Por Sheila Noda Alonso
Madrid, (EFEverde).- El inicio de los trámites por parte del Ministerio de Cultura para declarar a la apicultura en España como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial supone que «estamos en la recta final para conseguir que la apicultura sea declarada Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad», ha explicado a EFEverde.com el veterinario y apicultor valenciano Enrique Simó, impulsor de la iniciativa que busca el reconocimiento de la Unesco a este oficio milenario.
La apicultura es una práctica viva, profundamente vinculada al territorio y con fuertes valores identitarios, aunque también amenazada por el cambio climático, la inestabilidad productiva, las enfermedades y plaguicidas y por la competencia en un mercado globalizado, recoge la resolución, aprobada el 7 de noviembre y publicada el día 16 en el Boletín Oficial del Estado (BOE), en la cual la Dirección General de Patrimonio Cultural y Bellas Artes establece iniciar el expediente para la declaración como manifestación representativa del patrimonio cultural inmaterial de la apicultura en España, además dispone de la apertura de un periodo de información pública, la tramitación del correspondiente expediente y la comunicación de la incoación al Inventario General de Patrimonio Cultural Inmaterial.
El camino hacia la Unesco
Hace 25 años Simó encontró su vocación en la apicultura, una pasión que le sigue sorprendiendo día a día y que parte de su amor por “esos animales tan preciosos y trabajadores, a los que tanto tenemos que agradecerles”. Garantizar la protección de las abejas y del sector lo motivó a buscar el respaldo mundial.
Todo comenzó con una pequeña idea, aproximadamente por el año 2010, que fue tomando forma con la recogida de 5.000 firmas en papel y luego, en 2022, con la creación de una iniciativa en la plataforma de activismo digital change.org. Simó pensó que obtendría un centenar de firmas, pero en unos meses consiguió 100.000, y actualmente reúne más de 117.000.

Ahora, tras la publicación de la mencionada resolución en el BOE, se transita a la fase de realización de trabajos de investigación etnográfica que incluyan el inventario y activación por parte de los actores relacionados con la actividad apícola.
Estamos creando una ONG para acompañar, estudiar, divulgar y proteger a la apicultura y a la subespecie de abeja autóctona (Apis mellifera iberiensis), así como para ir acompañando al expediente que tendrá que fortalecerse hasta llegar a la fase final en la Unesco, explica el apicultor.
Cada comunidad autónoma tiene su vocabulario concreto, su forma de definir los utensilios de apicultura, sus floraciones, los maestros tienen sus tipos de asentamientos al igual que los materiales que utilizan para hacer las colmenas. Cada comunidad autónoma tiene una diferencia específica y es lo que tenemos que ir averiguando en ese inventario que tiene que hacerse en toda España para ver exactamente qué tesoros en patrimonio tenemos y proteger esas riquezas de nuestra apicultura, que lleva miles de años funcionando.
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Un oficio milenario en peligro de extinción
Desde hace más de 7000 años las primeras sociedades productoras tenían una relación primordial con la apicultura, así lo evidencian las escenas de recolección de miel representadas en pinturas rupestres. En la cueva de la araña de Bicorp (Valencia) se localiza la imagen más emblemática de recolección de miel a nivel mundial, incluida en el arte rupestre levantino, que fue declarado por la UNESCO en 1998, bien de interés cultural Patrimonio de la Humanidad. Otros ejemplos de pinturas rupestres se observan en el abrigo de la Cueva del Ciervo (Valencia) o el abrigo de Barranco Gómez (Teruel), fechadas alrededor de 7.500 a. C.
La apicultura es una tradición ancestral que prácticamente se transmite de padres a hijos, hay muy pocas zonas donde tengan algún tipo de estudio especializado y, aunque lo tuvieran, el dialogar con las colmenas se tiene que aprender in situ, comenta Simó.
No obstante, se trata de un oficio en declive debido a la crisis de mercado con importaciones de mieles de terceros países y a la situación de emergencia climática y emergencia apícola. Si a eso le añadimos los problemas sanitarios habituales como parásitos y plaguicidas que suponen una masacre para los polinizadores, pues tenemos la tormenta perfecta para que la situación y la crisis de la apicultura sea prácticamente irreversible en muchos casos, indica el apicultor.
“En los últimos 10 años en la Comunidad Valenciana hemos perdido más de 120.000 colmenas y la entrada de mieles de terceros países está suponiendo que los apicultores estén en números rojos, que no haya relevo generacional y que no puedan vivir de este oficio milenario”.
2 800.000 colmenas en España
Hay aproximadamente 2 800.000 colmenas y unos 30.000 apicultores en España, somos un sector pequeño, pero que a nivel de producción sabemos cumplir con todos los requisitos de trazabilidad y calidad que no cumplen la mayoría de las mieles de importación que cruzan todo el mundo y llegan al país a precios irrisorio, precisa Simó, quien insiste en que “cada vez que consumimos miel de un productor local estamos ayudando a ese productor y a la polinización de los ecosistemas naturales y agrarios».
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Crisis mundial de polinización
El principal aporte de la apicultura no es la miel, el polen o la jalea real, sino el beneficio en polinización y el papel de las abejas como pilares de la biodiversidad y bioindicadores de la salud del planeta. El 75 % de los cultivos de alimentos dependen de la polinización de insectos como las abejas, unas cifras que se elevan hasta el 90 % en el caso de las plantas silvestres con flores, según datos de la FAO.
“Un tercio de la dieta humana procede, directa o indirectamente, de la polinización realizada por las abejas. En un planeta sin polinizadores, sin abejas, sin apicultura, pues difícilmente conseguimos alimentos y estaríamos en un declive irreversible”.
Enrique Simó sostiene que ante esta crisis de los polinizadores en muchas zonas del mundo se recurre a la polinización manual, pero que nunca va a ser lo beneficiosa y lo gratuita que es la polinización que realizan las abejas.
“No hay una alternativa, no hay un planeta B o un plan B que deje fuera a la apicultura, tenemos que ir de la mano la agricultura y la apicultura sostenible, porque el futuro será así sostenible abejas y el ser humano o no será, no hay otra alternativa”, apunta. EFEverde
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