Ana Tuñas Matilla
La entrada en vigor en enero de la normativa que obliga a llevar un mayor control del uso de antibióticos en mascotas ha conllevado la aparición en redes de vídeos y publicaciones sobre supuestos casos de muertes de animales debido a las «reglas» que impone esta regulación. Sin embargo, esto no es cierto.
Algunas de estos vídeos y publicaciones han sido elaborados, incluso, por clínicas veterinarias que aseguran que debido a las directrices marcadas por en el decreto 666/23 tienen menos margen de maniobra a la hora de poder utilizar antibióticos con riesgo de muerte para el animal.
Las nuevas normas
En función de la normativa, desde el 2 de enero de 2025, los veterinarios de mascotas, como ya hacen los de animales de granja desde 2019, tienen que registrar las prescripción de antibióticos en el sistema electrónico PRESVET, para lo que disponen de un plazo de 15 días desde que emiten la receta.
«No es necesario comunicar toda la información que aparece en la receta. PRESVET es un sistema de recogida de información y no establece limitaciones a las prescripciones y, por tanto, no condiciona en absoluto el juicio clínico del veterinario», han señalado desde el Ministerio de Agricultura a EFEverde.
Por otra parte, la normativa establece un «orden» a la hora de administrar antibióticos y cuáles se pueden usar en animales. En el caso de los más restringidos, denominados B, establece que se haga un cultivo para determinar la infección y cuál es el medicamento más adecuado antes de administrarlo.
Según estas publicaciones y veterinarios consultados por EFEverde, advierten de que los resultados, sobre todo en el caso de clínicas pequeñas que no dispongan de medios para hacer un cultivo y tengan que enviar la muestra a laboratorios externos, pueden tardar días en llegar pudiendo morir el animal porque no pueden administrarle el antibiótico hasta entonces a riesgo de ser multados por ello.
Salvar al animal, lo primero
Sin embargo, desde el Ministerio de Agricultura, han asegurado que no se multará a un veterinario por administrar un antibiótico al animal antes de que llegue el resultado del cultivo si lo hace para salvarle la vida.
En este sentido, el veterinario e investigador Juan José Badiola, ha recordado el la obligación principal de todo veterinario es velar por el bienestar y la vida de sus pacientes, los animales, y que ninguna norma puede cooptarla.
La Agencia Europea del Medicamento ha categorizado los antibióticos teniendo en cuenta las posibles consecuencias sobre la salud pública del incremento de resistencia de las bacterias cuando se usan en animales, según la misma fuente.
Los antibióticos de la categoría B, considerados críticos, son la última barrera y por tanto su uso debe quedar limitado a casos en que no haya otra alternativa. Por ello se establece la necesidad de realizar pruebas analíticas de diagnóstico previas a su utilización.
«No obstante, en caso de urgencia y riesgo evidente para el animal se puede, bajo el juicio clínico del veterinario y con la correcta justificación, prescribir su uso antes de disponer del resultado de las pruebas diagnósticas. Una vez más es posible utilizar también estos antibióticos de acuerdo con el juicio clínico del profesional», han afirmado.
Pero los veterinarios temen ser multados por ello, ¿existe esta posibilidad?, preguntamos.
La respuesta: «No, radicalmente. La prueba diagnostica sólo es obligatoria para antibióticos de los grupos a y b ( últimas balas) y no es necesaria para el resto. En caso de urgencia puede dar el antibiótico y tomar la muestra para hacer el antibiograma. Y luego corregir el tratamiento si es necesario».
Única forma de forma de frenar a las «superbacterias»
Entre los grandes restos que afronta la humanidad está el de frenar a las denominadas superbacterias, aquellas bacterias que se han hecho resistentes a muchos o todos los antibióticos existentes hoy en el mercado y que sólo en España se calcula que matan a más de 23.000 personas al año.
A nivel mundial, informes citados por la ONU y la Organización Mundial de la Salud (OMS), alertan de que si no se toman medidas, para 2050 morirán unos 10 millones de personas al año por resistencia a los antibióticos, el equivalente a todas las muertes por cáncer en 2020, lo que la sitúa como el mayor problema de salud del planeta.
Según el experto en la materia, el doctor Bruno González-Zorn, las bacterias tienen una extraordinaria capacidad de adaptarse a cualquier «ecosistema» lo que, unido a que tras 40 años de uso «exitoso» de antibióticos llevamos 30 años sin que se haya descubierto ninguno nuevo, ha llevado a que se hayan acostumbrado a vivir entre ellos.
La causa principal, el uso inadecuado de los antibióticos, las únicas drogas que no sólo afectan al individuo que las toma, sino que repercuten en toda la población, explicó recientemente el experto a EFEverde.
Esto es así porque las bacterias que pasan por ese individuo se hacen «fuertes» antes de propagarse a otros individuos o al ambiente, llegando a viajar entre países a través de, por ejemplo, turistas o aves migratorias.
El hecho de que los animales sean tratados con antibióticos también influye en la aparición de esas superbacterias, y la resistencia que se genera a este tratamiento también nos acaba afectando a todos.
«De nada sirve, pues, controlar el uso en humanos, si no lo hacemos también en los animales». Además, esas bacterias y antibióticos no se quedan en los pacientes, sino que desde ellos llegan al medio a través de, por ejemplo, las aguas residuales, y pueden incluso contaminar campos, según González-Zorn. EFEverde
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