• 16/11/2025 14:03

Tu bienestar empieza reduciendo. Por Nora Sesmero

(origen) Nora Sesmero Nov 15, 2025 , , , , ,
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Por Nora Sesmero

Bianca desarrolló sus dotes de estilismo antes casi de saber leer. A los seis años, cuando le tocó ser niña de arras en una boda, la modista de confianza de la familia le preguntó cómo quería su vestido. Ella no dudó: lo describió con precisión y dio el visto bueno al boceto con decisión. Su madre todavía lo recuerda como “el primer diseño” de su hija. Desde entonces, vestir nunca fue solo vestirse: fue lenguaje, juego, refugio… y con el tiempo, también política.

En su casa, la segunda mano era lo normal. Mercadillos, ropa heredada, prendas con historia. Bianca lo cuenta con naturalidad: crecer así le dio, sin saberlo, una base sólida para el consumo responsable. Primero por necesidad económica, luego por pura creatividad, y más tarde por coherencia ética.

“Gran parte de mi armario, no solo el que he construido a partir de que cambié un poco mi enfoque, ya estaba ahí”, explica la estilista Bianca Fuentes. Ese armario adolescente, lleno de hallazgos de mercadillo, convivía con una frustración constante: la de querer un estilo propio en plena fiebre de los 2000, cuando la oferta no encajaba ni con su cuerpo ni con su gusto.

Formación autónoma continua

Aquella incomodidad fue el preludio de algo más profundo. Mientras otras chicas se resignaban a lo que había en el centro comercial, Bianca empezó a hacerse preguntas: por qué no encontraba ropa que sintiera suya, por qué todo le parecía mal hecho, por qué el tejido picaba, se deformaba o duraba un suspiro.

En paralelo, se formaba en costura y patronaje. Entró al oficio por la trastienda de la moda: la construcción de la prenda. Por eso ahora lo tiene clarísimo: “Para saber comprar, tienes que saber algo de confección de costura de tejidos, porque si no, no vas a hacer las mejores elecciones”.

Su carrera profesional, sin embargo, la llevó a una revista. Se encontró trabajando en la misma industria que empezaba a cuestionar. El choque fue inevitable.

Entre percheros de ropa prestada para sesiones de fotos, devoluciones masivas y tendencias de usar y tirar, Bianca empezó a sentir que algo no encajaba. La crisis llegó en 2017: o encontraba otra manera de hacer moda, o se bajaba del tren.

Eligió lo difícil: quedarse y hacerlo distinto. Dejó el fast fashion como consumidora y como profesional, empezó a trabajar solo con segunda mano y marcas pequeñas y locales, y diseñó una forma de estilismo basada en pocas prendas muy bien escogidas.

Durante años impuso en su propio armario una regla férrea: cada vez que entraba algo, salían dos. Vivir en casas pequeñas la ayudó a ser honesta: si no cabe físicamente, tampoco cabe en tu vida. Y eso es, para ella, el núcleo del consumo responsable.

Somos reales

Su filosofía se resume en una idea: bajar la moda a la vida real. Internet está lleno de fotos perfectas y tableros de inspiración; la calle, de gente incómoda. La pregunta clave no es si algo se ve bien en Instagram, sino si quieres llevarlo tres veces al mes sin acordarte de que lo llevas puesto.

Los criterios que propone son tan sencillos como radicales en una época de consumo impulsivo. Primero, el tejido: cómo se siente en la piel, cómo transpira, cómo envejece. Luego, la construcción: “costuras firmes”, que no se abra la prenda al mínimo movimiento, que te puedas sentar, subir los brazos, vivir dentro de ella. Y después, la prueba de realidad: moverte, imaginar cuántos conjuntos puedes hacer con lo que ya tienes y cuántas veces te vas a poner esa pieza. Si no pasa ese filtro, no entra.

Mentalidad inversora

También le da la vuelta a una de las excusas más repetidas: el dinero. No niega que el presupuesto importe, pero señala dónde está el autoengaño. “El presupuesto yo nunca lo veo como un problema, obviamente es un condicionante. Pero es más de lo que crees lo que podrías comprar con ese precio”, expone.

En un país donde la media de gasto anual en ropa ronda los 450€ por persona, según el INE, insiste en que ese dinero puede sostener un armario barato que no te gusta… o un armario pequeño pero pensado, si aceptas que se construye despacio.

“De urgencia, ambulatorio y esencial es reducir el consumo”, señala. Pero sabe que hay que hacer que reducir el consumo sea algo medianamente coherente que integres en tu vida y que te genere algo positivo.

Ella propone que la recompensa sea la tranquilidad: un armario manejable, menos decisiones cada mañana, la satisfacción de saber que has elegido bien.

Equivocarse como ejemplo de que lo intentamos

A los adolescentes, y a los adultos que aún compran como adolescentes, les lanza un mensaje de alivio: equivocarse no es un pecado, es parte del proceso.

A Bianca siempre le han inspirado los 60. No tenían diez vestidos básicos; tenían uno especialísimo para salir, y lo exprimían sin miedo a repetir. Repetir, de hecho, es uno de los actos de resistencia que más reivindica: ponerte lo mismo una y otra vez es, para ella, la prueba de que has elegido bien.

La estilista admite sus contradicciones, los días en los que no tiene energía para investigar cada compra y los campos en los que aún se siente perdida.

Pero ahí también está su fuerza: hablar de consumo responsable sin perfeccionismo ni culpa, desde una ética que empieza por la coherencia consigo misma. En un mundo que nos empuja a comprar más y pensar menos, ella propone justo lo contrario: pensarlo tanto que al final compres muy poco… y lo disfrutes el doble.

nsa / al

 

 


 

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Artículo de Nora Sesmero publicado en https://efeverde.com/bienestar-empieza-reduciendo-nora-sesmero/