Lla construcción de legitimidad, la reputación corporativa y la licencia social para operar se han convertido en activos estratégicos fundamentales en el funcionamiento de las compañias, segun se ha puesto de manifiesto durante la jornada “Reputación y sostenibilidad: claves para la licencia social”, en la que directivos de compañías, instituciones y organizaciones sociales han dialogado sobre obre cómo las empresas pueden reforzar la confianza de la ciudadanía y generar valor compartido.
El encuentro se puso de manifiesto que la licencia social no puede entenderse como un elemento pasajero o cosmético, sino como una condición permanente que debe sostener la toma de decisiones en cualquier organización. La confianza, destacaron, es hoy el principal activo corporativo.
Incidencia pública: el poder en el siglo XXI
La primera mesa redonda, moderada por la periodista Laura Vilamor, contó con la participación de Adrián Jofre Bosch y Nacho Corredor, socios fundadores de beBartlet y autores del libro Incidencia Pública: El poder en el siglo XXI.
Jofre advirtió que la hipertransparencia multiplica el impacto de cualquier error corporativo, mientras que Corredor defendió que el poder actual se ejerce de forma distribuida y exige capacidad para tejer alianzas reputacionales y sociales. Ambos coincidieron en que las empresas están llamadas a desempeñar un rol activo en la generación de confianza y consensos.
Del permiso al acuerdo social
En el segundo bloque, moderado por Ángel Alloza, CEO de Corporate Excellence, se subrayó que la licencia social encuentra en la reputación su herramienta de gestión más eficaz: un intangible que gana peso financiero y actúa como palanca de confianza y legitimidad.
Entre las intervenciones, se planteó la necesidad de redefinir la licencia social como un “acuerdo social”, entendido como un diálogo bidireccional con las comunidades y no solo como un permiso. También se insistió en que no hay sostenibilidad sin reputación, ni reputación sin hechos tangibles.
Directivos de sectores estratégicos como la energía, la automoción o las infraestructuras coincidieron en que la confianza se construye a través de la participación pública, la transparencia y la integridad en todas las actuaciones. La sostenibilidad, apuntaron, debe aportar valor tanto a la sociedad como a la empresa.
Instituciones y territorios: confianza y participación
La tercera mesa centró la atención en el papel de las instituciones y del mundo rural como escenarios clave para reforzar la reputación empresarial. Se destacó que los proyectos solo prosperan si generan un beneficio compartido y si incorporan procesos de escucha y transparencia desde el inicio.
Representantes de entidades sociales y del ámbito energético recordaron que no existe un manual único: cada territorio requiere un proceso propio de construcción de confianza. Asimismo, se incidió en la necesidad de evitar estrategias obsoletas y apostar por un enfoque adaptado a la transición ecológica actual.
El presidente de la Red Española de Desarrollo Rural puso de relieve que la sostenibilidad pasa por un beneficio conjunto entre empresa y territorio, reforzando tanto la cohesión social como el cuidado ambiental.
Coherencia y propósito, claves de futuro
El cierre del encuentro recordó que ya no basta con cumplir la ley, sino que las empresas deben demostrar coherencia, responsabilidad y propósito en todas sus actuaciones, pues solo así podrán consolidar la confianza de sus grupos de interés y garantizar su sostenibilidad a largo plazo. EFEverde
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