• 17/12/2025 09:19

Un paso pequeño, pero el multilateralismo avanza aunque no al ritmo que exige el planeta. Por Arturo larena

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En cada Conferencia de las Partes hay un pulso silencioso entre lo que falta y lo que avanza, entre el pesimismo que se alimenta de la urgencia científica sobre la crisis climática y el impulso, más sereno pero no menos firme, de quienes constatan que el multilateralismo sigue vivo. La COP30 de Belém, celebrada en un contexto geopolítico extremadamente volátil y sin el peso político de Estados Unidos, ha sido una cumbre que ha avanzado -no tanto como exige el planet-, pero sí más de lo que la inercia nos hacía prever.

Y aunque, como tras cada COP se volverá a hablar de fracaso, lo cierto es que la realidad no cabe en un titular rotundo: es un mosaico de grises. Y este mosaico muestra una cumbre con luces suficientes como para no caer en la melancolía climática y con sombras que recuerdan lo estrecho del margen que nos queda.

Un giro hacia la naturaleza: del margen al centro

Si algo ha marcado esta edición es el desplazamiento de la naturaleza desde la letra pequeña de la diplomacia climática hacia el corazón de la negociación. Bosques tropicales, pueblos indígenas, comunidades locales, biodiversidad, océanos o agricultura familiar han dejado de ser espectadores para convertirse en protagonistas. La movilización en torno al Fondo para los Bosques Tropicales para Siempre (TFFF), así como las iniciativas para reforzar la tenencia indígena, representan uno de los avances más importantes de la COP.

No es solo un logro simbólico: es eficiencia climática en estado puro. Poner recursos, visibilidad y capacidad de decisión en manos de quienes llevan siglos protegiendo los bosques es una estrategia probada, pragmática y urgente.

A ello se suma el Desafío de la Bioeconomía, que pretende convertir los principios del G20 en acciones medibles, y el refuerzo del Fondo de Adaptación, clave para los países vulnerables que siguen esperando que la resiliencia sea algo más que una palabra.

La hoja de ruta fósil: una propuesta que abrió una ventana inesperada

La presidencia brasileña propuso lo que, hace no tanto, parecía una quimera: negociar una hoja de ruta global para superar la dependencia de petróleo, gas y carbón. Más de 80 países —entre ellos España, Colombia, Alemania, Noruega o el Reino Unido— apoyaron públicamente avanzar en esa dirección. Eso, en sí mismo, ya es política climática relevante.

Es cierto: la referencia explícita desapareció del texto final, bloqueada por un grupo compacto de grandes productores. Pero hay que mirar más allá de una línea concreta. Esta COP ha consolidado un cambio cultural profundo: el debate ya no es si se superarán los combustibles fósiles, sino cómo y cuándo.

El mandato de Dubái —la transición para abandonar los combustibles fósiles— sigue vivo. Y esta COP ha creado herramientas para que los países que quieran avanzar lo hagan sin esperar a quienes quieren frenar.

La UE y España: resistencia, coherencia y un papel clave

En los últimos compases de la negociación, la Unión Europea resistió presiones intensas para aceptar un texto de mínimos. Se mantuvo firme en defender una hoja de ruta fósil, alineándose con socios latinoamericanos, africanos y del Pacífico. La UE ayudó a desplazar el debate de “qué” a “cómo”, reforzando una coalición que quiere avanzar a una velocidad distinta.

Es imprescindible que Bruselas no retroceda ahora. Si Europa renunciara a su papel de motor climático, el equilibrio global se rompería de inmediato.

España, por su parte, fue una de las delegaciones que consideró insuficiente el documento final. Y tenía razones. Pero también defendió —con realismo diplomático— que las COP funcionan por consenso y que, en ese marco, avanzar a veces significa evitar retrocesos.

Multilateralismo: más resiliente de lo que parecía

A pesar de las tensiones y de la ausencia política de Estados Unidos -una sombra que no puede ignorarse- la COP30 demostró que el mecanismo multilateral sigue funcionando. No al ritmo que exige la ciencia, pero sí con una capacidad de articulación que muchos daban por muerta.

Como recordó Laurence Tubiana, arquitecta del Acuerdo de París, “el multilateralismo perdura; la acción climática es imparable”. Y razón no le falta: esta cumbre ha dejado acuerdos sobre financiación, adaptación, cooperación internacional y mecanismos para mantener vivo el objetivo de 1,5 ºC.

Luces y sombras: un equilibrio que invita a la honestidad

Sería ingenuo ocultar los problemas:

  • La lentitud desesperante de las negociaciones.

  • La distancia entre la financiación disponible y la que requieren los países vulnerables.

  • La resistencia de un número reducido, pero poderoso, de productores fósiles.

  • El riesgo de que los avances se diluyan en la burocracia climática.

Pero también sería injusto no reconocer que esta cumbre ha dado pasos reales: procesos abiertos, nuevas alianzas, instrumentos financieros reforzados y una mayor presencia de comunidades indígenas y sociedad civil.

No es poco. Y dista mucho de la parálisis y decepción que marcó Copenhague en 2009.

Belém no es el destino, pero sí una etapa necesaria

En resumen: Belém no ha sido la cumbre definitiva, pero tampoco la cumbre del estancamiento. Ha sido una COP de avances discretos pero relevantes, de mecanismos que ahora deben aplicarse, de consensos difíciles que muestran que el sistema multilateral sigue respirando.

¿Es suficiente?
No.

¿Es irrelevante?
Tampoco.

El reto, desde ahora, es que lo acordado no quede atrapado en la máquina de viento de la diplomacia climática. La transición energética, la protección de la naturaleza, la financiación justa y la cooperación deben acelerarse en la práctica, no solo en los documentos.

Porque, como recuerda el investigador del IEO-CSIC (Instituto Español de Oceanografía)un veterano científico del CSIC Carlos Garcia Soto, “treinta años de diplomacia han institucionalizado la ambición, pero no la acción”. La diferencia entre ambas es lo que hoy determinará nuestro futuro.

Belém nos deja, al menos, una certeza: el multilateralismo avanza. A veces cojea, a veces desespera, pero avanza. Y en un mundo fracturado, eso es, ya, una victoria nada menor y el primer paso del camino a la COP31 de Turquía.

Arturo Larena, periodista ambiental
Director de EFEverde.com

Ilustración de Víctor Solís para la Viñeta Verde en EFEverde


 

Sobre @CDOverdeArturo Larena director de EFEverde.como modera el coloquio del Foro Última Hora/Valores organizado por el Grupo Serra en Palma de Mallorca

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Artículo de Arturo Larena publicado en https://efeverde.com/cdoverde-cop30-resultados-balance-multilateralismo-belem-arturo-larena/