ContaminacAna Tuñas Matilla
Madrid.- Disponer de mapas que midan los riesgos ambientales, como la contaminación o temperaturas extremas, en una determinada zona permitiría a los médicos de Atención Primera dar una mejor atención a sus pacientes, a los que en muchos casos no pueden preguntar cómo es el entorno en el que viven por falta de tiempo.
Eso sería de gran importancia en áreas urbanas y zonas industriales, ha explicado a EFEverde el doctor Leovigildo Ginel Mendoza, coordinador del Grupo de Trabajo de Respiratorio de la Sociedad Española de Médicos de Atención Primaria (SEMERGEN), que ha asegurado que hay una creciente consicencia de la relación entre entorno y salud, especialmente en enfermedades respiratorias, dermatológicas y cardiovasculares.
«Sería conveniente que la elaboración de mapas de riesgo formara parte de la práctica habitual. Facilitarían una atención más preventiva», según Ginel Mendoza, que ha apuntado que hay que reconocer que, en la práctica habitual, no es así.
La importancia de conocer el entorno del paciente
Aunque no se realiza una formación específica, la práctica clínica permite reconocer patrones epidemiológicos relacionados con la contaminación atmosférica, viviendas con mala ventilación, la exposición a irritantes domésticos o la proximidad a áreas industriales, según el facultativo.
Un especialista en medicina de Familia y comunitaria debe conocer las patologías de sus pacientes, pero también debería conocer el entorno familiar y social en el que viven, especialmente cuando lleva más de unos años con el mismo cupo de usuarios, ha aseverado.
La experiencia acumulada en el seguimiento longitudinal de los pacientes, favorece que muchos médicos integren intuitivamente estos factores en la toma de decisiones asistenciales», pero esto es difícil de logar en consultas de alta demanda.
Un ejemplo
A modo de ejemplo ha explicado que en niños con episodios respiratorios recurrentes, en pacientes con asma mal controlada o en personas con EPOC inestable, se pregunta a veces por el tipo de vivienda, el uso de calefacción por chimenea de leña u otro tipo de combustión, la presencia de humedad, la proximidad al tráfico o la existencia de fumadores en el hogar.
Sin embargo, en las consultas de alta demanda, esta práctica no siempre se realiza de forma sistemática y el tratamiento farmacológico inmediato suele realizarse sobre la exploración etiológica ambiental, que suele quedar en segundo plano.
Para mejorar la asistencia, ha insistido, «resultaría útil disponer de recursos facilitados por las autoridades, tales como mapas de calidad del aire, alertas locales de contaminación, o sistemas de clasificación del riesgo ambiental por barrios o zonas urbanas».
Estas herramientas, según el experto, serían especialmente útiles en pacientes frágiles, sobre todo en el caso de enfermedades respiratorias crónicas, porque permitirían anticipar su empeoramiento y actuar de manera preventiva.
Contaminación atmosférica y acústica
La Organización Mundial de la Salud (OMS) considera que la contaminación atmosférica y del aire en el hogar es uno de los mayores riesgos ambientales que existen para la salud: causa unos 6,7 millones de muertes prematuras cada año. Mediante la disminución de los niveles de contaminación del aire los países pueden reducir la carga de morbilidad derivada de accidentes cerebrovasculares, cardiopatías, cánceres de pulmón y neumopatías crónicas y agudas, entre ellas el asma.
Uno de cada ocho ingresos urgentes en el hospital por causas neurológicas (demencia, párkinson, alzhéimer o esclerosis múltiple) está relacionado a corto plazo con la contaminación atmosférica. A nivel general, la contaminación atmosférica está detrás de unos 62.000 ingresos hospitalarios urgentes, el 2,5 % de todos los ingresos que se registran anualmente en España, según el Instituto de Salud Carlos III (ISCIII).
La Agencia Europea del Medio Ambiente (AEMA) cifra en 12.000 las muertes prematuras producidas al año en Europa por contaminación acústica y en 48.000 los nuevos casos de cardiopatía isquémica.
Sólo en España, 5 millones de personas están expuestas a niveles de ruido superiores a los límites establecidos por la OMS y los nuevos casos anuales de cardiopatía isquémica por contaminación acústica superan los 1.300, según la Sociedad Española de Cardiología (SEC). La exposición crónica al ruido puede también aumentar el riesgo de desarrollar otras enfermedades cardiovasculares, como la hipertensión.
Según el informe «Influencia del medio ambiente urbano en la salud de las personas», de Sanitas y la Universidad de Navarra, en España mueren o enferman cada 28.200 personas cada año por el impacto combinado de los principales factores ambientales urbanos.
Calor y tóxicos
Las olas de calor matan a más de medio millón de personas al año y afectan a las operaciones de uno de cada 12 hospitales en el mundo, según la OMS.
Médicos, científicos y organizaciones de la sociedad civil de España, unidos en Futuro sin Tóxico, han urgido a las autoridades a frenar el uso de tóxicos químicos que amenazan la salud y que, en especial, afecta a los niños y adolescentes, que los llevan «mamando» desde el momento mismo de su concepción.
Según alertan, el ser humano ingiere 32.000 compuestos nocivos y en las últimas décadas se ha producido un aumento de la exposición a una gran diversidad de materiales y sustancias químicas presentes en productos de consumo tan comunes como alimentos, envases, utensilios de cocina, textiles, plásticos o artículos de limpieza e higiene, entre otros, la mayoría derivados del petróleo.
Esta exposición continua a sustancias tóxicas puede causar efectos adversos en la salud, especialmente en el caso de los disruptores endocrinos, que se ha demostrado que están asociados a problemas reproductivos, de neurodesarrollo, diabetes y cáncer, según la OMS. EFEverde
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