• 02/05/2024 09:04

Irene Rubiera, activista climática: “Todas las luchas son parte intrínseca de otras”

Tiempo estimado de lectura: 6 minutos, 8 segundos

Por Marta Montojo.

Madrid.- “En el círculo virtuoso de las movilizaciones, todas las luchas entienden que son parte intrínseca unas de otras”, alega en entrevista con EFEverde la activista ambiental y jurista Irene Rubiera. “Entonces, cuando la gente está movilizada en una dirección porque está precarizada —prosigue— en realidad está movilizada en todas las direcciones. Y  al final pasa que tu amigo el de Fridays for Future también milita en el sindicato de inquilinas o en otros tantos. Esto es lo que pasa realmente en un tejido social saludable”.

Han pasado cinco años desde que Rubiera asistió a la primera gran asamblea de Fridays for Future (FFF), y en este primer lustro de vida del movimiento considera que  éste “ha madurado muchísimo” y que ha logrado conformar una estructura y un discurso de interseccionalidad -enfoque que vincula la crisis ecológica, por ejemplo, con otras desigualdades estructurales de poder como las derivadas del colonialismo o del patriarcado- que “a muchos movimientos más maduros de España ya les gustaría”.

FFF-Juventud por el Clima nació en España en 2019, año que para muchos ecologistas fue crucial por la serie de circunstancias que convergieron. Ocurrió en ese año el revivir de la movilización por la acción climática, impulsada por el fenómeno “Greta Thunberg” que situaba en el centro de la reivindicación por la acción climática el conflicto generacional. Así, muchos jóvenes exigían a los mandatarios medidas para frenar el calentamiento cuanto antes. Los ecologistas más veteranos agradecían este relevo generacional del movimiento, esperanzados de que ahora sí se escucharan los reclamos contra la degradación ecológica y el cambio climático. Algunos anticipaban incluso la llegada de un “15M climático”.

En esta ola de activismo climático joven que desde finales de 2018 se esparcía rápidamente por Europa -y, pronto, por el resto del mundo-, decenas de miles de jóvenes en España que jamás habían militado en ningún movimiento (salvo, quizás, en agrupaciones estudiantiles o en las marchas feministas) se echaban a las calles para protestar contra un sistema económico adicto a los combustibles fósiles que les está condenando a un futuro más hostil.

“Mi generación ha crecido con la amenaza del cambio climático y el agotamiento de los recursos en los libros de texto”, explica Rubiera, que cuando ayudó a formar en Madrid FFF-JxC tenía sólo 19 años, y que ahora, en marzo de 2024, tiene 24.

La comunidad científica internacional lleva más de cincuenta años alertando sobre el aumento de temperatura global al que conduce el modelo actual de producción y consumo, predicciones que en este último lustro se han hecho especialmente palpables.

Incendios, pérdidas de cosechas, muertes por calor extremo, sequía, episodios continuados de inundaciones… Los impactos catastróficos de la crisis climática han empezado a verse como una realidad no ya de los informes de elevados órganos de la ONU sino del día a día de cada vez más gente. De seguir por la senda actual (lo que los angloparlantes llaman el escenario ‘business as usual’), los especialistas en clima pronostican para las próximas décadas efectos sociales que no son nada alentadores: migraciones masivas, inseguridad alimentaria, conflictos bélicos por la escasez de recursos, desestabilización política, propagación de enfermedades tropicales y las consecuentes crisis sanitarias, etcétera.

En 2019 nacía un nuevo movimiento climático en España, compuesto principalmente por estudiantes universitarios pero también de bachillerato e incluso de la ESO. Rubiera entró en el grupo de comunicación de FFF, y rápidamente tuvo que ponerse al día con tareas para las que uno se prepararía en facultades de periodismo. La entonces alumna de derecho aprendió sobre la marcha a atender a los medios -y evitar a toda costa que se salieran con la suya en su misión de encontrar a “la Greta española”-, a gestionar portavocías, a elaborar notas de prensa, a idear campañas… El equipo fue reconocido por ello con, por ejemplo, el premio Vía Apia que otorga cada año la Asociación de Periodistas de Información Ambiental (APIA).

Ese año el cambio climático cobró especial atención en la prensa nacional. Tanto que, en los años sucesivos, 2020 y 2021, algunos de los principales periódicos del país, como El País o El Confidencial, estrenaron secciones de medio ambiente y cambio climático. 2019 fue también especialmente intenso para el conjunto de movimientos climáticos o ecologistas españoles, no sólo por lo que la aparición de nuevos colectivos como Fridays for Future o Extinction Rebellion implicaba para el ecosistema de la ecología social, sino también por la casualidad de que España acogiera de manera improvisada la COP25, la 25ª cumbre del clima de la ONU. Ese encuentro, que estaba previsto alojara Santiago de Chile, finalmente tuvo que celebrarse en Madrid en vista de las revueltas que se intensificaron en el país andino a finales de 2019. En cuestión de varias semanas, el Gobierno tuvo que poner a punto el lugar de la cumbre, el escenario en que delegaciones de cerca de 200 países se sentarían a negociar durante dos semanas en diciembre. El ecologismo, por su parte, tuvo el mismo escaso margen para preparar la contracumbre, una especie de encuentro alternativo al de la ONU en el que los grupos locales reciben a activistas de otros países y tratan de presionar a los mandatarios de la cumbre para que sean ambiciosos en sus acuerdos climáticos.

Mientras acababa la carrera de derecho y se involucraba de lleno en el movimiento, Rubiera se ocupaba también de la comunicación externa del centro social ocupado La Ingobernable. Allí conoció a los que hoy son sus compañeros en ‘Turba’, una agencia de comunicación y consultora especializada en temas sociales y ambientales. “Turba” quiere decir “muchedumbre de gente confusa y desordenada”, especifica Rubiera, y a la vez la palabra se refiere al material orgánico compuesto por residuos vegetales que se emplea como combustible o como abono.

En 2021, ya pasada la crisis sanitaria que congeló toda actividad y desinfló al movimiento, Rubiera se unió a La Imprenta, una asociación cultural con librería física y trabajo de editorial que se establecía en un local de Malasaña (Madrid), centrada en temáticas como la ecología o el feminismo.

Cuando supo que era demasiado mayor para estar en Fridays for Future, cuya fuerza según Rubiera reside precisamente en ese carácter juvenil, decidió hacerse a un lado y dejar ese hueco para alguien más joven.

“Fridays for Future nunca es la misma gente y esto es importante. Ahí hay una transferencia de conocimiento que otros movimientos no hacen. Se está renovando todo el rato. Tiene asambleas de bienvenida constantemente. Cambia de gente porque para la mayoría -como lo fue para mí- FFF es una primera militancia”, señala Rubiera.

Después, la activista encontró en el área jurídica de Ecologistas en Acción un lugar donde podía avanzar en su misión de crear un mundo mejor. “Estudié derecho porque me parece que es de una de las herramientas más concretas de ayudar a la gente”, sostiene. También le estimulaba intelectualmente. Se especializó en filosofía del derecho, con un trabajo de fin de grado basado en el concepto de solidaridad en el derecho medioambiental.

Pero en el terreno es donde conoció a sus grandes maestros. En Ecologistas en Acción trabajó -y trabaja- junto a abogados ambientales que ella ya admiraba desde hacía tiempo y que pronto se convirtieron en sus “mentores”.

Uno de ellos es Jaime Doreste, quien había llevado casos que Rubiera conocía desde pequeña, como el del Parque del Tercer Depósito en el distrito madrileño de Chamberí, además de otros más conocidos a nivel nacional, como el litigio contra un resort de lujo en Valdecañas.

Litigación estratégica 

A lo que se quiere dedicar Rubiera, confía, es a la litigación estratégica, que se refiere a aquellos procedimientos jurídicos que tienen pretensiones más allá de ganar el caso concreto. En esos casos, la vía jurídica se convierte en una vía de comunicación y movilización.

Un ejemplo de litigación estratégica es la demanda de las organizaciones ecologistas contra la petrolera Shell. En 2021 un tribunal de los Países Bajos falló que, para el año 2030, Shell debe rebajar en un 45 % sus emisiones de CO2, en comparación con los niveles de 2019.

“El potencial para la incidencia política es extraordinario”, arguye Rubiera. Sin embargo, la jurista y activista lamenta que, en España, la litigación estratégica no está muy desarrollada. «Hay que hacerlo bien y nuestro sistema jurídico no es el más sencillo para estas cosas”.

Ella participó directamente en el llamado “Juicio por el Clima”, en el que Greenpeace, Ecologistas en Acción, Oxfam Intermón, La Coordinadora de Organizaciones para el Desarrollo y Juventud por el Clima llevaron al Gobierno a los tribunales “por una respuesta insuficiente a la emergencia climática». Fue el primer litigio climático contra el Estado español. La parte demandante alegaba que el Plan Nacional Integrado de Energía y Clima (PNIEC) era insuficiente para cumplir con los objetivos del Acuerdo de París, pero el Tribunal Supremo terminó desestimando el recurso de los ecologistas.

Los juristas, opina Rubiera, son “colaboradores necesarios del poder”. “Tenemos que ser críticos con el sistema al que servimos. En tanto que trabajamos con las leyes, hemos de admitir que, al menos en cierta medida, confiamos en el sistema. Pero es nuestro deber juzgar su integridad”, sentencia. En este sentido, no ve contradicción en ser abogada y activista. Al contrario: “Si hay una profesión que debería estar tremendamente politizada y con una enorme carga social es la abogacía”. EFEverde

 

 

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La entrada Irene Rubiera, activista climática: “Todas las luchas son parte intrínseca de otras” se publicó primero en EFEverde.


Artículo de efeverde publicado en https://efeverde.com/irene-rubiera-activista-climatica-luchas-parte-otras/