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COP27: una oportunidad perdida también para la cuenca mediterránea. Por (*) Carlos Bravo (Ocean Care)

(origen) Redacción EFEverde Nov 20, 2022 , , , , , , , ,
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Tal y como nos habíamos temido, la COP27 recién finalizada ha sido una cumbre climática secuestrada por las compañías petroleras y gasistas de tal manera que no se ha logrado avanzar nada en los compromisos de reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero.

Pese a la creciente gravedad de la emergencia climática, el texto elaborado por la Presidencia de Egipto, país anfitrión de la COP27, y finalmente acordado, no menciona la necesidad de eliminación de los combustibles fósiles y sólo hace unas muy escasas referencias a la Ciencia del Clima y al objetivo de mantener en 1.5ºC el incremento de la temperatura media del planeta respecto a los niveles preindustriales. Esto último se incluyó gracias al ultimátum dado por la Unión Europea, que amenazó con retirarse de la COP27 si no se explicitaba tal referencia.

Este resultado de la COP27 era de esperar puesto que Egipto es un país que está buscando intensamente petróleo y gas en el océano, tanto en el mar Mediterráneo como en el mar Rojo, y lleva tiempo haciendo un maquillaje verde al gas natural -que no es más que un combustible fósil con un alto potencial de cambio climático- vendiéndolo falsamente como un combustible puente en la transición energética, lo que contradice las recomendaciones del Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) de Naciones Unidas.

A la industria de los combustibles fósiles y a los Estados petroleros que la avalan les interesaba en esta COP27 promover el uso del gas y justificar así una avalancha de nuevos proyectos de exploración y explotación de hidrocarburos, como sucede en el Mar Mediterráneo, los cuales, además de contribuir a agravar el cambio climático, intensificarán el ya preocupante problema del ruido submarino y pueden causar graves daños a la fauna marina y a la pesca.

Eso explica el intento inicial de Egipto de no hacer referencia al límite de 1,5ºC en el documento de la Presidencia. Este hecho es especialmente grave dado que Egipto es un país ribereño del mar Mediterráneo y la región mediterránea ya ha superado ese límite de 1,5 °C.

En efecto, la cuenca mediterránea es un punto caliente del cambio climático. Esta zona se ve afectada por el cambio climático a un ritmo mucho mayor que la media mundial, en particular por un calentamiento más rápido de la superficie del aire y del mar en todas las estaciones. Mientras que la temperatura media del aire a nivel mundial se sitúa actualmente en torno a 1,1 °C por encima de los valores preindustriales, la región mediterránea se acerca a 1,54 °C.

Se prevé que el calentamiento en el Mediterráneo alcance los 2,2 °C entre 2030 y 2052, cuando se espera que la media mundial alcance el umbral de 1,5 °C previsto en el Acuerdo de París. Estas son las conclusiones del «Informe sobre el estado del medio ambiente y el desarrollo en el Mediterráneo» (SoED 2020), realizado en el marco del Convenio de Barcelona, que ofrece un panorama aterrador para el área mediterránea como consecuencia del cambio climático

Esta COP27 hubiera sido el momento adecuado para que las 22 partes contratantes del Convenio de Barcelona hubiesen realizado una declaración conjunta en la que anunciasen su compromiso de establecer objetivos medibles de descarbonización para toda la región mediterránea a corto, medio y largo plazo. Esto habría sido un paso importante y absolutamente necesario para lograr evitar un empeoramiento del actual aumento de temperatura media de 1,54ºC por encima de los valores preindustriales que ya sufre la región y lograr el objetivo de llegar a 2050 con un incremento de la temperatura todo lo posible por debajo de umbral máximo de 2°C establecido en el Acuerdo de París.

Desgraciadamente, a pesar de las abrumadoras pruebas sobre el impacto desproporcionado del cambio climático en el Mediterráneo, muchos Estados del área de influencia no son líderes en la descarbonización.

¿Cómo se puede abogar por la descarbonización de la economía y, al mismo tiempo, seguir buscando nuevos yacimientos de petróleo y gas natural?

La cuestión anterior va especialmente dirigida a Egipto, como anfitrión de la COP27, pero también a varios países de la región mediterránea, tanto de la Unión Europea como de fuera de ella. Continuar con la búsqueda de nuevos yacimientos de petróleo y gas en medio de la actual crisis climática y medioambiental no sólo le hace el juego a la industria petrolera al promover la exploración y explotación de hidrocarburos, sino que también está en franca contradicción con los esfuerzos de transición energética y los objetivos del Acuerdo de París, del que estos mismos países son signatarios.

Además de Egipto, Argelia, Bulgaria, Chipre, Grecia, Israel, Líbano, Montenegro, Rumanía y Turquía, entre otros, participan en, o han aprobado, numerosos proyectos que se encuentran en distintas fases del proceso de exploración y explotación de hidrocarburos en el Mar Mediterráneo, el Mar Negro y el Mar Rojo. No obstante, es importante señalar que los ejemplos mencionados no son los únicos países o regiones en los que esto ocurre.

La actividad comercial en torno a la explotación de hidrocarburos, en cualquiera de sus fases (perforación, extracción, transporte, refino, etc.) es causa frecuente de grandes vertidos de petróleo, como nos recuerdan los recientes casos de contaminación de aguas y costas en países mediterráneos como Israel y Líbano, Siria y otros. Estos accidentes pueden causar graves daños a los ecosistemas marinos y a la biodiversidad asociada, y afectar negativamente a su capacidad de regeneración.

La realidad de los hechos acaecidos en la COP27 ha dejado en evidencia la falta de sinceridad de las bonitas palabras incluidas por el gobierno egipcio en su página web oficial de la COP27: «Para hacer frente a la crisis climática se requiere una acción colectiva audaz y rápida», «Buscamos acelerar la acción climática global a través de la reducción de emisiones (…). Debemos unirnos para limitar el calentamiento global muy por debajo de 2 ºC y trabajar duro para mantener el objetivo de 1,5 ºC. Esto requiere acciones audaces e inmediatas y aumentar la ambición de todas las partes (…). Este año debería ser testigo de la aplicación del acuerdo del Pacto de Glasgow para revisar la ambición en las NDCs (Contribuciones Determinadas a Nivel Nacional, por sus siglas en inglés) y crear un programa de trabajo ambicioso en la mitigación».

Carlos Bravo, durante una visita a EFEverde

Viendo lo sucedido en la COP27, uno se pregunta qué podría pasar en la COP28 que se celebrará en 2023 en Emiratos Árabes Unidos, una de las grandes potencias petroleras del mundo.


(*)  Carlos Bravo es consultor ambiental y representante de OceanCare en España

 

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