• 03/10/2025 18:31

Turismo de barco, ¿cómo reducir su impacto si desconocemos sus dimensiones?

(origen) Ana Tuñas Matilla Sep 9, 2024 , , , , , , ,
Tiempo estimado de lectura: 8 minutos, 7 segundos

Ana Tuñas Matilla

El turismo de embarcación se ha popularizado y zonas como las Baleares son elegidas por miles de personas para pasar unos días embarcados añadiendo presión a la principal fuente de riqueza de las islas, el mar, cuyos habitats costeros están cada vez más degradados por factores como la contaminación, la masificación o la sobrepesca.

Lo más preocupante, según los expertos consultados por EFEverde, es que desconocemos la dimensión real de la náutica de recreo en general y del turismo de barco, en particular, hasta el punto de que no hay datos de cuántas embarcaciones recalan en el mar Balear durante los meses de mayor afluencia turística (junio a septiembre).

Y todo a pesar de que se conoce que esta actividad impacta tanto en el medio, como en la seguridad y calidad de la experiencia de los bañistas y de los propios navegantes, lo que acaba restando atractivo turístico.

Aunque el análisis de la problemática varía dependiendo de cada grupo de interés, todos coinciden en señalar que la mayor riqueza de las islas reside en el mar que baña sus costas, al que hay que proteger y que, sin embargo, como ocurre con la práctica totalidad de los mares del mundo, se encuentra desamparado por la dificultad de «poner límites».

Sin datos no se puede gestionar

«La realidad es que Baleares, así como gran parte del litoral español, carece de datos y sin datos no se puede hacer una buena gestión (…)», según el biólogo marino y economista ambiental Aniol Esteban, director de la Fundación Marilles, dedicada a la conservación del mar Balear y sus costas.

Por un lado, están los barcos que entran y salen de puertos y marinas (las islas suman unos 25.000 puntos de amarre).  A estos, hay que sumar una población «flotante» de la que no hay datos, como las embarcaciones que vienen desde zonas como Francia, Cataluña o Valencia a pasar unos días y que, en muchos casos, fondean de cala en cala sin pasar por puerto.

Estas embarcaciones conviven en un mismo espacio, el mar costero, con motos acuáticas y lanchas (que se pueden alquilar sin patrón ni conocimientos de navegación), y barcos de excursiones turísticas, como golondrinas. A más distancia, ferris, cruceros, mercantes, pesqueros…

Ancla arrancando una planta de posidonia en Costa Calviá (Mallorca). Se calcula que el ritmo de crecimiento de estas plantas milenarias es de 1 a 2 centímetros por año. Imagen cedida por @Mallorca Blue

Anclas, vertidos, colisiones, ruido…

Entre las presiones que afectan al medio litoral y marino destacan la actividad náutica, la sobrepesca, la contaminación (plásticos y aguas residuales) y la masificación, según expertos.

En el caso de la actividad náutica, los factores que más inciden en el medio son el impacto «físico» del fondeo (principalmente el daño producido por el ancla y la cadena) y la contaminación por vertidos químicos (aceite, combustibles, aguas sucias, etc) y nutrientes.

Aunque los puertos disponen de instalaciones para el vaciado de aguas negras y grises, la realidad es que prácticamente nadie los usa, lo que quiere decir que muchos vierten en el mar.

Si esto se hace a 1 o 2 millas de la costa, no hay problema, pero si se hace en una cala sí, pues la acumulación de nutrientes genera eutrofización (proliferación de algas que se comen el oxígeno del agua impidiendo otras formas de vida).

Otros impactos: ruido, colisiones o la turbidez del agua que provocan las hélices en zonas someras y resguardadas y que dificultan la entrada de luz y, por tanto, la fotosíntesis y crecimiento de plantas que viven en el fondo, responsables de la transparencia del agua.

El 73 % de la zonas potenciales de fondeo, sin regular

En 2020, el Sistema de Observación y Predicción Costero de las Islas Baleares (SOCIB) hizo estudio de capacidad de carga del litoral balear para determinar el número máximo de embarcaciones que podía haber en un espacio, como una cala o una bahía, pero lo hizo sólo desde el punto de vista «físico», sin medir lo que pueden soportar los ecosistemas.

El informe, no exento de críticas por el nivel de oleaje en el que se basa para considerar que se puede fondear con confort, identificó 343 zonas potenciales de fondeo, la gran mayoría de ellas, 250 (73 %), no reguladas.

Las reguladas, en las que es obligatorio fondear en boyas, sumaban 39, y las 54 restantes fueron catalogadas como «excluidas» por ser zona de baño o praderas de posidonia.

Posidonia y bañistas, únicos límites

Por motivos ambientales, en Baleares prácticamente sólo está prohibido fondear sobre posidonia. Tampoco se puede hacer a zonas que hayan sido acotadas para el baño por cada municipio (entre 50 y 200 metros), en este caso, por seguridad.

En cuanto a posidonia, aunque la regulación está ahí, es imposible controlar a todas las embarcaciones y con que sólo un 1 o un 5 % lo haga mal, el impacto ya es muy significativo, ha advertido Esteban.

«La gran mayoría de navegantes está concienciado, ama el mar y quiere protegerlo, pueden ser un aliado clave para la conservación», pero con educar y sensibilizar no es suficiente, «hay que pasar también a la limitación», según Esteban.

Barcos fondeando de noche en Cala Porroig (Ibiza) para ilustrar la contaminación lumínica que producen. Imagen de @Vicent Guasch Juan facilitada por MARE

Campos de boyas

Para la Fundación Marilles, el futuro pasa por la proliferación de los campos de boyas (en los que los barcos fondean sin necesidad de ancla), pues supondrían de facto una limitación física al número de embarcaciones que pueden estar a la vez en una misma zona.

Actualmente, Baleares cuenta con 8 campos de boyas ecológicos que gestiona la empresa pública PortsIB y que suman 256 puestos de fondeo que se pueden reservar online por un máximo de 6 noches. El Govern trabaja en 5 más (171 puntos) y el Ministerio para la Transición Ecológica en otros 10.

Con su puesta en marcha, se alcanzarán los 23 campos de boyas de bajo impacto alrededor del litoral de las Islas Baleares que contempla el Decreto de Posidonia y que buscan dar servicio a los usuarios, así como proteger las praderas y minimizar el impacto ambiental de las embarcaciones, según el Govern.

«Es una opción de control futuro», según el director general de Puertos y Transporte Marítimo de Baleares, Antoni Mercant, integrante de la recién constituida Mesa Náutica que asesorará para elevar la seguridad en la navegación y minimizar las consecuencias ambientales de unas actividades «que se hacen en un mar que rodea las islas y que es la base de todo nuestro desarrollo».

Obligar a contratar amarres

Junto a los campos de boyas, preservar el medio costero pasa también, en su opinión, por obligar a contratar un punto de amarre a las embarcaciones que prestan servicios de chárter (alquiler), muchas de las cuales no figuran el registro creado «ad hoc» ni presenado derecación responsable (obligatorio desde 2017).

«No podemos limitar el número de embarcaciones que viene a Baleares ni a cualquier mar porque hay libertad de movimiento (…). Lo que sí vamos a exigir es la modificación de Decreto de Chárter para que todas estas embarcaciones tengan que tener amarre en Baleares», lo que se traducirá en embarcar y desembarcar en puerto y entregar sus residuos en ellos.

«Ahora basta con que especifiquen que van a operar en Baleares (…) El que tengan que contratar amarre servirá para evitar la saturación y preservar la sostenibilidad de nuestras costas«.

Sólo en agosto, se calcula que en Baleares se junta 30.000 embarcaciones, 3.189 de ellas con licencia de chárter,  según el presidente de la Asociación Patronal de Empresarios de Actividades Marítimas de Baleares (APEAM), José María Jiménez.

A su juicio, la mayor laguna que existe es, precisamente, que no haya obligación de tener un puerto base y, por tanto, los barcos sin amarre contratado no tengan dónde dejar los residuos, que en muchos casos los sueltan cerca de playas (5 o 6 millas), ha reconocido.

Imagen captada por el satélite europeo Sentinel-2 el 11 de agosto en la que se aprecia la densidad de embarcaciones dentro y fuera de Port de Pollença (Mallorca) @Copernicus

Más controles y eliminar los «muertos»

«Tenemos masificación, eso es una realidad, pero la masificación no está en los puertos, está en esos barcos que vienen de fuera a hacer el agosto«, según Jiménez, que aboga también por elevar el número de inspectores para poder cubrir los 1.500 kilómetros de costa que suman las Baleares.

«La administración no tiene capacidad para controlarlo todo, pero por lo menos, hay que controlar las zonas más calientes y poner sanciones importantes que realmente disuadan de hacer animaladas e incumplir la ley. Lo que está en juego es el atractivo de las islas como destino turístico«, ha subrayado.

Lo cierto es que, según los expertos consultados,  los movimientos de todo barco se pueden consultar para, por ejemplo, saber si se han alejado o no de la costa o han pasado por puerto para soltar residuos,  eso sí, siempre que lleven sistemas de seguimiento satelital (AIS) y haya alguien que los fiscalice.

«El que va de cala en cala preocupa a todos porque va tirando la porquería de cala en cala». Además, en muchos casos, recurren a polígonos ilegales de fondeo o «muertos», creados hace décadas en áreas de gran sensibilidad ecológica sobre cualquier cosa que la gente tiró al mar, ha insistido Mercant.

En su opinión, «el desconocimiento de lo que pasa en el mar es de tal calibre, que no se trata tanto de saber el número exacto de embarcaciones como de que las que haya cumplan la normativa», ha aseverado Mercant.

Y aquí volvemos a la cuestión inicial, ¿se puede solucionar un problema del que se desconocen sus dimensiones?

El sector reclama medidas basadas en datos

«Para ser capaces de evaluar el impacto de la actividad, lo primero debe ser hacer un buen análisis, recabar datos y desde ahí ver qué medidas se necesitan para que la convivencia con el medio sea posible (…) Hay que saber si las islas están siendo capaces o no de absorber ese impacto», según el director general de la Asociación Nacional  de Empresas Náuticas (ANEN), Jordi Carrasco.

Actualmente, «no vemos que se esté produciendo degradación ni que haya que tomar medidas drásticas, menos sin tener un análisis previo (…) Pero hay que trabajar con datos, no con percepciones basadas en una sensibilidad que puede estar equivocada», según Carrasco, que, en este sentido, ha destacado que una cala puede estar llena de barcos un 15 de agosto y hoy, y durante diez meses, estar vacía.

No obstante, también están a favor de que se implanten más campos de boyas, no sólo sobre posidonia, y de que se fiscalice la actividad de las embarcaciones que van de cala en cala para comprobar dónde vierten sus residuos.

«El sector es sumamente consciente de que si no tenemos un entorno natural propicio para la actividad náutica, la gente se desplazará a otros sitio«, según Carrillo, que ha pedido que no demonizar al sector y trabajar para que pueda convivir con la naturaleza pese al aumento de usuarios.

Embarcaciones en el Parque Natural de Ses Salines, en la bahía al fondo en un campo de boyas y en primer plano barcos fodeando con ancla legalmente @Jose A. Arribas

El peligro de romper con el mar

Desde el ecologismo, GOB Mallorca ha defendido que la prioridad debe ser elaborar un plan de ordenación del litoral marino que, en primer lugar, evalúe la situación en las Islas, incluyendo un diagnóstico de cuántas embarcaciones hay circulando y fondeando fuera de puerto.

«Esto debería hacerlo la Administración y no lo está haciendo», según la portavoz de GOB Mallorca y bióloga Neus Matamalas. Lograr esos datos es muy importante porque sólo «a partir de ahí se podría hacer una gestión adecuada de nuestro litoral», ha insistido.

No obstante, a falta de datos exactos, «lo que se respira es que hay un exceso de embarcaciones por todos lados y que estamos llegando a un punto de saturación que no podemos sostener».

Todo apunta a que el mar costero no lo puede aguantar, no sólo por un problema de impacto ambiental, sino porque crea conflictos en la sociedad ante el riesgo que conlleva para bañistas o de colisión entre embarcaciones, ha advertido la bióloga, que ha criticado que ecologistas y conservacionistas no hayan sido llamados a formar parte de la Mesa Naútica.

Resolver esos conflictos es vital porque «si queremos proteger el ecosistema marino es necesario que haya una buena relación con el entorno, que la gente lo valore para querer defenderlo. El medio marino genera una enorme cantidad de beneficios ecosistémicos que son muy importantes para nuestra supervivencia como especie».

 

Bahías, calas y ensenadas, primeras víctimas

Desde Mallorca Blue, han asegurado que este desarrollo sin control, ya se ha cobrado sus primeras víctimas: los hábitats de las zonas protegidas con aguas encalmadas y someras (bahías y ensenadas poco profundas), unos ecosistemas extraordinarios que prácticamente han desparecido del Mediterráneo español y se han transformado en «zonas portuarias de aguas sucias».

«Hoy en día, apenas se recuerda lo que eran, solo algún pescador mayor puede describir su riqueza en crustáceos, peces, aguas limpias y plantas acuáticas», han lamentado desde Mallorca Blue, entidad centrada en la defensa de hábitats y ecosistemas marinos.

Estos espacios, ha explicado, han sido los primeros en caer porque por su resguardo y su escaso calado resultan «baratos» para desarrollar infraestructuras para la náutica recreativa.

Las que aún quedan, según la misma fuente, están «abandonas» de gestión por parte del Govern, pese a la obligación europea de protegerlas por ser espacios singulares de alto valor medioambiental al estar en zonas Red Natura 2000.

Otro impacto preocupante, es la inseguridad que genera en los bañistas, buzos, deportistas…, que acaban por alejarse de determinadas zonas.

«La velocidad y la proximidad de las embarcaciones, junto con la falta de control, impiden la interacción necesaria con el mar y su vida marina, vital para generar empatía y conexión con la biodiversidad«, especialmente entre las nuevas generaciones, han advertido desde Mallorca Blue. EFEverde

 

Embarcación sobre pradera de posidonia en zona de aguas someras (Baleares). Imagen de @Vicent Planells Ramón facilitada por MARE

 

La entrada Turismo de barco, ¿cómo reducir su impacto si desconocemos sus dimensiones? se publicó primero en EFEverde.


Artículo de Ana Tuñas Matilla publicado en https://efeverde.com/turismo-barco-como-reducir-impacto-si-desconocemos-dimensiones/