Por José Luis Fernández-Checa
El verano que ahora concluye ha sido en España el más caluroso que se recuerda y se ha hecho largo, muy largo. Con una gran incidencia en cuanto a mortalidad, catástrofes y pérdidas económicas vinculadas con las altas temperaturas, todo indica, sin embargo, que lo que ahora se considera extraordinario se convertirá en la nueva normalidad y que todavía será peor en los próximos años.
El verano de 2025 se ha convertido ya en el más caluroso desde que hay registros en España, desde 1961, con una temperatura media en la península 2,1 grados superior al promedio de referencia, según datos de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet). Supera al más cálido hasta el momento, el verano de 2022, aunque, con 33 días de ola de calor (dos en la Península y Baleares y una en Canarias), se queda lejos de los 41 días bajo ola de calor que se registraron aquel año.
La Aemet lo resumen de la siguiente forma: “El periodo del 1 de junio al 31 de agosto tuvo un carácter extremadamente cálido, con una temperatura media en la España peninsular de 24,2 °C, valor que queda 2,1 °C por encima de la media de esta estación (periodo de referencia 1991-2020). Fue el verano más cálido desde el comienzo de la serie en 1961, superando por 0,1 °C al verano de 2022, que era hasta ahora el más cálido”.
Según estos datos, en Baleares se llegó a las 25,8 grados, 1,5 por encima de la media, mientras que en Canarias se alcanzó una media de 22,7, lo que supone una anomalía de 0,9 grados.
En cuanto a las precipitaciones, “el verano fue, en su conjunto, seco en cuanto a precipitaciones. Se acumularon 57,0 mm de promedio sobre la España peninsular, cifra que representa el 81 % del valor normal del trimestre en el periodo de referencia 1991-2020. Fue el decimocuarto verano más seco desde el comienzo de la serie en 1961 y el séptimo del siglo XXI”.
Unas precipitaciones, no obstante, muy diferentes en función del área geográfica: fue un verano muy seco en Asturias, amplias zonas del norte de Castilla y León y en Galicia, donde, en el interior, llegó a ser extremadamente seco. Por el contrario, ha sido un verano húmedo o muy húmedo en regiones del noreste peninsular, especialmente en Cataluña, Aragón y Navarra, así como en áreas del centro y sureste peninsular, incluyendo partes de Castilla-La Mancha y el este de Andalucía.
Unos datos que cuadran perfectamente con los modelos de cambio climático que manejan los expertos y que auguran veranos cada vez más calurosos y fenómenos extremos cada vez más frecuentes..
Calor y mortalidad
Más allá de la emergencia climática y de las repercusiones en la naturaleza, estas cifras récord tienen una incidencia directa y mensurable en la salud de las personas: las elevadas temperaturas son las responsables de 3.893 muertes en las principales ciudades de España y 24.404 en grandes urbes europeas, según un estudio que revela que aproximadamente el 70 % de los fallecimientos se debió a la intensificación de las olas de calor.
Por delante de España sólo figura Italia, que registró 6.710 muertes por calor, mientras que por detrás aparecen Alemania (2.445), Francia (2.062), Reino Unido (1.687) Rumanía (1.478) y Grecia (1.372).
El estudio, liderado por investigadores de Imperial College de Londres y London School of Hygiene & Tropical Medicine, analiza datos de 854 ciudades europeas que apenas representa el 30 % de la población europea, por lo que solo supone una «muestra» de lo sucedido entre junio, julio y agosto en Europa a causa de unas temperaturas cada vez más extremas.
En España, la cifra de fallecidos la lideraron Barcelona y Madrid, con 786 y 423, respectivamente. Con más de cien muertos figuran también Valencia (219), Zaragoza (191) y Sevilla (111).
El calor extremo, añade el estudio, es un «asesino silencioso», pues la mayoría de las muertes relacionadas con el calor no se registran oficialmente, ya que suelen estar asociadas a enfermedades previas (cardíacas, respiratorias o renales) y rara vez se indica el calor como causa en los certificados de defunción.
Además, resulta importante distinguir entre las muertes por calor y los fallecimientos vinculados con el cambio climático: las primeras son un evento médico directo, mientras que la muerte por temperaturas elevadas relacionadas con el cambio climático se refiere a la mayor frecuencia y severidad de estos eventos extremos. El cambio climático no mata directamente, sino que potencia los efectos letales del calor.
Daños económicos
Puestos a cuantificar los daños del calor vinculado con el cambio climático, otro estudio, en esta ocasión dirigido por la Universidad de Mannheim (Alemania), en colaboración con el Banco Central Europeo (BCE), señala que las olas de calor, sequías e inundaciones registradas este verano en territorio de la Unión Europea provocarán a corto plazo (2025) pérdidas macroeconómicas de unos 43.000 millones de euros.
El 28 % (12.200 millones) de esta cifra en España, que se sitúa como el país con la factura más alta por los estragos causados por el calor y la escasez de lluvias, cada vez más extremos por el cambio climático.
A medio plazo, 2029, las pérdidas por estos mismos eventos se elevan hasta los 126.000 millones en el conjunto de la UE y a más de 30.000 millones en España.
Pese a lo abultado de las cifras, se trata de un cálculo «conservador» de la factura climática de este verano, pues sólo se centra en temperaturas y lluvias y no analiza el coste de, por ejemplo, granizo o tormentas de viento o los incendios que han asolado extensas regiones europeas.
En España, en concreto, estos costes se dispararán cuando se contabilicen los daños de los incendios forestales: hasta el momento se han registrado 257.195,07 hectáreas de superficie forestal afectadas por los 6.536 siniestros contabilizados, 61 de los cuales calificados como “grandes incendios” (por encima de las 500 hectáreas).
Datos que todavía no incluyen algunos de los grandes incendios de Castilla y León y que suponen también cifras récord. Según la estadística de incendios forestales que elabora el Ministerio para la Transición Ecológica con información proporcionada por las comunidades autónomas, hasta el 7 de septiembre se han registrado en España 61 grandes incendios, frente a una media de 18 en el último de decenio, mientras que la superficie calcinada multiplica por tres la media en ese mismo periodo (85.597,00 hectáreas). EFEVerde
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