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‘Cuaderno de Viaje’: emociones que recuerdan el desastre del Prestige

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Rafa González .-EFEverde.- Madrid, 11 nov (EFE).- Una fecha, 13 de noviembre de 2002; una hora, 15:15; un petrolero, Prestige; un mensaje y una ubicación, SOS a 28 millas, y un lugar, Finisterre… así comienza «Cuaderno de Viaje», una obra conceptual, sin imágenes y apenas palabras, con la que el fotoperiodista Pedro Armestre quiere «palpar» el corazón de los lectores mostrando su visión personal de la mayor catástrofe ambiental que ha sufrido España.

«Esta obra es la sensación de un recuerdo», explica a EFE Armestre, quien confiesa que «lo que yo viví no he sido capaz de transmitirlo en fotos, pero tampoco en palabras», por lo que «de una manera muy conceptual quiero llevar al público a ese sentimiento».

Armestre regresó a Galicia a principios del mes pasado con una idea que «no tenía muy cerrada» para homenajear el vigésimo aniversario del desastre del Prestige, que se conmemora este domingo, pero cuando se encontró en las playas donde trabajó, se puso a reflexionar sobre lo que aquello le generó».

«Pensé en elaborar un cuaderno de viaje con fotografías que tomé hace veinte años y con algunas notas que quería extraer de la libreta con la que viajé en aquella época y otras con nuevas sensaciones», declara.

Incertidumbre

El fotógrafo comenzó el cuaderno escribiendo una fecha y unos datos básicos del comienzo de la catástrofe y, más tarde, se enfrentó a unas hojas en blanco que inicialmente no sabía cómo llenarlas, algo que «de alguna forma representa la incertidumbre que vivimos los primeros días».

Esas seis páginas en blanco encarnan el silencio, la confusión y todo lo que «no nos quisieron contar» que «después se nos vino encima de golpe» y, a continuación, «pasamos a una hoja donde hay unas simples gotas muy pequeñas».

Para mí, prosigue, cada página es una playa, un acantilado, un lugar distinto… y esa página con gotas muy pequeñas sí que tiene un sentido especial y la puedo incluso localizar. Se trata de una playa muy próxima a La Coruña, que fue el primer lugar al que yo llegué, donde vi unas pequeñas manchas y encontré un cormorán totalmente cubierto de fuel.

Desesperación y frustración

Los brochazos «más intensos» presentes en la libreta «representan en cierto modo la desesperación y la frustración que tenían los ciudadanos gallegos», pues «nos estaban contando una historia en televisión que nada tenía que ver con la realidad y todo aquello fue creciendo hasta que se convirtió en un manto negro, que llenó Galicia de fuel durante muchísimo tiempo», rememora.

Y es que se trataba de una época en la que «no teníamos redes sociales, no existía el volumen de información que se genera ahora y toda la información que recibíamos venía de la prensa, la radio y la televisión», por lo que «hasta que no llegué allí y descubrí ‘in situ’ lo que estaba ocurriendo no me di cuenta de la magnitud de la tragedia».

«Fui para tres días y trabajé allí durante un mes», apunta Armestre, quien añade que «en aquel momento vivía en la ciudad de Aranjuez, en Madrid, recuerdo que era domingo, salí a tomar algo con los amigos por la mañana y les dije que me bebía una cerveza sin alcohol y me iba a Galicia».

Cuando estaba llegando a La Coruña recibió una llamada de Greenpeace, para quien trabajaba en aquella época, en la que la organización le dijo que creía que tenía que irse para Galicia y a lo que él respondió: «estoy entrando ahora mismo en La Coruña».

«Aquel viaje se prolongó durante un mes y acabé regresando a casa unos días previos a Nochebuena», concreta el fotoperiodista, quien asegura que cuando volvió le costaba incluso respirar de haber estado ese tiempo oliendo fuel en el lugar del desastre.

Solidaridad

A pesar de aquellos más de 2.000 kilómetros que quedaron teñidos por la alfombra viscosa y negra, destaca y no puede olvidar la solidaridad «tremenda» que se generó y aún recuerda llegar autobuses con numerosos voluntarios, que «venían sin saber lo que tenían que hacer, cómo se tenían que proteger ni dónde iban a dormir».

Sin duda, agrega, se trató de un gran acto de solidaridad que «nunca más se repitió en España», a pesar de un desastre que «creo que se sitúa como la tercera catástrofe mundial más costosa de la historia conocida».

Y, sin embargo, ese movimiento solidario para mí ha sido el único. En mi vida he vivido algo similar, concluye Pedro Armestre. EFEverde

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