Álvaro de Juan García es un joven fiscal y preparador, de 25 años de edad, que aprobó la oposición en 2 años –con 24 años– a pesar de que la media son 5 años. Actualmente se encuentra en su primer destino, la fiscalía de Alcalá de Henares, en Madrid, pero próximamente será trasladado a la fiscalía de Sabadell, ciudad en la que nació.
Desde que aprobó en 2021 tomó la decisión de ser preparador, algo que le permite continuar “estudiando” y seguir refrescando los conocimientos porque realmente nunca «se bajó del carro de la oposición”.
Y aunque con esfuerzo, sacrificio y constancia se puede aprobar a pesar de las circunstancias de cada uno, ha considerado que no todo el mundo se encuentra en igualdad de condiciones.
Pues bien, como bien sabemos, esta oposición, que es la misma para fiscal que para juez, normalmente supone muchos años de estudio y hay personas que no pueden permitirse estar sin trabajar.
Y aunque es cierto que actualmente existen becas concedidas por el Ministerio de Justicia, el fiscal Álvaro de Juan ha resaltado que son insuficientes con respecto a la cantidad de gente que las necesita.
Pero no sólo está la dificultad de tener que trabajar y estudiar al mismo tiempo, si no que, tal y como ha explicado, existen otro tipo de inconvenientes que generan cierta desigualdad.
Dificultades también en el espacio personal
Por ejemplo, ha señalado que no es lo mismo un opositor que estudia en una casa con una habitación individual que otro que la comparte. O, tampoco es igual un aspirante que en verano no tiene aire acondicionado y tiene que estudiar a 40 grados que otro que sí que lo tiene.
Y por eso es tan importante que los fiscales declaren el dinero, porque si no lo hacen, sus alumnos no podrán optar a esas becas. Él ha reconocido que sí que lo declara porque, además, le parecería muy injusto tener que acusar en su trabajo a alguien por ese delito cuando él mismo lo está cometiendo.
“Es lo mismo que si vas a un supermercado y te llevas algo, yo no me vería legitimado para, en mi trabajo, acusar por hurtos, no debería moralmente estar legitimado para ello”.
Sin embargo, ha reconocido que él no lo hace por dinero, sino porque le gusta la docencia y porque le permite mantenerse actualizado en el conocimiento del Derecho.
Los exámenes en el Tribunal Supremo
Estas semanas son los exámenes finales en el Tribunal Supremo, lugar en el que se decidirá si los aspirantes son aptos o no para ser fiscales o jueces.
Él tiene ahora mismo a una alumna que ha llegado hasta esa fase y ha querido recordar una frase que le dijo una amiga suya: “estudia de tal manera que en el caso, de por cualquier circunstancia no saliera bien, no tengas nada que reprocharte”. Y esto es lo que les quiere transmitir.
Imagen de un tribunal de oposición a la carrera judicial y fiscal; los exámenes orales se llevan a cabo en una de las 7 salas de vistas de la primera planta del Tribunal Supremo. Foto: Carlos Berbell.
Ha explicado que la clave para controlar los nervios ese día es, precisamente, el esfuerzo de los meses anteriores. “La confianza no debe venir de la psicología, sino del trabajo bien hecho”.
“Yo siempre les digo a mis opositores que, de alguna manera, se imaginen y jueguen con ese día en sus cabezas, de manera que, cuando llegue el momento en el Tribunal Supremo, se sienten ahí no estén nerviosos porque en su mente esa situación la habrán vivido mil veces”.
Pero sobre todo, les anima a que vinculen ese día con emociones positivas, es decir, que se imaginen rodeados de sus seres queridos y la celebración posterior.
Para terminar ha querido enviar un mensaje a los opositores. «La oposición es una revolución personal que te permite vivir cómodamente el resto de tus días».
