor mediante cambios de comportamiento provocados por normas y legislación vinculantes. También existe la percepción – errónea – de que la biodiversidad sigue siendo el dominio de los «eco-románticos», aquellos que creen que la naturaleza no debe ser tocada porque no encaja en la economía «real».

Este vacío que hay entre estas dos cuestiones que, en definitiva, son las dos caras de la moneda -la transición ecológica- es aún más sorprendente si se tiene en cuenta que el reciente análisis de Limites Globales publicado por el Centro de Resiliencia de Estocolmo muestra claramente que la pérdida de biodiversidad es aún más crítica que la del calentamiento global y que sus causas están relacionadas. Sin embargo, existe la esperanza de que se firme un acuerdo histórico en Montreal dentro de unas semanas, y que sea para la biodiversidad lo que el Acuerdo de París fue para la crisis climática.

¿Gritos de alarma injustificados? ¿Alarmismo exagerado? A menudo sostengo que la protección del medio ambiente es una gran oportunidad para el desarrollo económico y que existen las soluciones para aprovecharla. Sin embargo, es una ventana que se está cerrando rápidamente y, si no actuamos con decisión, me temo que pronto dejará de ser así; de hecho, ya no habrá nada que desarrollar.

Invisible y dada por sentada, la defensa de la biodiversidad es esencial en este sentido, ya que sustenta todo nuestro sistema económico. Los científicos estiman que el valor económico de los servicios de los ecosistemas del mundo, la gran mayoría de los cuales no se contabilizan realmente, es de entre 120 y 140 mil millones de dólares al año, lo que es enorme comparado con el valor total de la economía mundial, que es de «sólo» de unos 94 mil millones de dólares en 2021. Por tanto, debemos garantizar que el costo real de la utilización de estos recursos se refleje en nuestro sistema económico.

Para ello, me gustaría volver a insistir, en este Día de la Biodiversidad de la COP27, en que es fundamental aplicar también aquí el concepto de eficiencia: conseguir un mayor resultado consumiendo menos recursos es la mejor manera de hacer económicamente viable la protección del medio ambiente. Los ecosistemas estarían mucho más sanos si los sometiéramos a menos presión, y existen las tecnologías que nos permiten hacerlo.

Pero las soluciones técnicas no serán suficientes sin cambios profundos en el marco legislativo y reglamentario, cuyos beneficios se han visto en otros sectores cuando estas leyes se modernizan para acelerar realmente la transición. Lo que se aplica a la energía, la movilidad y la construcción también se aplica a la biodiversidad.

Pero, sobre todo, hay que acabar con la hipocresía actual de criticar la deforestación y la pesca ilegal mientras se siguen comprando los productos, como la soja y el aceite de palma, que proceden de esas mismas prácticas destructoras del ecosistema. Esto se suma a los intereses comerciales en conflicto. Basta con recordar que un ex primer ministro francés se negó a recibir al líder amazónico Raoni en Matignon, porque intentaba vender aviones de combate a Brasil al mismo tiempo…

Por no hablar del sentido común para enfocar la situación de una manera más lógica. Incluso desde la perspectiva de la doctrina capitalista, la forma en que nuestro mundo está destruyendo el capital natural, y empobreciéndose como resultado, es incomprensible. Esto no es capitalismo, sino egoísmo a corto plazo. Es hora de que todos exijamos garantías. A solo un día de superar los 8.000 millones de habitantes del planeta, la inmensa mayoría de los cuales aspiran, con razón, a mejorar su nivel de vida, no hay más remedio que reorientar nuestra economía hacia nuestro capital natural.

 

Piccard en la Exposición de Energía Limpia en Pekín. EFE/Wu Hong

(*)  Bertrand Piccard, es fundador y presidente de Solar Impulse

Pionero, ya en la década del 2000, en considerar la ecología a través del lente de la rentabilidad, Bertrand Piccard esta considerado como un líder de opinión en los temas de innovación y sostenibilidad. Como Presidente de la Fundación Solar Impulse, promueve el crecimiento cualitativo demostrando el potencial económico de las tecnologías limpias. Denunciando lo absurdo de los sistemas contaminantes e ineficientes que aún hoy día se utilizan con demasiada frecuencia, aboga por la modernización del marco legal para facilitar el acceso al mercado de soluciones eficientes.  Su voz se escucha en las mayores instituciones, así como las Naciones Unidas, la Comisión Europea, el Foro Económico Mundial entre otros y su compromiso le ha valido varios nombramientos, como el de Campeón de la Tierra y el de Embajador de Buena Voluntad de las Naciones Unidas.

 

 

 

Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de Medio Ambiente y Ciencia en EFEnoticias y  EFEverde

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