• 24/04/2024 11:47

Thomas Porcher: La «hipocresía» impera en los países desarrollados

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Lourdes Uquillas

Madrid.- En las cumbres del clima aflora la «hipocresía» imperante en los países más ricos, en las empresas petroleras y en los bancos que «explotan o financian la extracción de recursos naturales en países de África o Latinoamérica para su beneficio, pero van a dar lecciones de moral en esos lugares», ha señalado a EFE el economista francés Thomas Porcher en Madrid.

Porcher ha pasado por Madrid para participar en el debate ‘Ecología-Economía, ¿una ecuación imposible?’ en el Instituto Francés y para promocionar la versión en español de su libro ‘Tratado de economía herética’ (Fondo de Cultura Económica).

Década de crisis

Imagen facilitada por el Instituto Francés de la portada del libro del economista Thomas Porcher. EFE

El economista francés califica la situación actual como «grave» y sostiene que el mundo atraviesa una década de crisis: la financiera de 2008, la de la zona euro en 2010, la del covid y, hoy en día, la de la guerra en Ucrania que ha generado la crisis energética y la inflación, y «la crisis ecológica que se producirá».

Por ello, pide a los gobernantes que se «concentren» en resolver las desigualdades sociales en sus países, pero también en el conjunto de países en todo el mundo.

Un llamamiento que hace sobre todo a la Organización Mundial de Comercio (OMC), en un momento en el que los combustibles fósiles representa el 85 % del consumo de energía mundial, con países con fuertes desigualdades de desarrollo y algunos, como los africanos, con necesidades de energía – que en muchos casos es de combustibles fósiles- para desarrollarse.

Porcher, catalogado entre los economistas más importantes, ha explicado que las «curvas son muy claras», porque el Índice de Desarrollo Humano está en correlación con el consumo de energía, un índice que al llegar a un cierto nivel de desarrollo «ya casi no se mueve».

Y explica que países como Mali van a necesitar más energía para desarrollarse, pero «lo que no es explicable» es que Estados Unidos, el país más rico del mundo y que «ha añadido a su mercado 4 millones de barriles de petróleo de esquisto por día, aumente el consumo de combustibles fósiles sin mejorar su Índice de Desarrollo Humano».

Abandono de los combustibles fósiles

Ante esta situación, subraya, los «verdaderos esfuerzos» para dejar los combustibles fósiles deben hacerlos los países más desarrollados que tienen una «deuda histórica ambiental, al ser responsables de las emisiones de dióxido de carbono (CO2), son ellos los que tienen que esforzarse de forma prioritaria».

Según el economista francés, los países en vías de desarrollo deben buscar «otras formas de desarrollarse», aunque van a necesitar combustibles fósiles en esa ruta, pero recomienda «no cometer los errores de los más desarrollados, porque el reto climático no existía».

No obstante, reconoce, muchos de esos países en desarrollo optarán por las reservas de carbón, fácilmente accesibles en su entorno, si no tienen acceso al gas, que favorecerá el aumento de emisiones a la atmósfera.

Y a propósito de ello, Porcher subraya que en el Acuerdo de París se adoptó por consenso imponer impuestos a todas las emisiones de CO2, algo que le parece «una estupidez», porque «no se pueden poner tasas a las emisiones por construir una red de abastecimiento de agua en Mali, de la misma manera que por construir una zona comercial en Atlanta (EE.UU.).

«Hay necesidades útiles y necesidades fútiles. Hoy en día, las emisiones son muy necesarias para algunos países y muy fútiles e inútiles para otros», sostiene.

HIpocresía de los países desarrollados

En ese sentido, observa que ahí se ve «toda la hipocresía de nuestros países», porque «tenemos unos bancos, unas compañías petroleras o energéticas que van a buscar en países africanos o latinoamericanos petróleo para su propio consumo, pero luego van con lecciones de moral a esos países».

Por ello, recomienda exigir a «nuestros bancos y compañías que dejen de invertir de esta forma».

Pone de ejemplo el caso de la República Democrática del Congo que necesita petróleo para desarrollarse, «y puede utilizar su propio recurso con la empresa pública», pero, actualmente, «es una empresa mayoritariamente francesa la que extrae el petróleo en ese país africano y los congoleños compran la gasolina refinada de Francia para su consumo».

«Hay una hipocresía en las economías desarrollas que disponen de un sistema económico para extraer recursos energéticos para su propio consumo, sin contabilizar las emisiones de CO2, incide, algo que también sucede en Latinoamérica con compañías estadounidenses y de otros países.

Existe una «total desigualdad entre países ricos y pobres para hacer respetar el derecho a nivel internacional».

Por ello, dice, habría que cuestionar el desarrollo de aquellas «compañías que ahora son privadas y en muchos casos anteriormente públicas, que tienen unos impactos medioambientales en los países donde extraen el petróleo y sobre el rendimiento fiscal en los países a los que pertenecen».

«Un bol de espaguetis»

Recuerda los pingües beneficios de esas compañías petroleras en los últimos quince años con el aumento del precio del crudo, y que en vez de realizar la transición a energías renovables, han potenciado las inversiones en exploraciones de petróleo no convencional, como las de Francia en Guyana francesa, o en el Ártico.

Esto, insiste, «dice mucho de la hipocresía en relación al calentamiento global».

La economía mundial se ha convertido en «una especie de bol de espaguetis, difícil de ver con claridad», concluye, al asegurar que «si queremos cambiar las cosas, hace falta que los países que pudieron desarrollarse acepten su parte de responsabilidad».

Porque, se pregunta, ¿es posible seguir consumiendo unos bienes fabricados en China por grandes marcas europeas o americanas, o consumir fruta que da tres veces la vuelta al mundo? y se contesta, «pienso que no».

Hace falta que los países pobres lleguen a niveles de desarrollo aceptables, «sin que cojan la misma vía de desarrollo que la que cogimos nosotros» y para conseguir este reto, «hace falta una recuperación internacional y una auténtica cooperación internacional que no existe entre los países ricos del G20».

Critica las subvenciones que muchas empresas francesas recibieron durante la pandemia, pero que «se han instalado en Estados Unidos porque el coste de la energía allí es más barato gracias a la extractivismo del petróleo de esquiste (rocas)».

Multilateralismo para elevar el reto climático

«La competencia mundial entre países ricos y entre pobres, y entre pobres y ricos impide esta cooperación necesaria para elevar el reto climático».

Se muestra «contento» con la movilización de la sociedad civil en todo el mundo, principalmente de los jóvenes, ante la falta de acción de los gobiernos en Estados Unidos, en Francia, África…, en referencia a las marchas activistas, no a las acciones en los museos. EFEverde

 

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Artículo de mluquillas publicado en https://efeverde.com/thomas-porcher-hipocresia-paises-desarrollados/