Madrid (EuroEFE).- Nicolás Berlanga Martínez, embajador de la Unión Europea en Somalia de 2017 a 2021, apuesta por el diálogo entre la Unión Europea y ese país africano, clave para construir relaciones que generen confianza con Estados sujetos a tensiones.
Esta es la tesis que desarrolla en su libro «Mogadiscio. Crónica de un embajador europeo en Somalia», fruto de su experiencia en este destino, aunque cuando aterrizó en la capital somalí no buscó escribir un libro.
«Más que un diario, es una crónica que me ha servido para reflexionar sobre la diplomacia en países en vías de desarrollo, para construir relaciones con autoridades de países sujetas a tensión», asegura el embajador en una entrevista con EFE, y confiesa que también le ha «ayudado» a «tener un diálogo consigo mismo»
SOMALIA Y LA UE
Nicolás Berlanga reconoce que los intereses fundamentales de la Unión Europea son «asegurar la libre navegación en el Golfo de Adén», poner «límites» al terrorismo internacional promovido por la organización terrorista Al-Shabaab (afiliada a Al Qaeda), y contribuir a la estabilidad en cuanto a seguridad y política.
«Lo que más se valora es el equilibrio entre el interés a corto plazo de la UE y los intereses a largo plazo de Somalia, que ellos (los somalíes) no sientan que les estás imponiendo algo», afirma.
«Eso es la diplomacia del desarrollo, saber ponerse en el lugar del otro y comprenderlo, porque cuando esa confianza está ganada es mucho más fácil ser influyente», concluye.
Una confianza «fundamental» para las relaciones políticas en Somalia, sobre todo durante el proceso de elecciones que culminaron en mayo, donde su labor consistió en ser un «cirujano social» para aportar estabilidad y saber «qué nervio no tocar» porque «más que ayudar, puedes crear una crisis».
INTERÉS POR SOMALIA
El interés de Berlanga por Somalia siempre estuvo presente, desde 2002 que comenzó a trabajar como diplomático para la Unión Europea, y también antes, como trabajador humanitario en muchas ONG allí, y asegura que su interés «sigue presente».
«Es un país particular, un cruce de caminos entre la cultura islámica y la africana, un país en transición entre la vida nómada y la sedentaria. También es un territorio muy emprendedor, allá donde hay un somalí, hay un negocio», expresa el autor.
En el libro explica que, en cuanto a política, hay ocasiones en las que «debes dejar aparte las ideas personales» para ayudar a una «transformación positiva» y añade que en Somalia tuvo que «dar la mano a corruptos, sanguinarios o déspotas sin mover un músculo de la cara», porque muchos de los cargos políticos tienen «un pasado oscuro», son «señores de la guerra».
Dos de los grupos con los que más conectó fueron la juventud, en un país donde «el 75 % de la población es menor de 35 años» y «la media de edad es de unos 18», y las mujeres.
«Hay un concepto erróneo sobre el papel de las mujeres, por pensar que son sumisas. Lo cierto es que tienen un rol en la sociedad que sigue creciendo y eso se ve, por ejemplo, con la primera vicepresidenta del Parlamento, Sania Yasin Samatar, el cargo más alto hasta ahora en una mujer, o en que el 20 % de las parlamentarias ya son mujeres», explica.
A lo largo de la obra, Berlanga relata que, como embajador en Somalia vivió la «crisis» del COVID-19 y asegura que lo «más difícil» fue la «incertidumbre» y la reducción de su equipo de trabajo.
No obstante, insiste en que este reto sanitario era «uno más» porque ya existían otros «como la tuberculosis, la malaria o la sequía» que obliga a movimientos de la población.
CONFIANZA EN EL FUTURO
Sobre el futuro de Somalia, asegura que tiene «mucha confianza» e insiste en que «si logra una mínima estabilidad a nivel de seguridad y política», será «uno de los pocos países de África» que no necesitará ayuda internacional «para seguir progresando».
«No creo que Somalia sea un estado fallido. Soy optimista, pero no es un optimismo ingenuo o infantil. El país está en una fase de esperanza que espero que se consolide», afirma.
Editado por M.Moya
