Ana Tuñas Matilla
El salmón ya puede navegar por toda la regata de Artesiaga, en la cuenca del Baztán-Bidasoa, tras la eliminación del azud del Molino de Arraioz (Navarra), que llevaba años en desuso y que, hasta ahora, suponía el límite de distribución de la especie en la zona.
Gracias al derribo de esta barrera fluvial artificial, los salmones y otros peces podrán acceder a la parte alta de la regata, con aguas más frescas y oxigenadas, algo vital para su supervivencia ante el cambio climático.
Alimentó un molino y una minicentral
En su día, el azud de Arraioz se usó para derivar el agua hacia un molino harinero (consta que en 1850 ya estaba) que posteriormente se transformó en minicentral hidroeléctrica.
Este tipo de infraestructura no retiene agua y para lo único que servía era para subir el nivel del agua para que ésta tuviera más fuerza para accionar el molino/central.
Mantenerlo suponía una barrera para especies migradoras como el salmón, la trucha, la anguila o la burtaina, que eran incapaces de superarla dada su altura (hasta 2,8 metros) y a que la escala construida para facilitar su paso dejó de ser funcional debido a que la gran cantidad de sedimentos y cantos rodados que arrastra el río la obstruían constantemente.
Los trabajos han consistido en demoler y retirar el paramento de la infraestructura (hasta su cimentación), mientras que se ha conservado parcialmente el estribo izquierdo y la escala de artesa existente se ha rellenado con piedras y cantos rodados para dar estabilidad a la margen derecha.
También se ha actuado en el azud o presa de la Serrería de Irurita, situada a escasos metros aguas arriba de la del Molino de Arraioz y que se encontraba ya parcialmente derruida.
En Irurita, las tareas se han centrado en garantizar que es permeable para los peces migradores todo el año. Para lograrlo, se han retirando los sillares centrales. Por su parte, se han mantenido los estribos para conservar parte del patrimonio de esta infraestructura.
Recuperar el estado natural de los ríos
La eliminación de ambas infraestructuras se enmarca en el proyecto de recuperación fluvial Life Kantauribai, cofinanciado con fondos europeos y que prevé el derribo de 25 barreras en desuso, así como la construcción de pasos para peces en otras 7 para mejorar el estado de ríos compartidos entre Francia y España.
Quitar estos obstáculos permite a los peces moverse libremente por los ríos para desarrollar su ciclo vital, así como recuperar la morfología original y el movimiento de sedimentos de los cursos fluviales, algo esencial para evitar las grandes avenidas de agua en caso de lluvias torrenciales.
Tras estos trabajos, los salomes y otros peces podrán «navegar» por toda la regata de Artesiaga, que a unos 3 kilómetros aguas arriba del Molino de Arraioz, se bifurca en dos ramales, en uno de los cuales, el de la izquierda, se une con la regata de Arbuz.
Si optan por ese ramal, podrán nadar con libertad otros 1,5 kilómetros, hasta llegar a la cascada de Arbuz, que no podrán sortear dada su altura (unos 11 metros), ha explicado el responsable de la Sección de Medio Fluvial del Departamento de Desarrollo Rural y Medio Ambiente de Navarra, José Ardaiz, colaborador en Kantauribai.
Sin embargo, si optan por el de la derecha, pasados 2 kilómetros se toparán con la presa que alimenta la central hidroeléctrica de Artesiaga, que podrán superar porque cuenta con una escala de artesas (paso) que funciona correctamente.
Ayudar a especies en declive
Lo que se pretende con este tipo de acciones, es que el salmón y otras especies, como la burtaina, la anguila o la trucha, puedan llegar a mejores sitios de desove, con aguas más frescas en las que poder escapar del aumento de temperaturas y los bajos caudales relacionados con la crisis climática.
En los últimos años, la población del salmón ha caído de forma importante, lo que ha obligado a vedar su pesca en Navarra en 2023 y 2024, ha recordado el experto, que confía en que en breve llegarán los salomes a la parte alta de la regata, donde tendrán más opciones para sobrevivir.
Los salmones desarrollan su ciclo vital entre el río, en el que nacen y al que vuelven para reproducirse y morir, y el mar, al que migran para crecer; un viaje de ida y vuelta que se complica por la existencia de barreras artificiales (azudes, presas, vados…) muchas de ellas hoy sin uso y que nada tiene que ver con las que se construyen para retener agua en los embalses. EFEverde
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