La morosidad es uno de los principales retos para las compañías, especialmente en entornos de incertidumbre económica. Un solo impago puede comprometer la liquidez y generar costes adicionales. Además, los procedimientos judiciales para reclamar una deuda pueden prolongarse durante meses o incluso años, debido a la saturación de los juzgados. Durante ese tiempo, la empresa no solo sigue sin cobrar, sino que asume gastos de abogados, procuradores y otros profesionales.
En ocasiones, incluso tras obtener sentencia favorable, el deudor puede encontrarse en situación de insolvencia o haber solicitado la declaración de concurso de acreedores, lo que dificulta el cobro.
Por ello, expertos recomiendan priorizar la prevención frente a la reclamación. Invertir en medidas preventivas antes de contratar es más económico y eficaz que afrontar un pleito largo e incierto. Estas son tres prácticas clave para reducir el riesgo de impago.
- Auditar al cliente antes de contratar
Antes de firmar un contrato, es fundamental comprobar la solvencia del cliente. Las sociedades están obligadas a depositar sus cuentas anuales en el Registro Mercantil, lo que permite acceder a información financiera relevante.
Consejo: Solicitar las últimas cuentas anuales y referencias comerciales. Si el cliente se niega a facilitar información o no deposita sus cuentas, es una señal de alerta.
- Pactar métodos de pago seguros
La normativa permite pactar libremente las condiciones de pago entre empresarios. Algunas opciones recomendadas:
- Pago al contado antes de la entrega.
- Anticipado parcial (por ejemplo, 30 % al firmar y el resto a la entrega).
- Plazos cortos y claros para reducir riesgos.
- Exigir garantías adicionales
En contratos de alto valor o con clientes de solvencia dudosa, se aconseja incorporar garantías como avales personales, avales bancarios, seguros de caución o garantías reales. Estas medidas permiten reclamar a terceros o ejecutar bienes en caso de impago.
Conclusión
Prevenir la morosidad es clave para la estabilidad financiera. Auditar al cliente, pactar condiciones seguras y exigir garantías son prácticas recomendadas para reducir riesgos y evitar costes futuros.
Sobre el autor
- Andrés Casado Güell
- Abogado área Litigación y Arbitraje en AGM Abogados