Elon Musk vuelve a sacudir una de las operaciones empresariales más relevantes del año: su compra de Twitter. El hombre más rico del mundo amenaza con romper el acuerdo de adquisición de la red social por 44.000 millones de dólares, aceptado por la compañía en abril, por no tener datos satisfactorios sobre la cantidad de cuentas falsas y de ‘spam’ que hay en Twitter.
Poco después de que se cerrara la operación, Musk ya advirtió a través de un mensaje en Twitter que exigía saber con exactitud y transparencia esos datos y ponía el futuro de la compra bajo duda.
Ahora lo ha hecho de forma oficial, lo que añade incertidumbre a la operación. Ha sido a través de una carta del abogado de Musk, Mike Ringler, a director legal de Twitter, Vijaya Gadde.
«En cualquier caso, Musk no está obligado a explicar sus motivos para requerir esos datos, ni cumplir con las nuevas condiciones que la compañía ha tratado de imponer sobre su derecho reconocido en el contrato para solicitar esos datos», escribe Ringler en la misiva sobre las peticiones de Musk de acceder a esos datos. En ella se explica que Twitter dio explicaciones a Musk sobre ese tipo de cuentas, pero que no satisfacían lo que el multimillonario preguntaba. «En este punto, Musk considera que Twitter se está negando de forma clara a cumplir con sus obligaciones bajo el acuerdo de fusión», lo que constituye «una ruptura material clara de las obligaciones de Twitter bajo el contrato».
En esas circunstancias, prosigue el abogado, «Musk se reserva todos los derechos resultantes de ello, incluido el de no consumar la transacción y su derecho a rescindir el acuerdo de fusión».
Según Twitter, la cantidad de cuentas falsas o ‘spam’ de la red social es del entorno del 5%, pero Musk cree que es mucho mayor. Cuando el consejero delegado de Twitter, Parag Agrawal, aseguró en un mensaje en la red social que la compañía ya había compartido esa información con Musk, el multimillonario respondió con un emoticono de un excremento.
No es una queja nueva de Musk. El líder de Tesla y SpaceX ha protestado desde hace mucho tiempo por la alta concentración de cuentas falsas en Twitter, una red social que él usa a diario, donde tiene casi cien millones de usuarios, y en la que descarga comentarios políticos, opiniones personales, decisiones empresariales o simples bufonadas.
Una presencia alta de cuentas falsas reduce el valor de la red social: tiene menos peso para los anunciantes, empeora la experiencia de los usuarios y muchas veces están destinadas a actividades maliciosas, como la desinformación o el fraude.
Cuando Musk anunció que ponía el acuerdo “en suspenso temporal”, muchos vieron en esa decisión una táctica para forzar a Twitter a rebajar el precio de la operación. Otros lo entendían como una manera para el multimillonario de abrirse una puerta de salida a una operación cuestionable desde el punto de vista financiero.
Musk se ha embarcado en préstamos multimillonarios para la compra, en los que ha utilizado sus paquetes de acciones en Tesla como colateral, y ha reunido a un grupo de 19 grandes inversores para sumar músculo en la operación.
El contrato de compra incluye una cláusula de rescisión en la que quien rompa el acuerdo debe pagar a la otra parte una compensación de mil millones de dólares. Pero también incluye condiciones por las que Twitter podría forzar a Musk a seguir adelante con la adquisición.
La amenaza de hundir la operación ha sido recibida por el mercado con una c
aída del entorno del 4% en el valor de Twitter en bolsa al comienzo de la sesión de este lunes.
