Río de Janeiro, 23 jun (EFEverde).— Los ríos del Cerrado brasileño —la sabana que se extiende por el centro del país— han perdido un 27 % de su caudal de agua entre las décadas de 1970 y 2020, según un informe divulgado este lunes por la organización Ambiental Media. El estudio atribuye esta alarmante caída al avance de la deforestación y al cambio climático.
La pérdida equivale a unos 1.300 metros cúbicos por segundo, suficiente para llenar unas 30 piscinas olímpicas cada minuto, advierten los autores. El Cerrado, considerado la cuna del agua de Brasil, alimenta 8 de las 12 grandes cuencas hidrográficas del país, incluidas las del Amazonas, el Paraná y el San Francisco.
Seis cuencas clave, menos agua
El análisis se basa en datos de la Agencia Nacional de Aguas (ANA) recogidos en los últimos 51 años en seis grandes cuencas del Cerrado: Araguaia, Paraná, Parnaíba, San Francisco, Taquari y Tocantins. En los años 70, estas cuencas aportaban 4.742 metros cúbicos por segundo; hoy, esa cifra ha descendido a 3.444.
Entre 1985 y 2022, la vegetación nativa en esas cuencas se redujo un 22 %, especialmente entre 2003 y 2022, periodo en el que la deforestación arrasó unos 240.000 kilómetros cuadrados, el equivalente al tamaño de Rumanía.
Agricultura intensiva y cambio climático
“El Cerrado se seca porque se deforesta para producir materias primas agropecuarias, como soja y ganado, en sistemas altamente irrigados”, explicó el investigador Yuri Salmona, coordinador técnico del estudio. “En segundo lugar, están los efectos del cambio climático”, añadió.
El área dedicada al cultivo de soja se multiplicó por 19 en apenas 40 años, pasando de 6.200 km² en 1985 a 120.000 km² en 2022. A pesar de conservar aún el 49 % de su vegetación nativa, el Cerrado ha sido progresivamente convertido en pastos (29 %) y tierras agrícolas (14 %), afectando su capacidad de regular el ciclo hidrológico.
Riesgo para agua, alimentos y energía
“Desforestar el Cerrado es ampliar la sequía y poner en jaque la seguridad hídrica del país”, advirtió Salmona, al recordar que sus ríos abastecen no solo al consumo humano y a la agricultura, sino también a infraestructuras estratégicas como la hidroeléctrica de Itaipú, una de las mayores del mundo.
El estudio refuerza la urgencia de proteger este bioma clave para Brasil y otros países de Sudamérica, en un contexto de creciente presión sobre los recursos naturales por la expansión del agronegocio. EFEverde
Fotografía: EFE/FERNANDO BIZERRA JR/ARCHIVO
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