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La patología, no es la «eco-ansiedad», sino la falta de acción. Por (*) Bertrand Piccard

(origen) Redacción EFEverde Nov 18, 2022 , , , , , , ,
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La COP 27 ha dejado claro que las emisiones de CO2 superarán sus niveles récord en 2022. ¿Aumentará este anuncio el cada vez más comentado y popular síndrome de ansiedad ecológica? Ciertamente, pero ese no es el problema.

Decir, como se suele hacer hoy, que la eco-ansiedad es la enfermedad psicológica del siglo XXI, es negar la realidad del cambio climático. ¿No tenemos derecho a tener miedo ante un peligro tan real? Es razonable estar atemorizados por la situación y frustrados por la falta de adopción de medidas urgentes por parte de los responsables. Los eco-ansiosos creen que están enfermos, pero no es así en lo absoluto. Lo que me preocupa es la gente que sigue con su vida como si no hubiera pasado nada, aquellos que no se angustian por la inminente catástrofe o que piensan que ya se ha hecho suficiente. Son los más enfermos y los que necesitan ser tratados y curados, porque no tienen ni idea de la realidad del mundo.  

Como psiquiatra y ecologista, yo también soy eco-ansioso. Si no sintiera esta ansiedad, no pasaría todo el tiempo tratando de preservar el medio ambiente. Y esa es una de las razones por las que he creado la Fundación Solar Impulse. 

Así que la cuestión no es cómo curar la eco-ansiedad, como se curaría una neurosis o una psicosis, sino cómo evitar que nos paralice o que nos aprisione en la depresión. Porque la verdadera enfermedad es la eco-depresión: ese sufrimiento que causa impotencia, culpa y tristeza, aquel que hace sentir una ausencia total de un futuro brillante y nos convence de que no tiene sentido actuar de ninguna manera. En breve, la patología es la inacción, no la eco-ansiedad.

Ese sentimiento de impotencia, que tanto hace sufrir al eco-ansioso, sólo disminuirá si se convierte en un acicate para la acción, que cause el querer despertar y revigorizar a quienes nos rodean. En lugar de quejarnos, cuando nos decidamos a actuar para obtener un resultado, por pequeño que sea, será entonces que recuperaremos nuestra energía vital. Cuando hablo de actuar, no me refiero a tratar de salvar el mundo en solitario, porque eso sólo aumentaría la desesperación. Sino a esforzarnos por mejorar en nuestra propia vida, describir  y compartir soluciones limpias en las redes sociales, animar a nuestros familiares y amigos a cambiar sus hábitos, contactar a un periodista que conozcamos o a un político local.

Lo que es desalentador es intentar y fracasar en una acción que no es apta a nuestro nivel. Un individuo, o mucho menos un niño, no puede contribuir al cambio del mismo modo que un líder empresarial o un primer ministro. Sin embargo, pequeñas acciones, adaptadas al nivel de cada persona, son suficientes para crear una dinámica favorable. 

A los niños que preocupan a sus padres con su ansiedad ecológica, hay que explicarles que la vida siempre ha sido una aventura fascinante y llena altibajos. Recordemos que la humanidad siempre ha experimentado crisis: en la época de los egipcios, de los griegos, de los romanos, en la Edad Media e incluso más recientemente, han habido guerras, revoluciones, epidemias… y cada vez, la gente ha conseguido transformar lo que se creía que era el fin del mundo, en una evolución. Hoy, mostremos a los jóvenes las prometedoras e inspiradoras profesiones en las que pueden marcar la diferencia, ya sea en los campos de la ecoeficiencia, la energía renovable, la construcción descarbonizada, la informática para diseñar redes inteligentes, el compromiso con la política o el trabajo en los medios de comunicación.

A menudo pienso en una imagen conmovedora de los disturbios de Los Ángeles en la década de 1990, en la que se ve a dos propietarios de tiendas devastadas y saqueadas. Uno estaba sentado entre los escombros, llorando con la cabeza entre las manos. El otro, armado con una escoba, ordenando su tienda para reabrirla lo antes posible. Eso es resiliencia. En aquel entonces, yo era estudiante de medicina y al ver esta foto en un periódico, me inspiré y tome la decisión de dedicar mi tesis doctoral a «La pedagogía del juicio: el aspecto revelador del accidente, la enfermedad y la desgracia«. ¿Qué podemos aprender de las grandes catástrofes de la vida? Debemos tener siempre presente que, aunque no seamos responsables de lo que nos ocurre en la vida, podemos hacernos responsables de lo que hacemos con ella.

 

Piccard. EFE/Wu Hong

(*)  Bertrand Piccard, es fundador y presidente de Solar Impulse

Pionero, desde la década del 2000 en considerar la ecología a través del lente de la rentabilidad, Bertrand Piccard es líder de opinión en los temas de innovación y sostenibilidad.

Como Presidente de la Fundación Solar Impulse, promueve el crecimiento cualitativo demostrando el potencial económico de las tecnologías limpias. Denunciando lo absurdo de los sistemas contaminantes e ineficientes que aún hoy día se utilizan con demasiada frecuencia, aboga por la modernización del marco legal para facilitar el acceso al mercado de soluciones eficientes.  Su voz se escucha en las mayores instituciones, así como las Naciones Unidas, la Comisión Europea, el Foro Económico Mundial entre otros y su compromiso le ha valido varios nombramientos, como el de Campeón de la Tierra y el de Embajador de Buena Voluntad de las Naciones Unidas.

 

 

Creadores de Opinión Verde #CDO es un blog colectivo coordinado por Arturo Larena, director de Medio Ambiente y Ciencia en EFEnoticias y  EFEverde

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