Octubre de 2006. Los mercados no se habían repuesto aún de la sorprendente compra un mes antes de un 10% de Iberdrola por parte de la ACS de Florentino Pérez cuando Sacyr adquirió un 9,95% de Repsol.
Pocas semanas después, la constructora presidida por Luis del Rivero alcanzó el 20% tras invertir unos 6.000 millones de euros a través de préstamos. Su estrategia era hacerse con el control de la petrolera y quitarle la silla a Antonio Brufau. Ante la resistencia de este y de La Caixa, accionista de referencia de Repsol, Sacyr decidió en 2011 sindicar sus acciones con las de la mexicana Pemex para controlar el 29,8% del capital y realizar un último intento de echar a Brufau.
Sin embargo, en octubre de ese año el propio consejo de Sacyr pidió la destitución de Del Rivero porque la operación de asalto de Repsol se le había ido de las manos y había puesto en serios apuros financieros a la constructora. Manuel Manrique ocupó la presidencia del despechado Del Rivero.
Hoy Brufau sigue presidiendo la petrolera. Mientras, Emilio Lozoya, el director de Pemex que quiso hacerle la envolvente a aquel junto con Del Rivero, está en la cárcel tras ser detenido hace dos años en Málaga por la Policía Nacional acusado de haber recibido supuestos sobornos de la firma brasileña Odebrecht y presuntas comisiones de OHL. Pemex lleva ocho años fuera del accionariado de la petrolera. Y Sacyr acaba de seguir el mismo camino que el grupo mexicano.
El grupo de infraestructuras notificó ayer a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) que se ha desprendido de la participación que todavía manejaba en la petrolera, del 2,9%. La desinversión reduce el pasivo ligado a esas acciones en 563 millones, y deja además a Sacyr con un saldo positivo en caja de 58 millones de euros.
Sacyr ha decidido dar este paso (el definitivo para salir de la petrolera) ahora por la elevada cotización con la que se mueve Repsol en Bolsa, donde cerró ayer a 15,41 euros por título. Pero la decisión estaba tomada desde hace tiempo. Solo faltaba saber cuándo se produciría.
En varias comparecencias públicas, el presidente de Sacyr, Manuel Manrique, reiteró en los últimos años que los planes del grupo pasaban por salir de Repsol. En 2019, cuando todavía contaba con el 8% de la petrolera, Manrique señalaba que la empresa estará «expectante para aprovechar las oportunidades que ofrezca el mercado y sacar el máximo rendimiento» a esa participación.
El verano pasado se produjo un paso casi definitivo. Sacyr anunció que no renovaría los derivados que tenía sobre el 5% de la petrolera -que suponían 75,4 millones de acciones- y que vencían durante la segunda mitad del año. Esa decisión provocó que su participación cayera del citado 8% a menos del 3% en el segundo semestre. Las cuentas del grupo de infraestructuras también notaron esa caída: en el primer trimestre de este año Sacyr ganó 20 millones, un 21% menos, tras no incluir extraordinarios por Repsol.
Nuevas concesiones
Una vez completada la salida de Repsol, el grupo de infraestructuras se centrará en cumplir su plan estratégico. Es decir, apostará en mayor medida por las concesiones, que ahora representan el 83% de su ebitda. Sacyr busca su «consolidación como un desarrollador y operador de concesiones líder a nivel global», aseguró ayer la compañía en un comunicado. Entre los mercados objetivo del grupo se encuentran Estados Unidos, Canadá, Australia, Colombia, Chile, Italia y también España, según recuerdan fuentes de la compañía.
La operación da el carpetazo definitivo a la etapa de Del Rivero en el grupo de infraestructuras. Unos años marcados por la burbuja inmobiliaria en los que Sacyr, vía deuda, aspiraba a convertirse en un gigante empresarial capaz de asaltar una petrolera multinacional o incluso el segundo banco más importante de España.
