Ana Tuñas Matilla
Los incendios que arrasan el noreste peninsular supondrán una estocada mortal para el desmán ibérico (Galemys pyrenaicus), un pequeño mamífero semiacuático endémico de la Península que fue incluido en mayo en la lista de especies en estado crítico en España y cuyos escasos hábitats están quedando reducidos a cenizas.
«Se han quemado algunas de las mejores cuencas para el desmán en Galicia, Asturias, León, Zamora, Palencia y Extremadura», ha lamentado el biólogo Jorge González Esteban, de Desma Estudios Ambientales y uno de los mayores expertos del mundo en desmán ibérico.
Cuando lleguen las lluvias, arrastrarán finos y cenizas a los ríos, que «morirán» una temporada y algunas especies, como el desmán, no podrán aguantar el envite, ha explicado a EFEverde González Esteban, que ha subrayado que, aunque no se trata de un fenómeno nuevo, en esta ocasión estamos ante un desastre «descomunal sin precedentes».
Brutal impacto en los ríos
Los incendios, muchos de ellos aún activos, han asolado montañas de Ourense, Asturias, León, Zamora, Palencia y Cáceres, reduciendo a cenizas parte de cuencas de ríos esenciales para el desmán: Carrión, Pigüeña, Narcea, Sil, Tera, Esla, Támega, Ambroz y Jerte.
Entre los parajes ligados a ellos: la Montaña Palentina, Picos de Europa, Degaña, Luna, Omaña, Sanabria, Chandrexa de Queixa, Valdeorras, Peña Trevinca, La Cabrera, etc.
«2025 será recordado como el año de los grandes incendios, aunque pocos repararán en el brutal impacto que han tenido sobre nuestros ríos y los seres que los habitan (…) Algunas especies podrán recolonizar cuando las condiciones mejoren, pero otras, como el desmán, desaparecerán para siempre» si no actuamos, ha explicado.
Al impacto inmediato de las llamas sobre la vegetación y el suelo le seguirán, en pocas semanas, las consecuencias del arrastre de cenizas y sedimentos por las lluvias otoñales, que convertirán los ríos en un escenario «infernal» para la fauna y flora características de estos ecosistemas montañosos.
«El agua de los ríos se transformará en un «caldo espeso» en el que la vida apenas resiste: el pH aumentará, limos y arenas cubrirán el lecho, el oxígeno disuelto caerá, la turbidez bloqueará la luz y un exceso repentino de nutrientes disparará la proliferación de algas y bacterias oportunistas».
Más del 20 % de su escaso hábitat quemado
En los últimos 50 años, el desmán, parecido a un topo y que se distingue por su peculiar hocico en forma de trompeta, ha perdido el 80% de su área de distribución y hoy sobrevive en pequeños núcleos aislados.
«Aunque aún es pronto para medir el alcance de la catástrofe, los incendios de este año han afectado ya a más del 20 % de la superficie que ocupa actualmente en España».
En algunas cuencas dañadas, ha apuntado, persisten tramos intactos que podrán servir como focos de recolonización. Sin embargo, en otras, el fuego puede haber asestado el golpe definitivo a poblaciones muy frágiles, como las cacereñas del Ambroz y el Jerte, o a las aisladas por grandes embalses, como las del río Yuso en León y el río Queixa en Ourense.
Joya ignorada del patrimonio natural
Para el biólogo, es «alarmante» que la tragedia que esto supone para una especie tan singular, «una auténtica joya de nuestro patrimonio natural», no esté recibiendo la atención que merece «ni por parte de las administraciones responsables de velar por nuestros ríos, ni en los medios y redes de las principales organizaciones ambientales».
Es imprescindible que la administración convoque de inmediato un gabinete de crisis, sin dilaciones vacacionales, en el que se reconozca la gravedad de lo ocurrido, se planifiquen medidas para mitigar la previsible escorrentía otoñal, se evalúe el impacto en cada población y se estudie el rescate de los individuos que aún sobrevivan en núcleos donde su futuro es inviable», ha aseverado.
«Hoy, algunas de nuestras montañas más emblemáticas son un desierto de ceniza, pero todavía estamos a tiempo de paliar, al menos en parte, el daño que les hemos causado», según González Esteban, que ha apuntado que le próximo verano regresarán las olas de calor y la vegetación de nuestras montañas seguirá siendo vulnerable al fuego.
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