Valeria López Peña
Madrid (EFEverde)-. ¿Cómo afecta a otro lo que hago? Para las personas indígenas, esa pregunta encarna su profundo sentido de comunidad, una estrecha conexión con la naturaleza que los lleva a representarla y defenderla en sus obras artísticas, explica a EFEverde Naine Terena, curadora, artista e investigadora de arte.
Desde su casa en Cuainé en Mato Grosso (estado brasileño fronterizo con Bolivia) Naine afirma que hay una relación simbiótica entre la cosmogonía, el arte y la realidad indígena. Una visión concebida “desde dentro” hacia fuera, en otras palabras, desde la sensibilidad individual a la globalidad del medio natural.
De la misma manera, el día de la conciencia, que se conmemora cada 5 de abril, propone una perspectiva colectiva. La ONU marca esta conmemorción como una llamada a promover el diálogo para construir empatía y fomentar un desarrollo sostenible, así como la coexistencia pacífica entre diversas culturas.
Para construir un puente entre culturas, los artistas indígenas van creando su estética para hacer llegar su mensaje, sea comentario político, compartir un ritual donde el arte es la ofrenda o representar a sus seres sagrados, quienes habitan y cuidan del medioambiente. Algunos adoptan lenguajes gráficos externos y materiales fuera de su tradición, pero “son deseos de cada artista”, considera Naine.
Arte indígena desde dentro
El arte ha estado en la vida de Naine “desde siempre”, su infancia en la comunidad indígena Terena estuvo rodeada de creación de artesanías, luego comenzó a vender sus pinturas y en su vida adulta exploró otras formas de expresión como el teatro y el vídeo.

Entre tantos formatos, Naine decidió presentar recientemente en la feria ARCO de Madrid a ‘Os outros’ (Los otros). Se trata de un tejido, una unión con “seres hermanos que para los pueblos indígenas están con nosotros, tanto en la naturaleza como en forma espiritual”. Una relación desigual que si bien no es perfecta, hace parte de todas las personas y criaturas del mundo.
Pero “siempre se decía que no había indígenas para ocupar el cargo de curadora”, recuerda Naine. Tras colaborar en la organización de una exposición con sus propias obras, se dio cuenta de que “lo que me encanta es posibilitar, tal vez me veo más como una articuladora y una pensadora que como una artista”.
Como curadora puede proponer “diálogos y hacer conexiones, que a su vez puedan abrir otras discusiones y abrirle el camino a otros creadores indígenas” afirma la artista.
Desde ese cargo, consiguió mucho reconocimiento organizando exposiciones como ‘Véxoa – Nós sabemos’ y ‘Culturas del antirracismo en América Latina’ para la Universidad de Manchester. Ahora está haciendo una curaduría junto a Luciara Ribeiro y Khadyg Fares para Frestas-Trienal de las Artes en Sao Paulo.
Educación, la clave
Naine cree que “el arte es un mecanismo de enseñanza y conciencia sobre cómo son y en qué creen los pueblos indígenas realmente”, al mismo tiempo que acerca la ciencia para complementar los saberes ancestrales.
Por eso también es profesora e investigadora en la Universidad Federal de Mato Grosso: “la escuela es una puerta de entrada muy fuerte para la socialización y la información”, especialmente para revisar algunos prejuicios alrededor de estos pueblos como también las ideas preestablecidas dentro de ellos.
Preguntarle a Naine por sus proyectos le dibuja una sonrisa, pero la respuesta es larga. En cuanto a la cercanía con la ciencia, resaltan dos “y tengo mucho amor por estos proyectos, porque son de investigación” dice la curadora.
En el primero, colabora con el Ministerio de Salud de Brasil para entender cómo el pueblo terena entiende las campañas de prevención, por ejemplo, de vacunas, y así tomar acciones efectivas. Para Naine, “este es un proyecto de corazón” porque en el equipo hay investigadores indígenas ajenos a la academia.
Otra colaboración con el sector público es su participación en el Consejo Consultivo del Instituto de Patrimonio Histórico y Artístico Nacional, donde recientemente logró que los grafismos Huni Kui sean reconocidos como patrimonio cultural.
El segundo proyecto es Casa Vítuka, que Naine describe como “un sueño”, inspirada por las reuniones con niños en la casa de su madre durante su época de teatro. En noviembre del año pasado “tomé el coraje de abrir la casa y hacer formación artística”.
Allí “ahora vamos a abrir una exposición que muestra un acervo antropológico, pero siempre hay un punto de partida del pensamiento indígena que enseña el respeto al entorno y al otro”.EFEverde
vlp/al
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