Ser solvente es tener la capacidad económica necesaria para poder devolver tus créditos. Este es siempre uno de los conceptos que más quebraderos de cabeza dan a las empresas, sobre todo a aquellas que están en su fase de crecimiento, caracterizada por una fuerte inversión inicial con el consiguiente endeudamiento, o a las que atraviesan una circunstancia adversa temporal. En la actualidad, con la pandemia y la posterior inflación que estamos viviendo se ha creado un contexto en el que multitud de empresas se han endeudado de forma considerable para poder soportar la disminución de la actividad económica y la posterior subida de precios. Esto siempre trae consigo una serie de preguntas: ¿es mi empresa capaz de pagar las facturas a corto, medio y largo plazo? ¿tendremos problemas en el futuro para devolver esta financiación? ¿estamos correctamente financiados o deberíamos negociar créditos para poder posponer los pagos y tener mayor flexibilidad a corto plazo?
Imagen: Sergio del Río – Auditor en Legalnet
En resumen, cuando nos endeudamos nos surgen una serie de preguntas sobre la viabilidad de la empresa. Pues bien, la contabilidad financiera es la ciencia que se dedica a analizar la situación económico patrimonial de una empresa. Para ello, utiliza una serie de instrumentos como son los ratios o determinadas magnitudes que sirven para examinar de forma objetiva el estado patrimonial de una empresa, y así poder identificar cuándo una empresa puede llegar a tener dificultades económicas.
Para ello, se utiliza el balance de situación de una empresa y en base a los datos que se hallan en este se pueden utilizar estos ratios e instrumentos para analizar la situación de forma profunda. Con ellos, podemos analizar prácticamente todas las variables que influyen a una empresa, no solo la viabilidad, sino también necesidad de financiación, capacidad de pago a corto, medio y largo plazo, entre otros muchos. Además, cabe destacar los ratios de liquidez, solvencia, endeudamiento o el de apalancamiento.
En este artículo, se va a explicar uno tan imprescindible como es el fondo de maniobra que es la parte del activo corriente o circulante que es financiada por recursos permanentes o lo que es lo mismo la parte del activo corriente que no es financiada con pasivo corriente. Por tanto, de esta fórmula podemos obtener 3 resultados diferentes que analizaremos a continuación, con las consiguientes implicaciones para la empresa: nulo, positivo y negativo.
En el primer caso, el activo circulante estaría financiado en su totalidad por deudas a corto plazo y el activo no corriente por recursos permanentes, es decir, patrimonio neto y pasivo no corriente. Esta situación, a priori, no es mala para la empresa, sin embargo en el caso de que algún pago se retrase, la empresa no contaría con los flujos necesarios para el pago de su deuda y se entraría en una situación de insolvencia. Esto nos lleva a la conclusión de que el escenario ideal para las empresas es el segundo, es decir, el fondo de maniobra positivo. Con ello, tendríamos, recursos de sobra para pagar las deudas de la empresa a corto plazo y, además, en caso de que se produjera algún retraso se tendría la capacidad necesaria para garantizar la solvencia de la empresa. Por último, el caso del fondo de maniobra negativo es el que es claramente más perjudicial para la empresa debido a que se está financiando el activo corriente con deudas a largo plazo y esto lleva a cuestionar seriamente la solvencia de la empresa y a tomar medidas para solucionarlo.
Para recuperar el equilibrio patrimonial y garantizar la solvencia se pueden tomar una serie de medidas que deben ir, en todo caso, como es lógico, hacia el objetivo de aumentar el activo corriente y/o disminuir el pasivo corriente. En el primer caso, se puede realizar la venta de activo no corriente de la empresa, como puede ser un inmovilizado, teniendo así una mayor liquidez u obtener fondos mediante una ampliación de capital. En el segundo, todos los esfuerzos deberán ir orientados a la refinanciación de la deuda pasándola de corto a largo plazo. En último lugar, otro método es negociar la incorporación de algunos acreedores al accionariado de la empresa mediante una ampliación de capital a cambio de la compensación de sus deudas, reduciendo así de forma considerable el pasivo de la misma.
Sea cual sea el método utilizado es muy importante que cuando se detecte un fondo de maniobra negativo o la expectativa de que pueda llegar a serlo, se empiecen a tomar las medidas oportunas para evitar que se produzcan insolvencias y la empresa entre en una situación mucho más complicada.
Por último, hay que destacar que estos métodos para medir la solvencia no solo sirven para detectar en tu propia empresa si vas a tener dificultades, sino que también es una herramienta imprescindible a la hora de estudiar empresas externas ya sea con fines de analizar un sector concreto, detectar oportunidades de mercado, firmar una alianza empresarial o incluso proceder a la adquisición de una compañía en su totalidad o una parte.
Autor: Sergio del Río – Auditor en Legalnet
La entrada ¿Cómo saber si tu empresa es solvente? aparece primero en Diario Jurídico.
