Mapa de riesgos y política de Compliance en el sector de los hidrocarburos
Cualquier empresa, con independencia del sector en el que opera, debe cumplir con la normativa de ámbito nacional o internacional que afecta a su área de actividad, así como tiene que centrar sus esfuerzos en alcanzar los objetivos y el plan estratégico que se ha marcado. En este escenario, la labor interna de Compliance se convierte en el garante del cumplimiento de todas las obligaciones derivadas, tanto de la normativa como de los objetivos de ese plan estratégico.
Por ello, una de las primeras labores del área de Compliance debe de ser la identificación de los riesgos que puedan afectar al cumplimiento, es decir elaborar un mapa que los recoja en un entorno, como el actual, cambiante y con un elevado nivel de incertidumbre para las empresas. El segundo paso es la gestión de las acciones necesarias para prevenir, minimizar o eliminar el impacto de esos riesgos, con el objetivo final de conseguir la supervivencia de la organización. El cumplimiento de la normativa y la gestión de riesgos permiten a las compañías actuar de forma legal, no cometer delitos, mantener una buena reputación y conseguir resultados positivos en sus actividades.
Elementos diferenciales del sector y mapa de riesgos
En su ámbito de actuación, el sector de los hidrocarburos presenta una serie de elementos diferenciales que afectan a los riesgos de las empresas que operan en él. Entre esos elementos destacan la volatilidad de los precios de las materias primas (como el petróleo) y de los propios hidrocarburos, así como las estrictas regulaciones ambientales y de seguridad que se aplican al sector a nivel local e internacional. Este último elemento tiene que ver, en gran medida, con el impacto de los productos petrolíferos en el medio ambiente y en la sostenibilidad del planeta, lo que obliga a las compañías a adoptar prácticas sostenibles, tecnologías y soluciones de seguridad innovadoras y programas de responsabilidad social corporativa.
En este contexto, el mapa de riesgos de las empresas de hidrocarburos identifica diferentes áreas críticas, como estrategia, finanzas, operaciones, regulación, tecnología o recursos humanos.
Los principales riesgos asociados al área de estrategia tienen que ver con el cambio climático, la sostenibilidad y la transición energética, lo que puede afectar tanto a la parte de la oferta como a los posibles cambios en el comportamiento de los consumidores. Además, no hay que olvidar el entorno económico que influye decisivamente en el sector, y que condiciona también la oferta y la demanda, y la evolución de la competencia.
En el área financiera, el riesgo más destacado es la volatilidad de los precios de las materias primas y de los productos derivados, así como su disponibilidad. Esa volatilidad depende, a su vez, de múltiples factores relacionados con la macroeconomía, las tensiones geopolíticas en áreas de suministro o de transporte, la tecnología, la evolución de los tipos de interés o las tasas de cambio entre monedas.
Otra área de riesgos potenciales es la relativa a las operaciones de las compañías, en las que hay que considerar la gestión de la cadena de valor, la eficiencia de las actuaciones, los actos de violencia contra la seguridad de las personas y de los activos o la protección del medio ambiente. Aquí se pueden producir también riesgos adicionales por posibles accidentes o catástrofes y por las actuaciones de la compañía gestionadas por terceros (proveedores, contratistas, etc.).
En un sector tan sujeto a la regulación local, nacional o internacional, tanto la común a cualquier actividad económica como la específica del negocio de los hidrocarburos, su incumplimiento puede originar riesgos de diferente naturaleza. La situación se complica en el caso de recibir sanciones o multas que dañen la reputación y también los resultados financieros.
Dado que las empresas de cualquier sector dependen cada vez más de la gestión de datos y del uso de tecnologías digitales, la seguridad de la información y la ciberseguridad son otros posibles focos de riesgos emergentes. Finalmente, la transición energética y la digitalización de las organizaciones y de las operaciones requieren una nueva gestión del talento y del liderazgo en las compañías, que puede generar riesgos adicionales en el caso de que no se desarrolle adecuadamente. Aquí es clave la atracción y retención del talento.
La necesidad de una gestión específica de riesgos
En las compañías, el tratamiento del mapa de riesgos se integra en una política más amplia de gestión de riesgos empresariales. Esta política, más allá de la identificación de riesgos, implica la evaluación de cada uno de ellos y la planificación de las respuestas más adecuadas. El objetivo final es reducir su impacto negativo e intentar aprovechar las oportunidades que puedan surgir.
Una correcta gestión de riesgos requiere la aplicación de recursos (personas, procesos y tecnología), así como la adopción de diferentes modalidades de marcos o modelos específicos. Los más innovadores se integran en la planificación estratégica y en la toma de decisiones de las organizaciones, implicando a todos los niveles desde el Consejo de Administración y el Comité de Dirección hasta las unidades de negocio y de operaciones, así como a Comisiones específicas con foco en Compliance, ética, riesgos, etc.
El sector de los hidrocarburos tiene que hacer frente a una serie de riesgos comunes a cualquier área de actividad y a otros específicos de su naturaleza, fruto de la complejidad normativa, del impacto de las operaciones, de la volatilidad del precio de las materias primas y de los productos que se manejan. Todo ello precisa una gestión de riesgos y de los aspectos de Compliance muy cuidadosa y dinámica, en un ecosistema empresarial cambiante, muy afectado por la transición energética y que debe garantizar en todo momento el suministro energético. Y, a su vez, esa gestión es clave para el éxito a largo plazo de las empresas del sector.
José María Buisac, Compliance Manager de Grupo Hafesa
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