España tiene en su haber el récord de ser el país con más bares y restaurantes del mundo. Como sabe todo profesional del sector de la restauración, la credibilidad es vital para asegurar la presencia constante de un público consumidor. Este objetivo que se consigue con una sólida propuesta de cocina, una buena ubicación y un equipo adiestrado en atención al cliente. Pero también con un sistema de seguridad que proporcione el bienestar imprescindible para aprovechar todo lo posible la experiencia del restaurante.
Según la Confederación Empresarial de Hostelería de España, nuestras fronteras contienen más de 300.000 establecimientos hosteleros, es decir, aproximadamente uno por cada 170 habitantes. En su último número, la revista británica The Economist asegura que la fórmula de la longevidad española incluye la vida social en torno a esos locales de comida y bebida propios de la fisonomía de nuestro país.
Qué medidas de seguridad debe tener tu restaurante
1) Vigilar la puerta y anunciar un derecho de admisión. Podría considerarse poco inclusivo e incluso antidemocrático, pero desde el punto de vista de la protección es muy eficaz el clásico cartel sobre el derecho de admisión. Al fin y al cabo, es un recurso legal al que puede recurrir el dueño de un negocio de hostelería, para controlar la entrada o estancia en su local a personas que no respeten una serie de criterios fijados.
2) Fijar el procedimiento ante incidentes. Esta medida es primordial y consiste en anticiparse a los potenciales episodios de seguridad, fijando las reacciones ante cada uno de ellos. Esto minimiza el plazo de puesta en marcha de la solución, determina con claridad la interacción de los empleados y aporta al local una imagen de competencia. Un protocolo de seguridad contribuye además a frenar las improvisaciones y los nerviosismos que pueden agravar la situación inicial.
3) Encargar la seguridad a una persona concreta. Toda la estrategia y medidas de protección deben ser la responsabilidad un empleado o empleada dedicada a supervisar de manera constante. Todo el equipo conocerá el planteamiento y la metodología, pero es imprescindible que una sola persona esté al mando de las operaciones.
4) Disponer de tecnología de seguridad. La videovigilancia y los sistemas de alarma son cruciales para el proceso completo de supervisión del establecimiento. Pero la mera presencia de ambos avisa a los potenciales malhechores de que existe un control, al tiempo que comunica a la clientela que está debidamente protegida.
5) Plan de protección antincendios. Es decir, revisión periódica de los aparatos de riesgo. Dos veces al año, cada seis meses, deben limpiarse las campanas y los conductos de extracción de humos de las cocinas industriales. En cuanto a la elaboración de platos que involucren el uso del fuego en zonas públicas, como los flambeados, el personal debe estar instruido para hacerlo sobre superficies no combustibles y lejos de material inflamable.
6) No tener decoraciones potencialmente peligrosas. El material de cualquier adorno del local debe tener una adecuada reacción al fuego en emisión de humos, caída de gotas y combustibilidad. Y obviamente hay que evitar las ornamentaciones en salidas de emergencia y en puntos que impidan el uso correcto de los sistemas de protección contra incendios (PCI).
7) Doblar la vigilancia en las terrazas. En nuestro país es muy frecuente que buena parte de la concurrencia de un restaurante opte por la terraza. Dada la ausencia de paredes, esta zona está más desprotegida, por lo que conviene extremar las precauciones. Una buena iluminación permite ver claramente todo lo que sucede y es un elemento disuasorio para los posibles ladrones. Si la terraza no está acotada por verjas o vegetación, conviene aconsejar a los clientes que pongan sus pertenencias a buen recaudo.
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